Qué ven mis ojos

Antes de seguirlos, piensen de dónde vienen

"No oigan lo que dicen, escúchenlo; porque algunos no son lo que parecen, son lo que nos tememos".

Mientras hablar siga siendo gratis, salvo que sea por teléfono, casi todas las promesas quedarán impunes, también las que se hacen a pie de urna, cuando lo que se persigue es el poder, ese Eldorado de andar por casa o Ítaca para marineros de agua dulce que buscan, por las buenas y por las malas, los aspirantes a gobernar un país. El premio es grande, porque sentarse en un escaño azul del Congreso deja la vida resuelta a la mayoría de quienes lo hacen, en los peores casos da acceso a las cajas fuertes de las que algunos se llevan el dinero de todos y en todos los demás, sitúa al presidente y las o los ministros y diputados en una atalaya desde la que el futuro se ve muy claro: al paraíso del bienestar, se accede por una puerta giratoria. Es una droga, y por eso quienes pierden el cargo, lo vemos a menudo estos días, se cambian la camiseta en cuanto les llama el antiguo enemigo. Qué más da que la bandera sea roja o naranja, mientras sea yo quien la ondee y a mí a quien aplaudan.

En plena campaña, el primer engañabobos del arte de birlibirloque de nuestros políticos, suele ser la declaración de intenciones, el decálogo de turno, lo que proclaman las bases de un programa escrito directamente sobre papel mojado, que venden puerta a puerta y repiten ante todos los micrófonos que se les pongan por delante, aunque sepan que su plan no funcionará y por mucho que no tengan la más mínima intención de ponerlo en práctica, qué más da, si saben que cualquier engaño quedará impune, que basta con llegar a la Moncloa y usar la coartada de la herencia recibida, por ejemplo, y por recordar una disculpa recurrente, para lavarse las manos y culpar al rival de no poder hacer lo que juraron sobre diez biblias que harían si les votaban. El incumplimiento de lo anunciado debería tener el valor de un contrato y ser una causa de despido y expulsión, pero no lo será nunca, no le conviene a ninguna fuerza. A ninguna.

Así que nos mienten de entrada, dicen que salen a ganar, pero en realidad salen a que no juegue el adversario, a echar sobre él la tierra negra del desprestigio. Debemos estar a punto de que los carteles electorales, en lugar de pedir el voto para el candidato de la fotografía, pidan que no se vote al contrario. Pero lo que no dicen en la publicidad, lo dicen en sus declaraciones y en tus mítines, donde se oyen menos soluciones propias que críticas a los demás, se agita la sábana del miedo para hacer creer que es un fantasma y se lanzan calumnias y golpes bajos de toda naturaleza. La campaña del Partido Popular, su policía de las cloacas y sus medios propagandísticos contra Podemos y su líder, Pablo Iglesias, es indigna de una democracia, pero también lo es el silencio de los dirigentes de los demás partidos, que no han estado a la altura de las circunstancias ni se han rasgado las vestiduras ante semejante atrocidad. Y eso, por no repetir el blanqueo escandaloso de una formación de ultraderecha cuyas digamos ideas son un ataque feroz contra la línea de flotación de la convivencia, por su carácter anticonstitucional, que en este caso no parece alterar los nervios de sus socios, Ciudadanos y PP. Todo por la patria, y tal y tal.

Tanto hablar de líneas rojas y resulta que las están cruzando todas, dispuestos a lo que sea y con quien sea para hacerse con las riendas de la diligencia, para sentarse en los bancos azules del Parlamento sin importar quién les haya cedido el sito y a qué precio. No hay problema, se dirán, sea el que sea, al fin y al cabo no lo vamos a pagar nosotros, para eso está la ciudadanía, para sacarnos en procesión y hacer de costaleros. Feliz Semana Santa para todos, es una época de vacaciones intercaladas en la realidad, un territorio para el descanso, y puede ser además un momento perfecto para pensar bien lo que cada una y cada uno de nosotros va a hacer el 28 de abril. No oigan lo que dicen, escúchenlo; no crean lo que les cuentan, vean lo que hacen. No los sigan, analicen de dónde vienen. Algunos no son lo que parecen, son lo que nos tememos.

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