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¿Está Italia creando una moneda paralela?

Mateo Salvini, en una imagen de archivo.

Martine Orange (Mediapart)

Oficialmente no se trata más que de una proposición no de ley, sin más alcance. Pero esa iniciativa ha sido votada el 28 de mayo por unanimidad en la Cámara de Diputados italiana y es esa unanimidad la que preocupa en primer lugar a muchos responsables europeos. Los diputados, de todas las tendencias, han aprobado la propuesta de crear títulos de pago llamados mini BOTs (Buoni ordinari del tesoro), una especie de bonos ordinarios del Tesoro a corto plazo con la idea de que puedan ser utilizados para pagar las deudas internas del Estado italiano.

Inmediatamente después de la votación, el primer ministro, Giuseppe Conte, y el ministro de Finanzas, Giovanni Tria, dijeron lo que iba a suceder con esta iniciativa parlamentaria asegurando que jamás recurrirían a tales instrumentos. Pero ese anuncio no ha sido suficiente para calmar al mundo financiero y a los responsables europeos. Muchos analistas se preguntan sobre las intenciones del Gobierno italiano, dominado por el jefe de la Liga, Matteo Salvini. ¿Utilizará o no esos nuevos títulos? ¿Podrían ser asimilados a una moneda paralela, con riesgo para el euro?

La amenaza ha sido tan tomada en serio que el presidente del BCE, Mario Draghi, se ha visto obligado, en una conferencia de prensa el 7 de junio, a comentar esta iniciativa italiana con la esperanza de detenerla cuanto antes. “Los mini BOTs son moneda, por lo tanto ilegales, o son deuda y en ese caso el endeudamiento italiano aumentará más. No creo que haya una tercera posibilidad”, explicó. Como seña de la preocupación creciente, el ex vicepresidente del BCE, Vitor Constâncio, intervino para tratar de cortar de raíz la idea italiana. “Ese tipo de bonos fue ya probado en Argentina o en Austria en los años 1930. Nunca ha funcionado”, insistió, tras recordar que esos instrumentos serían contrarios a los tratados europeos.

El economista Claudio Borghi, consejero de la Liga y ahora presidente de la comisión de presupuestos en la Asamblea Nacional, es el autor de la idea de los mini BOTs. Desde hace tiempo a favor de la salida del euro, después de su elección ya no habla, como hace la Liga, de una salida brutal de la moneda única, que sería demasiado peligrosa. Pero, marcado por la crisis europea y el tratamiento que se le dio a Grecia, ha promovido la idea de crear instrumentos de pago que pudieran permitir volver a dar márgenes de maniobra económicos y presupuestarios al Gobierno italiano en el marco de los tratados existentes y servir de medios alternativos en caso de crisis. Con esa idea, la Liga ha convencido a su aliado gubernamental, el Movimiento Cinco Estrellas (M5S).

Según el mecanismo imaginado por Borghi, los mini BOTs serían títulos de pago, como una especie de reconocimiento de deuda, que podrían ir desde 1 a 500 euros, emitidos por el Tesoro italiano para hacer frente al retraso en los pagos del Estado a sus proveedores. El Estado italiano podría también emitirlos como letras de crédito para los contribuyentes que tengan derecho a devolución. Estos títulos, sin límite de tiempo, estarían garantizados por el Estado y podrían ser aceptados como pago de los impuestos. Los particulares, sin embargo, no estarían obligados a aceptarlos.

Para los dos aliados de la coalición gubernamental, este sistema tendría la ventaja de permitir a Italia salir del yugo de la austeridad impuesta por el euro, sin infringir los tratados europeos. De acuerdo con sus estimaciones podrían ser emitidos bajo la forma de mini BOTs entre 50.000 y 100.000 millones de euros, lo que permitiría, según ellos, relanzar la economía.

¿Cuáles son las intenciones reales de Matteo Salvini? ¿Está preparando, sin decirlo, una salida del euro? ¿O con los mini BOTs está buscando un medio de presión para negociar mejores márgenes de maniobra con Bruselas? En este momento nadie sabría responder. Los responsables europeos ven en todo caso esta iniciativa como una amenaza que puede hacer temblar todo el edificio europeo.

La Liga y el M5S se defienden hoy por hoy de toda voluntad de salida del euro al utilizar los mini BOTs. Para el responsable de M5S, Luigi Di Maio, se trata sólo de una idea para los pagos en mora del Estado. “Si es una propuesta para acelerar el pago de las deudas comerciales de la administración pública, hablemos de ella”, dice. Después de la crisis, muchas PME acusan al Estado de haberlas puesto en dificultades por no pagar a tiempo sus facturas.

Pero, para los detractores de este proyecto, los mini BOTs son mucho más que un medio para asegurar la deuda existente: constituyen una amenaza de moneda paralela. ¿Cómo impedir de hecho que estos títulos no se conviertan en títulos de pago para las transacciones corrientes entre particulares?

El riesgo de ver a los mini BOTs transformarse en una moneda paralela al euro es tan grande que la Liga pone todo de su parte para crear confusión. A principios de año presentó, e hizo aprobar, una disposición legislativa para recordar que el oro depositado en el Banco de Italia pertenece al Estado. También le gustaría dar a los títulos emitidos un aspecto de billetes, retomando algunos modelos de la lira, lo que confirmaría su estatuto de moneda.

De manera imperceptible, el Gobierno italiano está poniendo en marcha, a través del Tesoro Público, los medios para crear una especie de banco central autónomo del sistema euro que pueda emitir y garantizar su propia moneda. Desde ese momento, el BCE, que es el garante de la emisión y control de la moneda, perdería todo control sobre una parte de las emisiones en euros, con el riesgo de socavar toda la credibilidad de la moneda europea.

¿Moneda o deuda?

El segundo riesgo, a ojos de los responsables europeos, es que el Gobierno italiano utilice los mini BOTs para eludir la disciplina presupuestaria. Estos títulos, nos previenen, sólo podrían ser asimilados a instrumentos de deuda y por lo tanto contribuirían a la deuda total de Italia, que ya es enorme: 133% del PIB.

Sobre todo, insisten, si los contribuyentes pagaran sus impuestos con mini BOTs, no haría más que disminuir las rentas del Estado italiano en euros y poner en cuestión la capacidad de hacer frente a su deuda en el exterior. Esa duda, con el tiempo, podría afectar a la personalidad de Italia y más generalmente de la zona euro, incluso relanzar una crisis. En los mercados financieros, la diferencia (spread) entre los índices italianos y los índices alemanes, que sirven de referencia al mercado obligacionista de la zona euro, está ya en más del 2,5%.

La desconfianza de los responsables europeos es total respecto al Gobierno italiano y las críticas abundan. “Cuando examinamos la economía italiana vemos los daños causados por las opciones políticas recientes. El camino para la recuperación y el crecimiento italiano no pasa por gastar más cuando no tiene margen de maniobra para hacerlo”, dice Valdis Dombrovskis, vicepresidente de la Comisión Europea.

Por tercera vez desde 2008, Italia está en recesión. A falta de actividad y de ingresos suficientes, al Estado italiano le cuesta mucho mantener sus compromisos presupuestarios: el déficit podría alcanzar el 2,5% en lugar del 2% previsto, según los cálculos europeos. Hace quince días, la Comisión Europea ha iniciado las primeras etapas para activar un nuevo procedimiento por déficit excesivo contra Roma. Considera que el Gobierno no toma las medidas suficientes para estabilizar su situación económica y financiera y reducir su deuda.

Aunque el primer ministro reafirma su voluntad de atenerse estrictamente al marco impuesto por la Comisión Europea –la semana pasada amenazó con dimitir si no llegaba a un acuerdo gubernamental sobre ese punto–, la Liga se opone cada vez más abiertamente a las reglas y obligaciones presupuestarias impuestas por Bruselas. “Nosotros no somos Grecia, somos contribuyentes netos al presupuesto europeo, tenemos un excedente comercial y un presupuesto primario (antes del pago de la deuda) excedentario. No pedimos nada a nadie. Estamos en mejor forma que Francia”, dice, indignado, Claudio Borghi, que le gustaría ver a los mini BOTs entrar en acción cuanto antes.

El tono entre Roma y Bruselas ha subido muy alto y podría aún subir más a partir de septiembre, cuando comiencen las negociaciones para el presupuesto de 2020. La Liga ha hecho ya saber que no tienen intención de respetar las reglas europeas ni de aplicar medidas de austeridad y de consolidación presupuestaria cuando su país está en plena recesión. “Yo no voy a suicidarme por reglas estúpidas. Mientras el desempleo no caiga al 5% tendremos derecho a invertir. Tenemos regiones donde el paro juvenil es superior al 50%”, ha declarado Matteo Salvini ante un auditorio de la Liga totalmente comprometido con su causa.

El líder del partido de extrema derecha quiere imponer, en el marco del próximo presupuesto, una fuerte disminución de impuestos, sobre todo para los más adinerados, con el fin de relanzar la actividad. Esto podría valer a muy corto plazo para hacer despegar el crecimiento italiano, pero los efectos de estas medidas se deshinchan como un suflé, como prueba la amnistía fiscal decretada por Donald Trump. Dieciocho meses más tarde ya no queda más que deudas suplementarias. Las reducciones fiscales podrían costar a Italia entre el 1% y el 2% de endeudamiento suplementario, según las primeras estimaciones.

Todo esto es impensable para la Comisión Europea, que dice que hay que atenerse a las reglas y nada más que a las reglas. Pero detrás de su oposición a la política de extrema derecha de Matteo Salvini se esconde también una denegación respecto a Italia. Bruselas no ha querido en ningún momento admitir críticas y menos aún aportar el menor remedio a una construcción de la zona euro mal hecha que se ha traducido en el desplome económico de Italia.

Desde su entrada en el euro, el país está estancado. Todavía no ha alcanzado hoy el nivel de actividad de 2007. Regiones enteras del sur han sufrido daños. Su sistema bancario está minado por las malas deudas y los impagos. Aunque respeta numerosas reglas europeas, como la del déficit presupuestario desde 2005, no ha llegado a reconstituir los recursos suficientes para relanzar su economía y disminuir su deuda.

Frente a esta situación, a Europa sólo se le ha ocurrido hasta ahora alegar la “irresponsabilidad” italiana, sin plantearse la mínima cuestión sobre su acción y sus consecuencias. Pero el aumento de la fuerza de la extrema derecha y de Matteo Salvini se alimentan en este terreno abonado de desastre económico. De eso tampoco se han excusado los responsables europeos.

La situación ha llegado a tal punto de tensión con Roma que Bruselas debería preguntarse sobre las respuestas que ha dado a Italia. Porque esta vez Europa corre el riesgo de no poder volver a intentar un golpe de Estado larvado, como ya hizo en la cumbre de Cannes en 2011 para apartar del poder a Silvio Berlusconi. Esta vez la extrema derecha se ha dotado de medios de respuesta.

En este pulso, los mini BOTs aparecen como un arma de destrucción masiva y su carga representa un detonante para el conjunto de la zona euro. “La Unión Europea debería actuar con precaución (…), el peligro es que, cuanto más arrinconado se encuentre Salvini, más riesgo hay de que recurra a este instrumento. Y cuando lo haga, la crisis de la eurozona volverá a resurgir y esta vez puede que el BCE no sea capaz de acudir al rescate”, advierte Wolfgang Münchau, editorialista del The Financial Times.

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La sucesión de eventos que podrían llevar a una nueva crisis no está asegurada, pero los riesgos están ahí. Europa podría, en cualquier momento, ver resurgir la crisis que no ha sido tratada, sino solamente anestesiada por la política monetaria del BCE. Y esta vez el peligro es más apremiante. Italia no es Grecia, es la tercera potencia económica de Europa. ______________Traducción de Miguel López.

Aquí puedes leer el texto original en francés:  

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