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Siria: Trump amenaza con apretar el 'gran botón'

El presidente estadounidense Donald J. Trump.

Los generales multicondecorados miraron para otro lado, buscando la manera de escapar a ese momento incómodo. El lunes 9 de abril por la noche, Donald Trump había reunido a sus generales en la Casa Blanca. Iba abordar la situación en Siria y las eventuales represalias militares tras el ataque químico perpetrado en Duma, último bastión de las fuerzas anti Al Assad de la Guta Oriental.

Como de costumbre, los medios de comunicación habían sido convocado para los primeros momentos del encuentro, en la que era la primera aparición mediática de su flamante asesor de seguridad nacional, John Bolton; el exembajador de George W. Bush en la ONU, un halcón de ultraderechas, instó entonces a atacar militarmente a Irán y Corea del Norte.

Pero Donald Trump empezó a hablar de otra cosa.

En este caso, de su abogado personal, Michael Cohen, sometido a un registro policial por parte del FBI: la Policía Federal le considera sospechoso de supervisar, en nombre de su prestigioso cliente, varias operaciones fraudulentas destinadas a silenciar a examantes, entre ellas la actriz porno Stormy Daniels.

Así son las cosas en el país de Donald Trump: los grandes sobresaltos mundiales entran en colisión permanente con los quehaceres diarios de una Presidencia local, extrema, cercada por los escándalos.

Ante los militares, un Trump enojado denunciaba una vez más “una caza de brujas” en su contra. De nuevo se ha quitado de en medio a su propio ministro de Justicia, a quien acusa de no protegerlo. Y no ha descartado despedir al fiscal especial Robert Mueller, que investiga los vínculos de su equipo con Rusia durante la campaña presidencia y que trata de esclarecer los aspectos turbios de su negocio. Trump, incluso, ha denunciado “un ataque contra el país”. Como si bombas reales hubiesen alcanzado Washington…

El presidente de Estados Unidos terminó finalmente por hablar de Siria y del ataque de Duma, un “acto de barbarie”. “No podemos permitir tales atrocidades. No podemos permitirlo”. Dejó planear la amenaza de una respuesta “enérgica”. Ante los militares, Trump incluso añadió que era cuestión de horas, “probablemente al fin de la jornada”.

Finalmente, la Casa Blanca se ha dado más tiempo. Trump, que debía subirse a un avión este viernes 13 para iniciar su primera gira por América Latina, ha decidido permanecer en Washington para, según la Casa Blanca, “supervisar la respuesta norteamericana a Siria”. El hecho de posponer el viaje le evita también una acogida fría, en un continente donde sus declaraciones y sobreentendidos racistas contra los latinos son mal recibidas.

En los últimos días, París, Londres y Washington no han ocultado la existencia de intensos contactos. ¿Lanzarán ataques contra Siria, al margen del mandato de la ONU? Tras el enésimo veto ruso, el martes 10 de abril en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, contra una resolución americana que propone investigar las armas químicas sirias, “todas las opciones están encima de la mesa”, dice la Casa Blanca.

A un lado y a otro del Atlántico es hora del belicismo. Y de una extraña suerte de competición entre Trump y Macron por el liderazgo antiAssad, 13 días antes de la primera visita de Estado del presidente francés a Estados Unidos. Los dos presidentes hablaron el domingo y el lunes. Según The New York Times, la Casa Blanca percibe “presiones para actuar, por miedo a que Francia lo haga antes”.

“Vamos a proseguir con los intercambios de informaciones técnicas y estratégicas con nuestros socios, en particular británicos y americanos y en los próximos días anunciaremos nuestra decisión”, explicó el presidente francés el martes por la noche. Emmanuel Macron ha hecho de la utilización de las armas químicas una “línea roja” –en alusión a las palabras de Barack Obama. “El empleo de armas químicas dará lugar a réplicas, también de Francia sola”, prometía el presidente francés tras su elección–.

Según la prensa de Estados Unidos, Gran Bretaña, Catar y Arabia Saudí podrían apoyar una respuesta. Mientras, Rusia promete ya “serias consecuencias”. Y Emmanuel Macron ha asegurado que, en caso de ataque, las fuerzas rusas o iraníes no se tocarían “en ningún caso”.

Trump 2013: “Do not attack Syria”

Más allá de la retórica viril y belicista a la que nos tiene acostumbrados –sólo hay que acordarse de la reciente confrontación de armas mediáticas con Kim Jong-un en el curso de la cual Trump se vanaglorió de tener un botón nuclear “mucho mayor” que el dictador norcoreano–, Trump debe navegar entre inmensas contradicciones. Durante la campaña, abogó por una especie de nuevo aislacionismo americano. En 2013, se opuso a los ataques en Siria después de un ataque químico mortal atribuido, ya, al régimen sirio. “Do not attack Syria”, escribía en mayúsculas en Twitter.

Después de una purga de la Casa Blanca, ahora se encuentra rodeado de asesores belicistas. Como demostró la destitución brutal de su exsecretario de Estado Rex Tillerson, sustituido por Mike Pompeo, un ultra que todavía no ha tomado posesión del cargo, a la espera de su confirmación por el Senado, a menudo Trump está en desacuerdo con su propia Administración.

Sus titubeos sobre Siria traducen esas tensiones. Hace unos días, Trump anunciaba una rápida salida norteamericana de Siria, antes de desdecirse, parcialmente, días después. Y según Los Angeles Times, el Pentágono se muestra preocupado por una escalada con Rusia en caso de ataque.

Otro escollo: la efectividad de tales represalias. Hace un año, Trump , el que acababa d ser elegido presidente, lanzó ataques unilaterales contra el régimen sirio después del uso de armas químicas mortales en Jan Sheijun. Más allá de que la jugada encantó a sus invitados, entre ellos el presidente chino Xi Jin Ping, reunidos esa tarde en la residencia de lujo de Trump en Florida, los ataques no tuvieron ninguna consecuencia sustancial en el curso de los acontecimientos. Según la prensa norteamericana, Trump en esta ocasión parece reflexionar sobre la posibilidad de una intervención mayor, con el riesgo que conlleva de la escalada de la violencia.

Al contrario que el presidente francés, que en tales circunstancias sólo debe informar al Parlamento, Trump se encuentra limitado por el Congreso norteamericano. Presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado y partidario de los ataques, el republicano Bob Corker explica que los ataques sólo podrían ser “quirúrgicas”, puesto que para abordar una implicación más sustancial, el Congreso debería dar su visto bueno.

“Es un presidente, no un rey”, avisa el demócrata Tim Kaine, excompañero de lista de Hillary Clinton en 2016, partidario de un control estricto del Congreso para evitar las aventuras militares solitarias del vengativo presidente de Estados Unidos.

Por su parte, el excandidato socialista a las presidenciales Bernie Sanders advertía este miércoles 11 de abril: “El presidente no tiene autoridad legal para ampliar la guerra en Siria. El Congreso es quien decide si nuestro país entra en guerra y el Congreso no debe abdicar de su responsabilidad. Estuvimos en Afganistán 17 años y en Irak, 15 años. El resultado ha sido una enorme inestabilidad en la región, la pérdida terrible de vidas humanas y una fractura en miles de millones de dólares. Si el presidente Trump piensa que extender la guerra a Siria llevará la estabilidad a la región y va a proteger los intereses norteamericanos, que venga a decirlo al Congreso”.

En 2013, el expresidente Barack Obama anunció ataques inminentes antes de renunciar para acudir al Congreso. Nunca se habían producido ataques, para desgracia de François Hollande, entonces partidario de una intervención contra el régimen sirio. Entonces, Trump ya famoso pero todavía no reconvertido en político, también había exigido una votación en el Congreso.

Otras voces, poco fascinadas por la teoría del excepcionalismo americano y preocupadas por el respeto del derecho internacional, recuerdan que si no se producen ataques aprobados por la ONU, una acción así es contraria al derecho internacional.

“La fuerza militar contra Siria violará las leyes internacionales tan claramente como la  utilización de armas químicas”, explica Mary Ellen O'Connell, jurista internacional de la Universidad de  Notre-Dame, citada por Daily Beast. Esta especialista en intervenciones armadas norteamericanas compara la línea de Estados Unidos con la “vieja estrategia americana en Vietnam que consistía en destruir a un pueblo para liberarlo. Sabemos cuál fue el resultado”. Este miércoles, el presidente norteamericano recurría a la amenaza explícita en Twitter: “Prepárate, Rusia, los misiles van a llegar”, decía en este tuit.

 

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  Traducción: Mariola Moreno

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