Cultura

La histórica editorial Biblioteca Nueva se declara insolvente tres años después de su compra por Malpaso

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Biblioteca Nueva ha conseguido sobrevivir a más de un siglo de vaivenes, pero no ha sobrevivido a su compra por el grupo Malpaso, en el pasado 2017. La histórica editorial, primera difusora de las obras de Freud en España, galardonada con el Premio Nacional a la Mejor labor editorial en el año 2000 y referencia en campos como la filosofía, la teoría política o la historia, se ha declarado insolvente. Así lo han denunciado varios trabajadores de la editorial, que llevaban años trabajando en la empresa y que fueron despedidos por el empresario mexicano Bernardo Domínguez Cereceres, presidente del grupo y su principal accionista, además de investigado en el caso Pujol por blanqueo de capitales y otros delitos. Según los documentos a los que ha tenido acceso este periódico, la empresa es declarada insolvente, asegurando que no cuenta con suficiente capital para hacer frente a sus deudas, y manda a sus trabajadores al Fondo de Garantía Social (Fogasa). A estos empleados, despedidos de manera improcedente en enero de 2019, se les deben sueldos además de la indemnización por despido, por valor de más de 100.000 euros. 

En 2020, y hasta junio, Biblioteca Nueva ha llegado a publicar varios títulos, como Europa, una historia natural, de Tim Flannery, y reediciones de clásicos del pensamiento, como El malestar en la cultura, de Sigmund Freud, o Ética protestante y el espíritu del capitalismo, de Max Weber. Según la plataforma todostuslibros.com, estos títulos se encuentran distribuidos en la actualidad en alrededor de un centenar de librerías. Sin embargo, la web de la editorial se encuentra inactiva y sus redes sociales no funcionan desde abril. A preguntas de este periódico, Bernardo Domínguez Cereceres sostiene que la editorial sigue en buena forma: "Biblioteca Nueva no ha sido declarada insolvente y no está en concurso mercantil". El empresario sostiene que el recurso de sus extrabajadores al Fogasa se debe a un mero "apoyo en casos puntuales de falta de liquidez". No es del todo así. El decreto de insolvencia decretado por el juzgado, del que este periódico tiene constancia, declara indudablemente la insolvencia de la empresa, aunque efectivamente es una insolvencia parcial, argumentando que sus bienes son "razonablemente insuficientes" para resolver la deuda. 

No es esta la única que acumula Malpaso, que según fuentes relacionadas con el grupo adeuda importantes cantidades a colaboradores y proveedores. Pero el caso de Biblioteca Nueva es particularmente sangrante, por tratarse de una editorial de su recorrido histórico que ahora se enfrenta a un futuro más que incierto. Desde finales de los noventa la dirigía Antonio Roche, que en 2017 la vendió al sello Jus, otra mítica editorial mexicana en la que Bernardo Domínguez Cereceres había invertido. La familia crecía: Malpaso había comprado en 2016 los sellos Dibbuks y Libros del Lince; Jus se haría con Biblioteca Nueva, Salto de Página y Minerva. Todas se unirían en Malpaso Holdings, empresa que a la vez sostenía DSC, el grupo mexicano con el que Domínguez hizo su fortuna, dedicado principalmente al turismo y a la construcción. Los agresivos movimientos de Malpaso resultaban sorprendentes para otros actores del sector, como lo fue la compra de los derechos de las obras de Bob Dylan, por las que se pagaron 250.000 euros y que se anunciaron después de que este ganara el Nobel. A partir de ahí, todo se torció.

El "impacto del caso Pujol"

En julio de 2018, Domínguez Cereceres fue detenido por su relación con el caso Pujol, que investiga la red de blanqueo tramada por la familia, desde el expresidente de la Generalitat y su esposa a sus siete hijos. Aunque Domínguez Cereceres fue puesto en libertad (con el pasaporte requisado), el juez José de la Mata consideró dos años después, en julio de 2020, que la Audiencia Nacional debía mandarle a juicio, junto con otra quincena de empresarios. A Domínguez Cereceres, que aparece en 90 ocasiones en el auto emitido en julio, se le investiga por presuntos delitos de asociación ilícita, blanqueo de capitales y falsedad en documento mercantil. La propia editorial Malpaso aparece mencionada en una ocasión en el auto, ya que el empresario quería cobrar a través de ella la comisión por un servicio, según el razonamiento del juez. DSC, el holding mexicano del que dependen los distintos sellos, aparece mencionado en más de veinte ocasiones.

El propio Bernardo Domínguez Cereceres achaca parte del fracaso del grupo Malpaso a "haber subestimado el impacto del caso Pujol en la movilidad de los recursos corporativos del accionista principal", es decir, él mismo. Para el empresario, uno de los principales problemas de su aventura editorial es que la investigación por presunto blanqueo no le deja disponer de sus fondos, que por tanto no puede inyectar en sus sellos. Los otros motivos a los que alude son "haber confiado en decisiones equivocadas" y "los propios problemas estructurales del sector", como el modelo de distribución con el que también trabajan otras empresas, estas rentables. "Actualmente todos nuestros sellos se encuentran activos y publicando en un escenario poco afortunado", asegura Domínguez Cereceres. 

El relato de los exempleados del grupo consultados, que han querido permanecer en el anonimato por miedo a represalias, completa el paisaje: las fuentes consultadas por este periódico aseguran que los nuevos propietarios de Biblioteca Nueva vendieron la nave de la editorial, situada en Valdemoro, y saldaron buena parte de la colección. Aseguran que este ha sido un modus operandi habitual en los sellos adquiridos por Malpaso, que según ellos han sido "vaciados". "Así solo tienen un dinero flotante, entre lo adeudado y lo pendiente de cobro, y no responden por nada", dice un extrabajador. El presidente del grupo explica así la situación de los sellos: "Malpaso Holdings, que es la empresa que hoy publica, no tiene pasivos más allá de los circulantes mensuales". Los antiguos empleados de Biblioteca Nueva se muestran especialmente preocupados por el futuro del fondo de la editorial, muy valioso, que consideran en peligro. 

#Malpasopagaya

El grupo Malpaso lleva algo más de dos años labrándose mala fama dentro del sector editorial. Pero fue el escritor Galder Reguera quien levantó la liebre públicamente sobre los numerosos impagos del holding: en julio de 2018, el mismo día en que se anunciaba la detención de Domínguez Cereceres, denunció en Twitter que, pese a sus constantes requerimientos, el grupo no había pagado ni el adelanto ni la liquidación de su libro Hijos del fútbol, editado por Libros del Lince a finales de 2017. A él se sumaron traductoras como Ana Flecha, Silvia Moreno, Laura Fernández y Bea Galán, y otros escritores, como Víctor Fernández, que hacían públicos sus propios impagos, de varios miles de euros, adeudados en casi todos los casos desde hacía más de un año. La denuncia se articuló en torno en Twitter en torno al hashtag #Malpasopagayahashtag, una campaña aún en marcha, con iniciativas como la cuenta @MalpagayCia, que recuerda las deudas impagadas y promueve el boicot al grupo. 

En junio de 2019, el propio Bernardo Domínguez Cereceres agravó el conflicto respondiendo a través de Twitter a una de las traductoras que había denunciado los impagos. "¡No seas ridícula! Se te deben poco menos de 4.000 euros", le espetaba a Ana Flecha sobre una deuda que databa de 2017. Días después, el grupo salía al paso de las críticas anunciando un plan de reestructuración que prometía abonar en los siguientes cuatro meses el 100% de la deuda, más el 5% de interés, a los acreedores de menos de 2.000 euros. Para los acreedores a quienes se adeudaba más de esa cantidad, no se especificaba plazo de pago, pero se prometía ese mismo 5% si aceptaban el "plan de garantía". Domínguez Cereceres asegura que "el Malpaso anterior [se refiere a Malpaso Ediciones SL, a quien sucede Malpaso Holdings SL] y demás sellos tienen  pagado, reestructurado o reprogramado el 92% de sus deudas". Entre el 8% restante, asegura, hay "un 1% de traductores y correctores, alrededor de una decena de personas, que han incitado una campaña de odio, calumniando y difamando a las empresas y a sus principales". Para ellos "la respuesta será dentro del marco de la ley". Pero las fuentes a las que ha tenido acceso este periódico aseguran que tampoco están saldadas todas las deudas de menos de 2.000 euros. 

"No seas ridícula": la respuesta del grupo editorial Malpaso a los colaboradores que reclaman sus deudas

"No seas ridícula": la respuesta del grupo editorial Malpaso a los colaboradores que reclaman sus deudas

Así, más de un año después del anuncio del plan de reestructuración, ni Galder Reguera ni Ana Flecha han cobrado, como tampoco han cobrado los trabajadores de Biblioteca Nueva despedidos en enero de 2019 cuando ya se les debían varios meses de sueldo. Este periódico ha tenido acceso a la sentencia de diciembre de 2019 que reconoce a Reguera su derecho a la resolución del contrato y al cobro del anticipo, los derechos de autor de los más de 3.000 ejemplares vendidos solo en 2017, además de las ventas que no le fueran comunicadas por la empresa, más los intereses y las costas, deuda que superaría ampliamente los 4.000 euros. Libros del Lince no recurrió la sentencia, pero tampoco pagó: hoy, Galder Reguera y sus abogados batallan por que se ejecute el fallo. Este recoge también cómo entre mayo de 2017, la fecha de la firma del contrato, y noviembre de 2018, cuando el escritor envía el primer burofax, Libros del Lince le da largas en numerosos correos electrónicos. Es decir, que las deudas vienen de mucho antes de la detención de Domínguez Cereceres por el caso Pujol, como ya denunciaban Ana Flecha y otros autores. 

Tanto a Reguera, como a Flecha, como a los extrabajadores de Biblioteca Nueva enviados al Fogasa, así como a otros muchos acreedores, la empresa les propuso la posibilidad de acogerse a un fideicomiso: se les pagaría cuando Bernardo Domínguez Cereceres pudiera vender unos terrenos en Estados Unidos propiedad de DSC, para lo cual tendría un plazo de dos años ampliable a otros dos, lo que llevaría los impagos hasta 2023. "No veo por qué iba a firmar ningún acuerdo más con ellos", dice Ana Flecha, justificando su decisión de no aceptar el trato. "Ellos se comprometieron a pagarme por mi trabajo en el momento en el que firmaron esos contratos [de traducción] que han incumplido". Algo similar argumentan Reguera y los exempleados de Biblioteca Nueva, que no se fían de una empresa que les debe dinero desde hace años. Reguera tiene la certeza, además, de que buena parte de los ejemplares de su libro fueron exportados a Latinoamérica, sin su permiso, y que siguen vendiéndose allí de forma irregular, una sospecha que comparte con otros autores y extrabajadores. 

La publicación de los sellos del grupo es desigual desde hace meses, el destino de los sellos es incierto, como lo es el pago a sus acreedores. Y la historia de Malpaso aún no ha acabado. 

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