Librepensadores

El árbol del dinero mágico

Óscar S. De Rus

Generalmente, la economía se nos presenta como una ciencia muy complicada y solamente comprensible para determinados expertos en la materia que suelen intimidarnos con una jerga técnica bastante característica, propagando a través de algunos medios informativos todo tipo de opiniones y explicaciones frecuentemente divergentes que nos hablan continuamente de las recientes vicisitudes de los mundos financieros y de las arduas decisiones políticas que se requieren al respecto.

Sin embargo, por debajo de todos esos frondosos movimientos superficiales, cuya complejidad los hace realmente difíciles de manejar incluso para quienes se dedican a ello, subyace una dinámica económica mucho más profunda y más asequible a nuestro entendimiento, y esta es la naturaleza del sistema de crédito en la que se basa nuestro sistema económico actual.

Desde hace ya tiempo, se está produciendo un intenso debate internacional en el ámbito académico entre quienes —simplificando la cuestión— todavía entienden el dinero como una cosa y quienes logran entender el dinero como un concepto, lo cual parece ser el resultado de un proceso evolutivo del entendimiento de nuestro sistema monetario en el que los economistas avanzan a distintos ritmos.

La novedad es que, actualmente, este debate está comenzando a trasladarse progresivamente al público general gracias a las iniciativas de varias organizaciones cívicas en algunos países europeos (destaca Positive Money en Inglaterra, por su alto grado de implicación, y Dinero Positivo en nuestro país también trata tímidamente de hacerlo) que están empezando a divulgar por todos los medios a su alcance algunos aspectos de nuestro sistema económico demasiado importantes para que podamos permitirnos el capricho de ignorarlos.

Curiosamente, nos revelan que algo no funciona bien incluso en las universidades en las que aún se están explicando teorías económicas que no concuerdan con la realidad, engendrando así nuevos acólitos que, sin estudiar las ideas que actualmente se están divulgando por otros medios, solamente podrán contribuir a perpetuar un estado de confusión general respecto a este asunto tan determinante para nuestras vidas.

Uno de los principales caballos de batalla de estas organizaciones, así como también de algunos economistas de reconocido prestigio, es la identificación y explicación del actual origen del dinero. Para nuestra inevitable sorpresa, el dinero se crea “de la nada” cada vez que alguien solicita un crédito y alguien del banco que se lo concede teclea la cantidad solicitada en un ordenador protegido por estrictos protocolos de seguridad, ingresándolo entonces en la cuenta del cliente para que este pueda disponer de él según sea el compromiso previamente adquirido con el banco (crédito al consumo, crédito hipotecario, etc.) y adeudándoselo por otro lado con un interés añadido en concepto de beneficio a favor del mismo banco, pues actualmente los bancos gozan de tan arbitrario privilegio. Aún así, los mismos bancos todavía permiten que sigamos creyendo que solamente prestan el dinero que muchas otras personas depositan en sus cuentas.

Por si fuera poco, a raíz de las terribles consecuencias de la última crisis financiera internacional, hace algún tiempo que los bancos centrales de las economías más desarrolladas comenzaron a poner en práctica lo que ellos llaman “políticas monetarias no convencionales” que consisten en la aplicación de “programas de estímulos financieros” (¿a nadie le suena de algo este tipo de palabrería en algunas noticias que no entendemos?) mediante los cuales utilizan un instrumento al que llaman “expansión cuantitativa” (quantitative easing, QE por sus siglas en inglés), que no es nada más que dinero creado también “de la nada”, pero para comprar activos financieros (generalmente deuda pública emitida por gobiernos con problemas de liquidez) con tal de reducir su oferta para aumentar su precio y reactivar de este modo unos mercados financieros agonizantes.

Y esto mismo es lo que el Banco Central Europeo ha estado haciendo desde hace algunos años, llegando a “emitir” hasta cantidades tan obscenas como 80.000 millones de euros ¡¡cada mes!! para mantener a flote los mercados bursátiles. Sin embargo, y a pesar de sus “medidas excepcionales”, algunos bancos centrales se han visto incluso abocados a tomar la inaudita decisión de tener que establecer tipos de interés negativos para el dinero prestable con tal de esforzarse todavía más en la reactivación económica general, una condición totalmente impensable para la gran mayoría de ellos antes de que se llegase a producir.

Esta situación, es decir, el conocimiento del actual origen del dinero, suele producirnos bastante desorientación cuando se nos presenta por primera vez, pues puede generarnos fácilmente una sensación de “tomadura de pelo” que requiere un poco de tiempo para que podamos entenderla y asimilarla mejor. Sin embargo, queda bastante claro que si el dinero es un bien público de primer orden en el que se basa todo el funcionamiento de nuestra sociedad, la cuestión del funcionamiento de nuestro sistema económico nos implica a todos y cada uno de nosotros sea cual sea nuestro trabajo y nuestra fuente de ingresos.

Todo esto está dando lugar en el mundo anglosajón a un intercambio de opiniones cada vez más enfrentadas respecto a la posibilidad de considerar nuestro sistema económico como el árbol del dinero mágico (Magic Money Tree). Un argumento que algunos rechazan para mantenernos amarrados al dinero-cosa, insistiendo en la idea de que tenemos que apretarnos el cinturón porque “no hay más dinero”, mientras otros lo utilizan para facilitar nuestra comprensión del dinero-concepto, intentando ayudarnos a entender que sí se puede crear dinero. De hecho, ya se está haciendo, aunque no precisamente para el interés general. La diferencia estriba en que cada una de las dos formas de entender el dinero da lugar a conclusiones y posibilidades económicas muy distintas.

Si añadimos a todo esto las férreas políticas de austeridad que últimamente venimos padeciendo en la comunidad europea como resultado de la ortodoxa negación de la posibilidad de crear dinero para distribuirlo en la economía real entregándoselo directamente a la gente para cubrir sus necesidades (por ejemplo, mediante una Renta Básica Garantizada) en lugar de hacerlo para reactivar los mercados financieros, el panorama adquiere proporciones todavía más exasperantes. Pero esto es precisamente (QE for People) lo que están proponiendo diversas organizaciones y economistas pioneros, y por este motivo parece muy necesario comenzar a divulgar esta cuestión fundamental. Además, tal y como algunos economistas defienden, esto mismo reactivaría toda la economía desde su base colectiva, en lugar de tratar de hacerlo salvaguardando solamente las posiciones de las élites financieras, pues ya hemos podido comprobar que así no logra funcionar.

Pero los políticos de nuestro país, y todos en general, están tan preocupados con los debates presupuestarios, la continuidad de las pensiones, los ajustes salariales y, como no podía ser de otro modo, el aumento de la presión fiscal, que no saben mostrarnos nada más que lo poco que pueden ver, aunque todos esos problemas surgen a consecuencia de una concepción de la economía cada vez más obsoleta. Y al hacerlo así, nos impiden entender que esos mismos problemas se pueden resolver muy bien desde una concepción económica totalmente nueva. Además, la deuda pública de muchos países está alcanzando niveles insostenibles y secretamente alarmantes que no se pueden compensar con más endeudamiento. Pero eso es precisamente lo que hacen y la deuda sigue creciendo, aunque saben que no podrán hacerlo indefinidamente.

Quienes toman decisiones económicas de gran calado forman parte de estructuras muy jerarquizadas verticalmente, lo cual restringe enormemente su capacidad para cuestionar la naturaleza fundamental del sistema económico del que forman parte. Por este motivo, parece muy necesario añadir cierta transversalidad al conocimiento de algunos aspectos básicos de nuestra economía que resultan fundamentales para nuestro desarrollo y nuestro bienestar. Porque solamente así quienes no formamos parte de esas estructuras jerárquicas podemos abordar el cuestionamiento de este mismo sistema, porque cuestionar una situación determinada es tanto un derecho como una necesidad de cualquier sistema, aunque haya distintas formas de hacerlo, y porque democracia también significa empoderamiento social en materia de conocimiento.

Ya sería hora de comenzar a despertar en nuestro país algún interés sobre este asunto, pues probablemente resulta mucho más importante y determinante para nuestro bienestar que muchos otros temas a los cuales dedicamos tanta atención mediática, aunque también la merezcan indudablemente, pues muchos de nuestros más graves problemas actuales son el resultado de un sistema económico totalmente desfasado que cada vez se revela más incapaz de resolverlos, razón por la cual ni siquiera puede aportar ninguna otra solución que no sea conceder más créditos.

¿Acaso vamos a dejar que otros países tomen la iniciativa sin contar con nuestra participación? ¿Qué haremos después? ¿Nos dedicaremos a practicar el adictivo deporte de la queja? Aunque no seamos los primeros, quizá llegando un poco más tarde lleguemos también un poco mejor.

“Solo si logramos entender la naturaleza del dinero y el funcionamiento de nuestro sistema monetario actual, entonces seremos capaces de construir un sistema económico mejor”. ____________

Óscar S. De Rus es socio de infoLibre.

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