Dani Mateo: “La risa como terapia puede ser muy práctica”

En su día, aquel personaje del bufón -tan finamente retratado en pintura por Velázquez o en literatura por Shakespeare- se correspondía con un tipo del pueblo, uno más de entre tantos que, por la gracia de su lengua viperina, se podía permitir el lujo y el placer de poner en su sitio a los poderosos. Aunque efímeramente, reyes y cortesanos paladeaban así los sinsabores existenciales de los simples mortales. Y oiga, a ellos como que parecía que hasta les gustaba. Quizá, nunca se sabe, algún día conozcamos cómo reciben nuestros en apariencia no demasiado joviales gobernantes los embates de los descendientes actuales de aquellos burlones. Material, tienen de sobra como para mirarse en el espejo deformante del humor y ver cómo quedan reflejados. Al que ya produce en El intermedio (La Sexta) y en su programa de Los 40 principales Yu: no te pierdas nada, Dani Mateo añade ahora nuevos e inéditos monólogos (a excepción de tres que se remontan a sus inicios) sobre temas de calado como la política, las relaciones interpersonales o las intrincadas conexiones entre los pepinillos y la calvicie genital, todos en formato texto bajo el nombre de La risa os hará libres (Planeta).

“Esto no es un libro, no quiero que nadie se lleve a engaño”, se arranca el cómico (Barcelona, 1979), colaborador también de infoLibre con su videoblog Neutrinos y, sí, tan dicharachero al natural y de buena mañana como en sus intervenciones en pantalla de plasma. “Esto no es No estamos locos: esto es un libro para leer cuando se te atragante el de Wyoming. Para cuando dices: voy a la playa, ahora en Semana Santa, y allí me viene mal leer sobre geopolítica y necesito algo que pueda dejar en un momento dado, porque el chiquillo me está metiendo arena por la nariz. O si estás leyendo un libro muy sesudo sobre la Europa de la Troika y dices: ya tengo ganas de ponerme una soga al cuello, y empiezas a mirar la viga con ojos golosones. En ese momento, lánzate a mi libro y léete dos capítulos. Sirve para airear, para desengrasar, pero que nadie busque aquí un discurso, un análisis, una teoría”.

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Le hagan caso o no, la cuestión es que sí encontrarán una suerte de propuesta de tesis entre estos renglones escritos a base de “verdad vomitada”: “Tal vez la única enseñanza de estas páginas sea que el mejor antídoto contra la parte fea de la vida es el humor”, dice en su introducción, a la que acompañan otras dos firmadas por El GranWyoming y Javier Cansado. “Y –aunque esto suene pretencioso- quizá la risa sea también una vía de acceso a la auténtica realidad”. La cosa, fuera bromas, tiene su trasfondo. “Reírse de las cosas no es frivolizar, aunque lo pueda parecer”, subraya él. “A veces las cosas te pueden llegar a paralizar, el miedo es muy paralizante. Y la risa, si te quedas ahí riéndote todo el día como un gilipollas, pues no, pero si la utilizas como terapia para sacudirte el miedo, puede ser muy práctica. Yo aquí lo que comparto son miedos, y formas de enfrentarme a esos miedos o complejos, o dudas que a veces no sé cómo resolver, pero que son muy graciosas, y solo con eso ya tienen una utilidad, que es hacerte la vida un poco más agradable”.

La inspiración, que cuenta le suele visitar en esos ratos perdidos del día (que casualmente le suelen pillar en el baño), proviene de lugares sombríos como la misma realidad, aunque también de otros un poco menos pesantes. “A veces son noticias absurdas, pero la mayoría de veces me doy cuenta de que son noticias trágicas, de estas que tenemos a diario en infoLibre, de las que dices: ay dios mío, no, otra vez, otro hijo de puta haciendo hijoputeces”, amplía la información. “Y a mí me parece que esa es la única forma sensata de enfrentarse a los problemas: con una sonrisa y con perspectiva, no perdiendo nunca la referencia de que somos monos que nos hemos venido arriba, y que somos una anécdota en el universo”. Ya conocen pues los secretos de la mente del humorista, que desvela que lo suyo le viene desde pequeño, de pasarse las horas leyendo tebeos de Mortadelo y Filemón. Por eso cita a Ibáñez como uno de sus más antiguos héroes, a cuyo escuadrón se han ido sumando con el tiempo nombres como Buenafuente, Bill Hicks, George Carlin… y, claro, El Gran Wyoming.

Aunque no sabemos cómo se toma Rajoy que le comparen con Millán Salcedo o que le saquen cantando Chino filipino, Mateo intuye que, como a los poderosos de antaño, a los nuestros, que tienen ración catódica de mofa -aunque muy seria- de lunes a jueves, algo también les debe cautivar. “El intermedio gusta hasta a los que lo criticanEl intermedio porque, estamos en lo siempre, contribuye a la paz social”, finaliza Mateo, que ha escrito con este su primer libro. “Poderse reír de cosas tan indignantes hace que la gente hable para reunirse y montar una plataforma ciudadana en vez de para quemar containerscontainers. Incluso los más críticos saben que es conveniente, porque nadie se cree este país de colorines y arco iris que pintan en un montón de medios, ese discurso solo anima a los muy ingenuos o a los muy vendidos, a los muy cínicos”.