Librepensadores

De Cieza y su campeón mundial

Javier C. Fernández Niño

Tendemos a identificar ciudades, pueblos y lugares con sus personajes célebres. Esta identificación se hace más patente y sencilla cuanto más pequeño es el lugar en el que nació ese personaje. Así pues, tendemos a identificar Fuendetodos con una inmensa pinacoteca, Canero (Asturias) con el laborario bioquímico más avanzado, o Fuente Vaqueros con un teatro erigido y anclado en el 36. Y en este recorrido por la geografía iconográfica española, llegamos a Cieza. Esta ciudad murciana está en el mundo gracias al récordman Teodoro –Teo– García Egearécordman, desbancando del primer puesto del conocimiento popular a José Antonio Camacho.

La hazaña de este personaje, que se remonta a 2008, no es otra que conseguir lanzar, con su boca, un hueso de aceituna, en la especialidad de “mollar chafá”, hasta casi 19 metros. ¡Quién iba a decirle al bueno de Teo que lo que iba a lanzar por su boca, fueran huesos de aceituna, chistes, diatribas, insultos o absurdos superlativos, iba a llegar, no a decenas de metros, sino a centenares y miles de kilómetros de distancia! Y más si tenemos en cuenta que, según sus propias declaraciones, nunca pensó que sobrepasaría los once metros. Seamos bien pensados y convalidemos la marca y trofeo conseguidos, pese a las razonables dudas que las circunstancias en las que este auténtico fenómeno está envuelto, a saber: el conservador equipo al que pertenece está condenado por la Audiencia Nacional (sentencia recurrida ante el Supremo) por corrupción, y que, cuando Teo, ingeniero de Telecomunicación, consiguió el entorchado mundial (2008), él mismo ocupaba el cargo de concejal de Nuevas Tecnologías y Juventud del Ayuntamiento de Cieza. Como murciano también, y para “hacer patria”, no seré yo quien impugne los logros de mi paisano basándome en que el certamen que le encumbró se celebró en la misma Cieza, que su cargo de concejal influyera en que los metros de la vara de medir se acortaran convenientemente o que, por su profesión, inventara algún tipo de dispositivo bucal indetectable, financiado por...

Diez años después, este auténtico campeón está en la cresta de la ola, intentando llevar en volandas hasta la victoria total (y más allá) a su líder, Pablo Casado. Su empeño es digno de elogio. En su afán, Teo olvida que, bajo su dirección directa, como jefe de campaña y como secretario general, el PP ha cosechado los peores resultados electorales, tanto en la generales del 28A como en las municipales y autonómicas del 26M, desde que ese partido se refundó allá por los años 80 del pasado siglo.

Lejos de reconocer lo obvio, el bueno de Teo se olvida, y pretende que olvidemos, su fracaso personal y colectivo en torno a unas cuantas frases de laboratorio, a caballo entre el mantra y la pataleta.

Su concepto “estrella” es “los constitucionalistas”. No sé la razón, quizás por ser algo instintivo, por la que cada vez que escucho a Teo (o cualquiera de su coro, sea éste pepero, ciudadano o voxiferante) aludir al “constitucionalismo” me viene a la memoria la película de Manuel Gómez Pereira: ¿Por qué lo llaman “constitucionalismo” cuando quieren decir “derecha dura”? Dejemos de lado la doctrina del Tribunal Constitucional, que no exige “militancia constitucional”, por lo que se deduce que todos los partidos políticos son constitucionalistas salvo que se declare su ilegalidad, para centrarnos en el significado que la derecha, la derechona y la derechita (cobarde o no) da a este concepto: constitucionalistas son los que defienden la unidad de España como unidad de destino en lo universal (¿de qué me suena ésto?). Teo, la Constitución Española del 78 tiene 169 artículos, cuatro Disposiciones Adicionales, nueve Disposiciones Transitorias, una Disposición Derogatoria y una Disposición Final, y no solo los dos artículos en los que Teo y el resto de “constitucionalistas” la quieren resumir: el dos y el 155. Me creeré su “constitucionalismo” cuando defiendan con el mismo ahínco, por ejemplo, el artículo 31 (“Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica...”), el 38 (“ Los poderes públicos garantizan y protegen su ejercicio -el de la libertad de empresa- y la defensa de la productividad, de acuerdo con las exigencias de la economía general y, en su caso, de la planificación.”), el 128 (“Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general.” y no a Génova 13), o la Disposición Adicional primera (“La Constitución ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales.”). Un breve recorrido por las hemerotecas nos evidencia el olvido intencionado o el desconocimiento inconsciente del texto que estos “constitucionalistas” dicen defender. Es más, en el colmo de su defensa del “constitucionalismo españolista”, no dudan en pactar con quienes abiertamente han declarado que van a dejar sin efecto, no un artículo o dos, o tres, sino todo un título de esa misma Constitución: el Título VIII, en el que se establece la Organización Territorial del Estado.

Otro de los latiguillos que gusta utilizar a nuestro nunca bien ponderado Teo (y no solo a él), es el de que España, con el Gobierno del PSOE, está en manos de los populistas, los nacionalistas, los separatistas, los comunistas y los bildu-etarras. He de confesar mis limitaciones para distinguir si cuando Teo, con su mejor cara de poder de convicción, desgrana esta serie de conceptos lo hace describiendo las partes de un todo, o si es una descripción enumerativa. En el primer caso, denotaría cierta confusión mental y conceptual de quien así engloba entes tan distintos; mientras que si estamos ante el segundo de los supuestos, Teo incurriría en ciertas contradicciones, convenientemente aderezadas con algunas mentirijillas piadosas que, como pecado venial, su confesor saldará con leve penitencia. Rebatir todos y cada uno de estos conceptos es fácil: argumentos hay tantos que me llevarían a una extensión de estas líneas abrumadoramente aburrida para el lector. Pero no me resisto a sonreír al pensar en el mal que han infringido a España nacionalistas como Labordeta o comunistas como Rafael Alberti. Es lo que tiene la mezcolanza indiscriminada, que no se sabe dónde empieza la razón y dónde acaba el disparate.

El fino análisis que hace Teo de lo sucedido en Navarra, con la proclamación de María Chivite como presidenta de la Comunidad Foral, sustenta su pensamiento político: ¿qué pacto ha hecho el señor Sánchez con los bildu-etarras para conseguir la abstención de cinco de sus siete parlamentarios? A esta pregunta respondo con otra: ¿qué pacto ha hecho el señor Casado con los bildu-etarras para que dos de sus siete representantes votaran en contra de esa investidura, mismo voto que el de la coalición Navarra Suma? Puestos a fantasear...

Y ya que hablamos de fantasías, o de delirios, nos encontramos con la sagaz propuesta de Teo para investir nuevo presidente del Gobierno: que todos se abstengan ante la candidatura de Pablo Casado, apoyada por Rivera y Abascal. Hay que tener cuajo para pedir una abstención ante la sacralización de la foto de Colón en el Parlamento. Olvida Teo que la propuesta emana del Jefe del Estado, el rey Felipe VI, que lógicamente se preguntará por la estabilidad de un gobierno que cuenta con, a lo sumo, un apoyo de 149 diputados, y cuya consecuencia más o menos inmediata es una nueva convocatoria electoral (luego dicen que España no puede volver a unas elecciones generales en tan corto espacio de tiempo). Tengo una propuesta en la misma línea: ya que en segunda votación solo se necesitan más síes que noes, ¿por qué no proponemos a Joan Baldoví con el apoyo del partido de Revilla y la abstención de los 348 diputados restantes? Teo, Teo... ¿qué llevan esas aceitunas que comes para luego escupir sus huesos?

Como queda claro, el ingenio de Teo no tiene límites. Ingenio, sagacidad y premura son las características que adornan al secretario general del PP que, en jugada maestra, se ha apresurado a registrar la marca “España Suma” con el sano anhelo de extender su experimento navarro a todo el territorio nacional. Tanta ha sido su prisa que, por lo que se deduce de la reacción de Cs, se olvidó de consultar esta iniciativa con los de Rivera (que parece haberle dicho algo así como “súmate a ti mismo”). Pero el logro más significativo es que, con esta iniciativa, Teo se consagra como un auténtico revolucionario de las matemáticas, al desprender de ellas su carácter de ciencia exacta: nunca una “suma” puede suponer una resta tan significativa en derechos y libertades, en progreso y avances sociales, en europeísmo y valoración externa de nuestra España.

Más pronto que tarde, el incansable Teo se retirará a su bien ganado descanso estival, una vez que ha concluido con su papel de sustituto de su amado, y ahora barbado (bien o mal, va por gustos), líder. Su última actuación, acompañando a la recién proclamada presidenta de la Comunidad de Madrid, ha puesto broche de oro a un frenético y fructífero verano. Su sonrisa picarona, su “repeinao” impecable, ha espantado del ideario popular las sombras de impagos de “IBIS” o posibles alzamientos de bienes. Con esa planta, con ese encanto tan suyo y personal, Teo sigue consiguiendo que Cs siga haciendo lo contrario de lo que dice (regenerar la vida pública, no pactar nunca con Vox), a la par que, como buen católico, acude en peregrinación a escuchar la carta pastoral de Monasterio.

Con tanto y bueno hecho, no alcanzo a entender cómo en las últimas elecciones municipales su partido sufriera en la ciudad que vio nacer al plusmarquista Teo la pérdida de la mitad de los concejales que tenía. En su retiro de verano, entre hueso y hueso, Teo se refugiará en el refranero para consolarse con un “nadie es profeta en su tierra”, mientras que muchos más emularemos a Bogart: siempre nos quedará Cieza. ____________________

Javier C. Fernández Niño es socio de infoLibre

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