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Aproximación 'líquida' a los comentarios 'online'

Santiago Ipiña

Zygmunt Bauman fue un filósofo y sociólogo que acuñó el término mundo líquido intentando definir el estado fluido y volátil de la actual sociedad, sin valores demasiado sólidos, en la que la incertidumbre por la vertiginosa rapidez de los cambios ha debilitado los vínculos humanos. Por analogía, una aproximación líquida a un tema como el aquí tratado es un intento volátil y sin demasiada importancia de acercarse a la naturaleza un tanto incierta de los comentarios escritos por los lectores de un digital online. Naturalmente, una consecuencia es que este tipo de aproximación no debe tomarse muy en serio.

Una característica diferenciadora entre el viejo lector de periódicos y el actual devorador de noticias es la capacidad de poder dejar, el tecnológico lector de hoy día, su pequeño granito de arena en el hiperespacio de la información. Normalmente, dicho granito tiene forma de comentario –seguramente sesudo– que, en ocasiones, resulta más atractivo que el contenido del artículo y, en otras, digamos que puede ser almacenado en el baúl de los recuerdos por si en el futuro pudiera ser útil.

Al calor de esta nueva forma de recabar información del ciudadano, los digitales online han ideado un sistema de evaluación del comentario emitido por el lector que, al mismo tiempo, desafortunadamente, puede actuar en forma de autocrítica. Dicho sistema recoge el espíritu de los tiempos que nos han tocado vivir, de forma que con un minimalista símbolo como el del pulgar hacia abajo o arriba, se puede mostrar disconformidad o, al contrario, con el contenido del comentario.

Seguramente sería un error imperdonable dejar pasar la ocasión de matizar que, en realidad, una breve exploración en la Red (lo que se conoce como googlear) pone de manifiesto que el significado que damos a dichos pulgares es, precisamente, el opuesto al que debería dársele (véase este enlace). Resumiendo, parece que el equívoco nace interpretando un cuadro de Gérôme (1872) llamado pollice verso que recrea la placentera escena de una lucha entre gladiadores en la antigua Roma y se ve a unas vestales con el pulgar hacia abajo dirigiéndose a un gladiador que pisa el gaznate a otro; con arrojo temerario, la susodicha escena se interpretó como si las señoras estuvieran demandando la muerte del vencido lo que no parece casar bien con el buen hacer de una pobre sacerdotisa del hogar romana.

No obstante, si se tiene en cuenta el importante principio de parsimonia, principalmente neuronal, también conocido por navaja de Ockham (o lex parsimoniae) parece recomendable dejar las cosas como están y creer que un pulgar hacia arriba muestra conformidad o aprobación. Así acordado, resulta que el lector de un diario digital dotado con este sistema de evaluación dispone de la capacidad tanto de emitir su opinión como la de juzgar la de los demás. Pero, al tiempo, es interesante constatar que se ha construido una pequeña red recolectora de información.

Tenemos un nodo definido por el ciudadano opinante y del que se opina, el conjunto de cuyos nodos genera otro nodo (supernodo) definido por el diario digital en el que el ciudadano anterior opina, y cuyo consejo editorial filtra y aprende las opiniones del lector. Finalmente, tenemos la pequeña red definida por el resto de diarios digitales, cada uno con sus propios consejos editoriales y lectores opinantes. Que dicha descripción reticular no es exhaustiva es poco dudoso, como asimismo es claro que el pertinente estrato social que seguramente todos tenemos in mente la juzgue como fuente de valiosa información. Información que es interesante observar se extrae sin necesidad de encuestas sociológicas y cuyo sesgo sería oportuno comparar con el correspondiente sesgo de las entrevistas presenciales.

Que en todo caso el lector que opina lo hace, en general, con un seudónimo es un dato más a añadir para sentirse relajado pues no sólo su contribución a la información global se hace de manera anónima, también se debe considerar que, con su granito de arena, dicho lector está aportando valiosa información que sin duda es procesada en orden a esclarecer este complejo entramado social en el que vivimos.

Complejo sin duda, pero definitivamente favorable para una pequeña parte de la humanidad también. Un hecho curioso este último que, a la vista de su tenaz invariabilidad a lo largo de nuestra historia, permite preguntarse algunas cosas. Por ejemplo, considerando el actual caso español en donde la derecha sociológica vence elección tras elección (fenómeno transportable a los países de nuestro entorno europeo), ¿procede creer que una gran parte de una sociedad como la del autoensalzado mundo civilizado occidental padece obstrucciones en su circuitería neuronal? Si así fuere, ¿cómo se corresponde con el hecho de presumir de una refinada educación comparada con otras civilizaciones? ¿Pudiera ser que, por el contrario, no hay obstrucciones sino más bien replicaciones de un esquema más o menos sencillo a lo largo y ancho de la compleja red social de intereses?

¿A qué esquema estoy aludiendo? Que se lo pregunten, por ejemplo, a quien idea la estructura organizativa de un diario de información cotidiano en donde con el declarado y aceptado propósito de ser operativo, se observan diferentes estratos organizativos como una dirección, una subdirección (o varias), un jefe de redacción (o varios), redactores (también con diversos niveles de calificación, como becarios, etc.), departamentos de política, de cultura, etc. Estratos en los que es imposible no apreciar que entre ellos existen diferencias cualitativas y cuantitativas. Diferencias que aluden, entre otras, a la capacidad de filtrar información, o al nivel salarial de sus miembros.

Pero como queda dicho al principio, esto no es sino una aproximación líquida. Si bien se ha puesto el máximo interés en su escritura, no deja de ser irrelevante en lo que se refiere a su contribución cuantitativa en el mundo de la hiperinformación. Respecto a su contribución cualitativa, de momento, el autor goza de la suficiente salud mental como para no ver que por ahí fuera han pasado figuras como Cantor, Bach, o Leonardo, por sólo seleccionar unas pocas de ellas próximas a la educación del que esto ha escrito.

Por último, no pienso sea aceptable finalizar estas reflexiones, pues quedarían incompletas, sin el agradecimiento debido a gentes como MT, Damas, Hereje, Inocencio XIV, Paco Arbillaga, Platanito, Isabelle0651, Masegoso, ArktosUrsus, CinicoRadical, Gualdo, Gomados, Diablo Cojuelo, Jorge Plaza, y tantos otros que involuntariamente no cito por carecer en estos momentos del mantenedor de batería. Sin olvidar a comentaristas del pasado como Laguncar, R12, Sancho o Bacante, entre otros. De absolutamente todos se aprende algo; ciertamente, todo hay que decirlo, de unos más que de otros. _________

Santiago Ipiña es socio de infoLibre

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