Fotografía

Coburn, prestidigitador de la forma

'El pensador', George Bernard Shaw, 1906, obra de Alvin Langdon Coburn.

Su vida, que empezó en la vibrante Boston, alcanzó su punto final al otro lado del gran charco, en la perennemente verde Gales. Dos extremos que marcaron su existencia y con ella su trabajo, fundamental en la evolución de la fotografía como forma de arte.

Alvin Langdon Coburn (1882-1966), que acabaría retirado en un convento en busca de la espiritualidad y el misticismo que faltaban en su mundana cotidianeidad, fue uno de los principales impulsores de la abstracción fotográfica, a la que llegó desde el pictorialismo imperante en su época.

A modo de rescate de uno de los nombres más desconocidos de aquellos albores de un nuevo arte, la Fundación Mapfre acaba de presentar en Madrid una exposición con una selección de algunos de sus mejores trabajos, que se mantendrá abierta hasta el próximo 8 de febrero.

Atrapado por la fotografía desde la temprana edad de los ocho años, Coburn participó en la fundación en Nueva York, en 1902, del hoy mítico grupo Photo Secession, junto Alfred Stieglitz y Edward Steichen.

Un año después ingresaría en el británico Linked Ring, rubricando esa relación de ida y vuelta entre EEUU y Europa que definiría su producción, prolija a pesar de que el artista abandonó tempranamente su carrera en pos del sosiego monástico, espantado por el horror de la Primera Guerra Mundial.

Mientras que sus compañeros se afanaban en emular la pintura a través de los objetivos de sus cámaras, concentrados en la captación de retratos y paisajes naturales, Coburn se armó de su cámara para capturar la belleza de los entornos urbanos industrializados.

De la mano del poeta perdido Ezra Pound se introdujo en el mundo abstracto del vorticismo, estilo derivado del cubismo pictórico del que él se convertiría en pionero en su aplicación fotográfica, en lo que llamó vortografías.

Organizada en sentido cronológico, la muestra, que despliega unas 180 imágenes, sigue la evolución a trompicones de la carrera de Coburn. Empezando por sus primeras obras, realizadas entre 1900 y 1905 bajo la influencia de la lírica pictorialista, la visita se mueve hacia sus trabajos de retratos, también llevados a cabo en torno a esos años.

Relacionado con lo más granado de la intelectualidad de la época, el fotógrafo enseguida adquirió fama por su capacidad de condensar la psicología de sus personajes de manera penetrante y sin ambages. Auguste Rodin, George Bernard Shaw, Henri Matisse, Mark Twain o Henry James

, entre otros tantos, se prestaron para posar ante su cámara, que los inmortalizó en algunas de sus instantáneas más icónicas.

A partir de ahí, Coburn no dejó quietas las maletas, siempre viajando para plasmar sobre el papel las formas que dibujaban ciudades como Londres, Nueva York o Boston, y posteriormente villas bañadas por el sol como Cádiz y Nápoles.

De esa etapa, que abarca hasta 1913, datan imágenes como su famoso El Pulpo, fotografía  de Madison Square Park tomada desde lo alto de un rascacielos en la que pueden verse los brazos que salen de una glorieta, que evocan la silueta del animal.

En paralelo, las formas sinuosas y geométricas presentes en la naturaleza se erigieron también en motivo de su obsesión. Las catarátas del Niágara, el parque de Yosemite o el Gran cañón del Colorado, todos en su EEUU natal, le sirvieron para materializar composiciones formalistas, en las que las líneas y curvas se convirtieron en protagonistas absolutas frente al fondo en sí mismo, y que dieron lugar a obras que abrieron el paso a una nueva forma de entender la fotografía, de la técnica al arte. 

*Créditos de las fotografías verticales:

'El pulpo, Madison Square Park',1909. GEORGE EASTMAN HOUSE

'Las mil ventanas, Torre Liberty', 1912. GEORGE EASTMAN HOUSE

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