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El abuelo metralleta

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Juan Cabrera Padilla

Hubiera preferido reproducir aquí de manera literal el comunicado que el jefe del Estado Mayor de la Defensa emitía el pasado 4 de diciembre para que nadie tuviera la sospecha de que interpreto lo que dice. Lo lamento, en el momento de escribir estas líneas, no lo había encontrado, de modo que utilizo una fuente secundaria: lo que las agencias de noticias han publicado que, siendo prácticamente lo mismo todas ellas, cabe suponer que reproducen una nota de prensa del Ministerio de Defensa.

Tras resumir cual es la labor de las Fuerzas Armadas, acorde a la Constitución y las ordenanzas, dice el general Villarroya que las opiniones de los firmantes de las cartas al Rey, que son también quienes intervienen en el chat de WhatsApp cuyo contenido estamos conociendo desde hace unos días “[...] no pueden considerarse representativas del colectivo del que formaban parte con anterioridad".

En puridad, sería así, claro. Son militares retirados. Por eso y en lo que concierne a los Ejércitos, esto no pasaría de ser por ahora y salvo que la Fiscalía encuentre otros indicios, cosa de jubilados ociosos. Pero en absoluto es eso.

Esos militares retirados tuvieron mando hasta hace no mucho tiempo. No en la posguerra o en los primeros años de la Transición; no son tan mayores. Mandaron sobre la oficialidad y la tropa y gestionaron recursos públicos en democracia. Y no cabe pensar que sus manifestaciones de ahora –directamente ilegales si estuvieran en activo– son efusiones ideológicas sobrevenidas.

¿Hay militares en activo que hubieran firmado esas cartas de no estarlo? Personalmente no tengo ninguna duda aunque no tengo pruebas de ello. O sí. ¿Alguien sabe qué mando permitió a Ortega Smith entretenerse en hacer ejercicios de tiro con un arma de reglamento? No creo que fuera un general retirado, ¿verdad?

No, lo de estos generales y otras hierbas forma parte de un estado de opinión que atizan de palabra y de obra Vox, el PP y Ciudadanos a ratos, algunos medios de comunicación y una serie de francotiradores encantados de conocerse a sí mismos, con un argumento básico: el Gobierno es ilegítimo y para acabar con él todo vale. Ellos señalan y estos energúmenos se toman las cosas al pie de la letra. De primero de fascismo.

Como yo no me puedo creer que esa gente esté desconectada de sus compañeros en activo, creo que es vital que el Gobierno sea consciente, actúe con la discreción que exige el caso y se tome en serio estas presuntas ensoñaciones.

Juan Cabrera Padilla es socio de infoLibre

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