Cultura

Iban Zaldua se arma de relatos contra la "visión unívoca" del conflicto vasco

El escritor Iban Zaldua.

En la presentación en Madrid de su último libro, Iban Zaldua (San Sebastián, 1966) reparte un pequeño cuaderno grapado, de un amarillo intenso, lo que parece una especie de fanzine. La cuartilla contiene un relato inédito en castellano que se titula "En busca de la Gran Novela sobre el Conflicto Vasco" y que está fechado en 2014. El texto loa a la ficticia Gentzane Argiñena, decidida desde la niñez a escribir la anunciada Gran Novela (las mayúsculas son de Zaldua) sobre la historia de la sociedad vasca. Con el habitual uso mordaz de la ciencia ficción, el autor imagina en él un macroprograma que pudiera contener todos los datos sobre el conflicto (y sobre toda la historia de Euskadi y de la humanidad en general), y que pudiera reflejar también todas las perspectivas de todos los seres implicados o no en el conflicto, de forma que la novela misma transformara la faz del País Vasco. 

Así se reía el escritor de la obsesión de la literatura vasca —y del mundo editorial español— por encontrar esa "novela definitiva" sobre el conflicto vasco. Y eso dos años antes de la publicación de Patria, de Fernando Aramburu, que la editorial Tusquets promocionaba como "la novela definitiva sobre más de 30 años de la vida en el País Vasco bajo el terrorismo". Unas horas antes de la presentación, con un té enfriándose en la taza, Zaldua señala su libro Como si todo hubiera pasado (Galaxia Gutenberg), que reúne 42 relatos sobre la historia reciente de Euskadi escritos entre 1999 y 2018. "Esta es mi novela", dice, medio en serio medio en broma. "Frente a la visión unívoca de la novela, yo creo en el relato como una manera de mirar a distintos lugares, desde distintas perspectivas, sin ese afán completista de abarcar toda la realidad".

 

Y no es nueva la fijación con encontrar el libro definitivo que explicara de una sola vez algo tan complejo como el terrorismo de ETA y su efecto sobre la sociedad a lo largo de décadas. Como si todo hubiera pasado es también el título de la descomunal novela ficticia en la que trabajaba desde hacía años el fantasmal escritor retratado en "Aquella novela", uno de los relatos recogidos en el volumen, publicado en euskera en 2004. Es uno de los textos que permanecían hasta ahora inéditos en castellano y que se une aquí a otros publicados en obras como Mentiras, mentiras, mentiras (2000), La isla de los antropólogos y otros relatos (2002), Itzalak (2004), Porvenir (2005), Biodiscografías (2011)... Pero parece que la obsesión se ha redoblado tras el best seller de Aramburu. ¿Es posible hablar de literatura sobre el conflicto vasco sin hablar de Patria? "Está claro que no, porque todos me preguntáis por ella", dice Zaldua entre risas. 

Antes de Patria, estaban los relatos sobre "La Cosa", como llamaba Zaldua y su cuadrilla al conflicto vasco, un apodo de ciencia ficción que casa bien con los intereses del escritor. En Como si todo hubiera pasado se suceden los relatos que imaginan otro pasado posible —viajes en el tiempo, cuentos que alteran la realidad que describen—, relatos que imaginan el regreso del pasado —apariciones fantasmagóricas incluidas— y relatos en los que el pasado es algo tan lejano que parece no haber sucedido jamás. Buena parte de ellos se escribieron y publicaron cuando ETA todavía mataba, antes de aquel alto el fuego "permanente, general y verificable" de 2011" y mucho antes de la disolución definitiva de la banda terrorista anunciada el pasado mayo.

"Se suele decir que la literatura exige perspectiva para acercarse a según qué temas, pero no sé si estoy de acuerdo", dice el escritor. Y menciona El silencio del mar, de Vercors (seudónimo de Jean Bruller), un volumen clandestino publicado en 1942 que retrataba la Francia ocupada, pero no solo la heroica resistencia, sino el colaboracionismo, que parece haberse quedado fuera del relato oficial. Pero a juzgar por la trayectoria de Zaldua sí que parece necesaria cierta perspectiva. El narrador cuenta cómo empezó a escribir sobre "La Cosa" a mediados de los noventa, un momento que coincide con el alejamiento de la "militancia partidista" —abandona Euskadiko Ezkerra en los ochenta, antes de que se integrara en el Partido Socialista de Euskadi—. "No creo que no se pueda hacer buena literatura militante, sí se puede, lo que pasa es que es muy difícil y hay que escribir realmente bien. Los que somos más normales", dice, como disculpándose, "tenemos que conformarnos con una literatura un poco más despegada en ese sentido".

No fue lo único que cambió en ese momento. A mediados de los noventa, Zaldua comenzó a escribir en euskera, que es ahora su lengua de producción, aunque él mismo traduzca luego sus textos al castellano. "No sé si es una casualidad, porque yo no soy un gran teórico y los análisis a posteriores son como son. Pero sí que intenté escribir un par de relatos sobre La Cosa cuando escribía todavía en castellano y los tuve que tirar", confiesa. Y había un tercer elemento que el escritor subraya: por aquella época se encontró con algunas de las obras que él considera fundacionales tanto para la nueva literatura en lengua vasca como para su propia literatura. Las nombra en la nota a la edición: Gizona bere bakardadean (El hombre solo, 1993), de Bernardo Atxaga; Hamaika pauso (Los pasos incontables, 1995), de Ramon Saizarbitoria; Kontaktua (1995), de Luistxo Fernandez; Joan zaretenean (Sin vosotros, 1997), de Jokin Muñoz. 

Bernardo Atxaga y "la lengua normal"

Bernardo Atxaga y "la lengua normal"

Y hay otro marcador de distancia más: el humor. La ironía que impregna gran parte de los relatos y que viene marcada, como destaca en el prólogo la escritora Edurne Portela, por una tercera persona "desalmada". La acidez está en la historia de un ertzaina infiltrado en una euskaltegi, una escuela de euskera. O en el viaje de verano de dos amigos por la costa levantina —spoiler: no van de vacaciones—. O en "Célula durmiente", que en 2010 imaginaba a dos últimos de Filipinas que permanecen en un piso franco ignorando que ETA ha entregado las armas. "El humor se ha demostrado como necesario", señala Zaldua, y nombra a Vaya semanita, el programa estrenado en ETB en 2003, y las tiras del dibujante Patxi Huarte, Zaldieroa, que bromeaba sobre ETA bajo el epígrafe The Organization. El humor, dice Zaldua, le ha evitado también cierto agotamiento: "No es solo que te dé esa distancia, sino que, en algo que dura años, acabas volviendo una y otra vez sobre los mismos temas. El humor te da otra perspectiva".

No parece que la literatura vasca vaya a dejar de volver una y otra vez a La Cosa. "Se va a seguir escribiendo de La Cosa porque es algo que ha marcado a generaciones enteras y a un nivel muy personal. Y seguirá interesando al lector del País Vasco en mayor o menor medida", despacha Zaldua. "Otra cosa es que interese fuera del País Vasco, porque yo no he visto que novelas como las de Aixa de la Cruz [La línea del frente] o Katixa Agirre [Los turistas desganados] hayan tenido gran repercusión, o el mismo Twist de Harkaitz Cano". La moraleja de "En busca de la Gran Novela sobre el Conflicto Vasco" es que ningún título va a ser el "definitivo". Al lector no le va a quedar más remedio que leerse más de un libro, y es eso lo que Zaldua teme que no ocurra: "El peligro es que la gente se quede con esto de [Patria como] 'la gran novela sobre el conflicto vasco' y que, pensando que tiene la visión completa sobre esto, no vaya más allá". Porque más allá hay para rato. 

 

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