Música

Fito: “No se cambian las cosas por iniciativa, sino por presión; esa es la pena”

El músico Fito Cabrales.

Cinco años no son nada. Al menos para Fito Cabrales, que sigue como le recordábamos: con su característica boina, sus patillas y sus gafas de sol, que mantiene puestas a pesar de estar a puerta cerrada. El músico y su banda, los Fitipaldis, vuelven a escena después de un tiempo en el que el músico bilbaíno ha estado haciendo “un millón de cosas”, entre ellas también empresas musicales, tocando con otros grupos y, sobre todo, componiendo las nuevas canciones de Huyendo conmigo de mí. Con el recién estrenado álbum de estudio, que incluye un documental del making of, la banda se echará a la carretera en una gira para la que ya han agotado las entradas en sus dos citas madrileñas, la segunda convocada por la aceptación de la primera.

En un céntrico club de la capital, el cantante y compositor (Bilbao, 1966) recibe a la prensa sin dar muestras de cansancio. Simpático y energético, da cuenta de cómo por primera vez en sus 25 años de carrera, sumando su etapa en Platero y tú y la actual con Fito y Fitipaldis, ha tenido que sacar a colación la política en sus letras, en un tema, Nada de nada, en el que canta sobre el rictus de enfado que se le forma en la cara al ver el panorama: “dime si sonrío con la gravedad adecuada”. Cuando no se acuerda de estas cuitas, entonces, sí, se ilumina. 

Han pasado cinco años desde el último disco de estudio. Tú mismo cuentas en la ficha de presentación que no es que seas un vago, que has estado haciendo un millón de cosas… Pero estar cinco años en silencio es algo que seguramente un músico menos asentado no se podría permitir, porque se olvidarían de él. ¿Sientes esa tranquilidad de saberte reconocido?

A ver… De alguna forma sí. Si es una banda o un artista que está empezando no puede estar cinco años. Lo primero, porque es muy fácil que se olviden de ti y porque seguro que económicamente es insostenible, estar cinco años parado. Eso no quita que yo no tenga mis dudas de si se acuerdan de mí (se ríe), pero esos cinco años no he dudado de que estaba en la música, no he estado cinco años encerrado en mi casa: hemos hecho giras de teatros, hemos colaborado con Rosana, con Rosendo hace poquito, MClan recientemente también, con el hijo de Rosendo… No sé, en mi vida no he estado desconectado de la música, pero tienes razón: quizá, si no me lo pudiera permitir, la necesidad me haría componer más, no lo sé.

Con el paso del tiempo has ido acumulando fans, y ahora los tienes desde los más jóvenes hasta otros más mayores. ¿Cómo vives esa relación con ellos? ¿Eres de los que le paran por la calle?

Esa relación se vive muy agradable. Yo tengo 48 años, ¿no? Entonces, sigues manteniendo tus conciertos, y la gente que compra tus discos muchos tienen tu edad, porque venían paralelos a tu carrera, con Platero… Pero por otro lado, siempre lo digo: el rock and roll es joven. Si no tuviera gente joven, si a los hijos de la gente de mi edad no les interesara, si ya no viera a gente joven en los conciertos… ¡buf!, creo que no me gustaría tanto. Porque en el rock and roll tiene que haber chavales jóvenes. En lo demás… ¿me has preguntado si…?

Que cómo vives la relación con los fans.

Eso. Pues la verdad es que solamente vivo la relación con los fans cuando estoy de promo o cuando tengo conciertos, porque si no yo soy un tipo aburrido que vive en Gernika y me gusta lo que hago, es decir, me gusta estar ahora mismo retirado, digamos, del montón, de las ciudades grandes. Y por la calle, pues sí, fíjate qué pintas tengo, se me reconoce enseguida, pero bueno, la ventaja es que toda la gente que puede venir a darte un apretón de manos… o sea, que solo se acercan los que les gusta. Lo bueno de esta profesión es que si a alguien no le gustas no tiene que venir y darte un puñetazo, simplemente no va. Cuando recibes una visita para una foto o quieren un autógrafo, es siempre desde el cariño, porque si no no se acercan.

Ahora que estabas diciendo que el rock es joven… ¿Cómo ves el panorama de los jóvenes roqueros en España?

Pues… A ver, yo creo que los chavales jóvenes, los músicos jóvenes… Es como todo: hay lo bueno y lo malo. Por un lado, tienen una cantidad de información, de cultura, brutal. YouTube es brutal para eso. Yo, cuando compraba discos de Rory Gallagher, de Pink Floyd, de lo que sea, me los imaginaba, veía las fotos del disco, pero no sabía nada más de ellos. Y de repente, ahora dices: YouTube, pones la banda que tú quieras y hay 60 conciertos… La verdad es que 59 son una mierda sonando, pero bueno, ya los ves. Todo eso, los chavales lo asimilan. Y ya no tienen solo su música: tienen su puesta en escena, saben que pedales llevar, qué amplis, qué guitarras… Tienen más cultura, porque les llega todo instantáneamente. Y por otro lado, ¿de qué sirve todo eso si no tienes dónde tocar? Si tú estás condenado a no tocar: ¿para qué ensayas? Sí puedes ensayar por el placer de tocar, pero siempre vas a hacer más esfuerzo si tienes una meta. Aunque sea tocar donde sea: en el bar más pequeño, inmundo, infecto del mundo, pero tocas allí. Entonces te lo tomas más en serio: te preocupas más porque no haga ruido el ampli, por tener la guitarra preparada, porque no se desafine, porque los cables están bien… En un ensayo a lo mejor te da igual que suene algún ruidito, pero en un escenario, aunque sea tocando para tus amigos, ya no mola nada. Y eso es lo que hace oficio: el tocar. Entonces, hay esa contradicción que te cuento: por un lado tienen la información, incluso si quieren saber cómo se toca cualquier canción, le dan a un botón y salen 25 tíos explicando a cámara lenta cómo lo tocas, y por otro lado no tienen lo realmente necesario: el teatro, el preparar un concierto, y eso es lo que hace que las bandas suenen bien. ¿Cómo veo el rock? Pues en esa salsa.

Esto tiene que ver en parte con la crisis que estamos viviendo, en la que se está aprovechando para atacar la cultura. Con el IVA, los recortes y demás, los artistas lo tienen ahora muy complicado, sin embargo es un tema que no ocupa las portadas, porque se considera que hay otros temas más importantes. ¿Qué importancia le das tú? ¿Te parece preocupante?

¿Yo cómo lo veo? Es mi vida. Me parece desquiciante. Hay gente que debería ser mucho más cuidadosa, porque tienen un cargo importante, porque depende de ellos lo que suceda con la cultura. Porque yo puedo ser un despistado, me da por culo lo que suene en la radio, la tele, los libros, la música… Me puede dar igual, yo paso de todo, pero si yo tengo un cargo tengo que cuidarlo. Porque al final, ¿alguien me pude decir qué queda, aparte de la cultura? Lo único que queda es lo que eres capaz de transmitir, el resto te lo llevas. Y eso que eres capaz de transmitir es cultura. A veces suena como una cosa muy de levita, pero a veces es un comentario que haces, y creas cultura alrededor de ese comentario. Y a veces es un trazo de un dibujo, y a veces es un chiste en un diario. Todo eso es cultura: todo lo que eres capaz de transmitir es cultura. Y si eso no se pone como lo primero, es que algo va mal, va muy mal, sobre todo cuando la gente que manda, la que decide, los que hacen que eso pueda ir mejor… Incluso yo no pido que apoyen la cultura, no pido que la apoyen, pero que no haya zancadillas. Porque la música, el arte, el teatro… no necesita tanta ayuda. Si ya hay actores, músicos… que vamos a intentarlo todo el rato. Hay muchos músicos, muchos pintores, mucha gente en cualquier rama. Y lo vamos a intentar aunque salga mal, aunque salga bien… Eso es imparable. Así que vale, no apoyes, pero quítame ese puto IVA (se ríe). O sea, no hace falta que me empujes, ya tengo yo empuje, pero no me pongas zancadillas, eso es lo único que yo pido. Nada más.

Y luego está la crisis del sistema, con su corrupción y demás alegrías, que cada día nos trae una sorpresa nueva, y tú te has lanzado a comentarlo. Es algo que le ha pasado a otros músicos, que antes no hablaban de política en sus letras pero ahora sí lo hacen. ¿Lo has sentido como inevitable, el tener que hablar de esto?

Sí, claro que era inevitable, porque a mí no me gusta tratar esos temas, no porque no los piense, sino porque cuando escribo sobre algo, creo que algo me funciona mejor, me da más recompensa, y eso no me da recompensa. Pero es verdad que era inevitable, y tenía claro que iba a hacer una canción para decir algo. Ahora, no sabía muy bien qué lenguaje usar, y eso me daba un poco de miedo. Se me ocurrió lo de dime si sonrío con la gravedad adecuada y dije: pues mira, ya lo tengo, voy a seguir por ahí. Cuando escribo canciones normalmente yo no sé a dónde voy a ir, me pongo una frase que se me ocurre que puede suceder a otra, las voy apuntando, esa me lleva a otra… A veces es simplemente algo estético, a veces es algo que cuadra con la melodía, a veces es algo que te hace gracia… Pero en esta canción sí que tenía claro el objetivo cada vez que cogía el bolígrafo, que era este, y eso en mí no es muy normal.

Por lo que cuentas, tu método para componer es a partir de una frase y luego sale la melodía… ¿Es siempre así, o cómo compones?

La gente que escribimos letras, que no escribimos novela, ni poemas, sino letras, estamos un poco supeditados a las melodías siempre. En este disco he intentado que no me atara tanto la melodía, pero al final no me resultaba mucho porque tenía que pensar en la melodía. Son cosas que a lo mejor la gente puede notar o no puede notar. Yo, como me preguntas, te respondo: intento que la primera parte no se cante igual que la primera parte, intento que cada estrofa entre en un acorde, en un ritmo o en un compás diferente, pero eso es simplemente porque intento escribir diferente. Sí que intento escribir cada estrofa diferente pero en el fondo no puedo irme de la melodía tampoco, con lo cual tengo que inventarme otra melodía y tengo que entrar en otro compás o en otro acorde. Pero bueno, son tonterías que uno piensa por seguir manteniendo un poco de diversión, o bueno, no sé si diversión, pero de repente me parece más interesante así.

Volviendo al tema de la crisis, que estábamos comentando antes, ¿eres de los que sigue la actualidad o intentas evadirte de todo esto?

No intento evadirme, la verdad. Me levanto, voy a correr, vuelvo a casa y prontito me pongo a comer, justo con LaSexta, con Al Rojo Vivo, peleándose todo el mundo… Si quisiera pondría el National Geographic, o pondría a Bob Esponja (se ríe). De alguna forma es como que no puedes obviarlo, no lo intento. Sí es verdad que ahora que estoy de promo, desde que salí de casa el fin de semana no he puesto la tele. Y estoy más tranquilo. Pero eso es como la avestruz, un poco: como no lo veo, no me duele.

Pues te has perdido otra tanda de imputados… otra tanda de imputados

Ya, ya. Imagínate, me ha pillado en la promo… Ayer me llamaba la gente: oye, que no puedo ir, que ha pasado esto… un caos. Pero no te voy a mentir: no intento no enterarme de nada, porque no puedo dejar de querer saber.

¿Y lo vives en negativo o en positivo? ¿Qué perspectivas crees que tiene todo esto?

En el fondo, sé que las cosas cambian a mejor. Pero claro, ¿cuánto tardan? ¿Cuál es el aguante que puede tener una persona normal? ¿Cuántos muertos deja eso? Muertos, en el sentido de cuántas bajas deja eso. Pero sí cambia. La presión cambia. Incluso si te das cuenta, el PP, el PSOE, los de siempre, están intentando dar una sensación de que se están renovando. No me lo creo, pero están intentando dar esa imagen, porque no les queda más remedio. Esa es la pena: que no se cambian las cosas por iniciativa, sino por presión. No se hace una ley de transparencia por iniciativa, no se busca la igualdad. Solo se hace cuando de repente sale toda la mierda, y sale todo lo que ha pasado, entonces se ven en la obligación de hacerlo. Si no hubiera sucedido nada, si no hubiera periodismo, no se hubiera cambiado nada. Ahora el periodismo ha sufrido una gran revolución, y tiene otro papel, que siempre lo ha cumplido, pero ahora de la hostia: incluso se cuenta con la ciudadanía para hacer periodismo. Entonces, hay una presión hacia el gobierno brutal, que antes no se hubiera podido ejercer, quizá. La pena es esa, que se ven obligados.

Volviendo a los temas que tratas en tus canciones, hay uno que parece estar siempre presente, y que en este disco expresas en el título del disco, 'Huyendo conmigo de mí', que tiene que ver con la idea de la eterna insatisfacción…

(Se ríe) Sí, soy un mar de dudas.

¿Y no se cura esto?

No es que no se cure. A ver, yo podría hablar contigo de cosas que me parecen muy seguras, y sobre las que tengo muchas certezas, pero cuando tengo que coger el folio en blanco y escribir sobre algo… Si le dijera a cualquier persona: toma estas hojas, coge un bolígrafo y escríbeme lo que tú eres respecto al mundo. No en plan soy guapa, soy muy divertida… Eso no: descríbete de verdad. Mírate para adentro y tú respecto al mundo y el mundo respecto a ti, ¿cómo sois? Ahí saldrían todas las dudas del mundo. Y como yo cuando escribo, escribo sobre eso, quizá puede dar la imagen de que estoy en un mar de dudas, que es cierto, pero sobre todo porque cuando me acerco al papel es para buscar.

Has hablado muchas veces de tus referencias musicales pero yo te quería preguntar por tus referencias culturales. ¿Qué escritores, qué cineastas… te inspiran?

Bueno, yo creo… Creo no, mira, tengo una certeza (se ríe): todo lo que escribo realmente no tiene un germen literario, es musical. O sea, que lo que más me ha influido a la hora de escribir han sido los cantantes, las bandas. Que luego a mí me interesan los libros, pues muchísimo, pero no sé si eso me deja poso para lo que yo reflejo. Escritores me gustan millones, ahora estoy leyendo un libro que es maravilloso, El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, que habla de todos los problemas, los trastornos de la cabeza. Y fíjate, que es una cosa que no sabes muy bien cómo te puede interesar, pero fíjate, está tan bien escrito que es apasionante, cada paciente que te relata es como: '¡Hostia, yo no sabía esto!' Del párkinson sabes dos tonterías, pero no sabes la cantidad de cosas inauditas que hay. Y como está muy bien relatado, te puede interesar. En el fondo, con los discos, o con el cine, no me interesan tanto autores ni estilos, sino los resultados. Te puede interesar cualquier cosa, y lo mismo puedo leer eso que un libro que, como me gusta correr, que hable de técnicas. Y siempre me han encantado los cómics, y las novelas la verdad es que a lo mejor me compro cinco y me leo tres, porque el resto no puedo con ellas, pero eso me pasa con los discos: me compro diez y escucho cinco, porque no puedo con los otros cinco. Cuando te hablan de música parece que todo el mundo es muy sectario, y te dicen, 'conoces esto', o 'esto no lo quiero oír', y todo eso me parece horrible. En el fondo, todo lo que sea música, arte, pues solo me gustan las cosas buenas: las que me llegan. Y si alguien tiene el talento, como esto que te digo de El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, que tiene un talento tal que yo, que no tengo estudios, no tengo ni idea, estoy apasionado leyendo los casos clínicos, porque el tipo es escritor y es científico. Es como si alguien escribe sobre el universo y es capaz de enganchar a alguien que no estudie ciencias. Y eso es lo que me pasa con la música, con las películas, los cuadros, y me pasa con todo.

¿Y dónde te ves dentro de 10 o 20 años? ¿Tienes planes de futuro?

¡Uy! No me veo en otro sitio que no sea tocando. Ahora ya, si me dices en el Palacio de Deportes o en un bar de mi pueblo, eso no lo sé, ahí ya tendría más dudas. Porque además, diez años es un plazo tan largo… No se me ocurre otra cosa que no sea tocando o haciendo canciones, quizá porque no tengo alternativa, no sé hacer otra cosa. Ahora, a lo mejor también me veo retirado, con tres hijos, que tengo dos y ahora me viene una niña, y feliz. A lo mejor, no lo sé, haciendo otro tipo de vida diferente. Pero creo que me costaría mucho olvidarme de la música. No me costaría a lo mejor tanto retirarme de las giras o de los discos, pero claro, no tener un proyecto musical, aunque fuera quedar con dos amigos para tocar todos los viernes, eso no lo veo, la verdad. La música yo creo que siempre estará ahí, y no solamente por amor, sino por incapacidad de hacer otras cosas. Me puedo entretener, me gustan las motos, me gusta correr, me gusta hacer una vida normal, quedarme en mi casa, pero algo que me llene tanto como la música, no lo he encontrado todavía.

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