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Democracia pixelada

Es necesario insistir, #Hablamos?

Puigdemont respondió apurando el plazo que no había declarado la DUI pero que el Parlament "podrá votarla si el Gobierno persiste en la represión y en impedir el diálogo". Insiste en ofrecer diálogo, eso debemos reconocérselo incluso quienes no le tenemos simpatía ni defendemos el proyecto independentista.

En respuesta, Rajoy anuncia que activará el 155 con apoyo del PSOE, suspendiendo la autonomía de Cataluña. No les llega la petición reiterada de negociación. Parece que al gobierno solo le valdría que un independentismo arrodillado le entregue maniatado el cadáver político de Puigdemont. Cosa que, obviamente, no ocurrirá porque para gran parte de la sociedad catalana, independentista o no, implicaría una rendición ante la imposición por la fuerza y sin diálogo. Con este acuerdo, saben que prácticamente se está empujando al Parlament a realizar una DUI apresurada, antes o después de unas elecciones anticipadas llenas de incertidumbre ―permitan que me ría de quienes afirman adivinar con certeza sus resultados―.

Para el escenario que se construye, esbozo tres valoraciones:

1) Me reafirmo en que al PP este conflicto le viene como agua de mayo. Lo alimenta porque le fortalece y seguirá dosificando el queroseno para asegurar una combustión duradera.

2) A quien podría chamuscar esta hoguera en su pelea intestina es a Pedro Sánchez porque da oxígeno a la "vieja guardia” de las puertas giratorias, al PSOE más neoliberal, que afianzó sus tramas de poder en pleno conflicto vasco y se mueve cómodamente como cara roja del centralismo español. Tampoco es que Pedro les suponga un gran desafío político (ya ha pactado con Rajoy la intervención de Cataluña), pero desde luego tienen opciones mejores para garantizarse el timón del aparato a largo plazo y podrían querer cobrarse esa pieza a modo de vendetta. Me aseguran sin embargo que Pedro tiene el aparato controlado y que ese ligero ‘socarrat’ le compensa por los grandes beneficios que le supone lo que explico en el punto siguiente.

3) A quien sin duda amenaza con abrasar este fuego es al universo “del cambio”, Podemos, el nuevo municipalismo y sus confluencias, cuya posición a favor de un referéndum pactado (me da que la Constituyente ya se la han pisado aunque sea con un fake) irá tiñéndose de ingenuidad pese a ser compartida por amplios sectores del electorado español y por una contundente mayoría de la sociedad catalana, amén de importantes instituciones europeas e internacionales. El setentayochismo envuelto hoy en banderas no quiere referéndums ni pactados. Ni el catalán ni el español lo quieren porque desnuda las debilidades de ambos lados: unos no consentirán jamás que la unidad de España se vote y los otros, salvo que Rajoy siga ayudándoles a base de represión, no lo ganarían.

La única opción que veo (si queda alguna) para evitar disolver todo conflicto en este monotema durante la siguiente década, como ocurriera en los noventa con el conflicto vasco, es mantenernos firmes, unidos y visibles los mal-llamados "equidistantes" que no desfilamos en ninguno de los principales bandos. La verdadera mayoría silenciosa, que observamos la escalada con impotencia, las que gritamos #Hablemos el pasado sábado 7 en todas las capitales, los que exigimos una defensa política y sensata (no jurídica y sorda) del Estado de Derecho.

Diversidad audiovisual, un debate ausente

Nos hirvió la sangre viendo la brutalidad policial el día 1 (que se repetirá multiplicada con el 155), y nos indignó también la posibilidad real de una DUI no deseada por la mayoría de catalanes y catalanas. Si no ocupamos con contundencia y desde abajo el espacio público, lo hará cada vez más el neofascismo queviene saliendo del desván. Hay cosas que si no las arregla la sociedad civil en la calle no las arregla nadie. Los políticos son esclavos de su nicho electoral y su relato, asumamos nuestra responsabilidad.

Si nos acobardamos ante la exigencia de lealtad de ambos nacionalismos, si nos callamos por miedo a perecer en el fuego cruzado, regalamos todo el campo a los pirómanos y renunciamos a la idea de que otra España es posible, una que no sea una cárcel de pueblos, que se enorgullezca de reconocer su carácter plurinacional y no tenga miedo a las urnas. Que use la seducción de un proyecto democrático y solidario como pegamento en lugar de la represión o la comisión. Que no equivoque el origen de su sufrimiento. Nuestro problema son mafias que a ambos lados del Ebro se envuelven en banderas para disputarse el derecho a especular con el bienestar de sus poblaciones en los mercados globales. No  son ideales de Soberanía y Democracia lo que les mueve, es mentira que respeten la Ley o la voluntad popular quienes destrozan a martillazos las pruebas judiciales. Sólo se están disputando su cuota de poder, su mordida, su trespercent. trespercent.

La mejor manera de evitar caer en su juego es visibilizar esa España real que es mejor que la oficial, responder a los nacionalismos con plurinacionalidad, con internacionalismo, con solidaridad, con sensatez. Y pronto. Ellos no han sido capaces, es nuestro turno: #Hablemos.

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