¡A la escucha!

Sensatez, señores

El lunes, cuando arrancaba la semana, si alguien nos hubiera chivado cómo íbamos a estar hoy, habríamos pensado que la resaca del finde le había durado demasiado. El lunes casi, casi, eran mayoría los que decían que los medios estábamos siendo muy alarmistas con todo esto del coronavirus, que a ver si empezábamos a contar otras cosas, que el conteo diario de casos no era noticia y que por qué no hacíamos lo mismo con el conteo diario de casos de gripe, o de cáncer de pulmón, o de yo qué sé.

Eso era el lunes. La evolución día a día durante esta semana, emocional y de concienciación, ha sido vertiginosa. Ese mismo lunes por la tarde se anunciaba el cierre de colegios en Madrid y muchos padres sólo pensaban en cómo organizarse. A algunos les pilló por sorpresa. Y otros, si me apuran, saltaban de alegría: “15 días sin clase, se anula el examen del jueves, esto, con un poco de suerte, se prolonga hasta Semana Santa, ¡yuju! Tiempo libre para hacer lo que quiera”.

El miércoles todavía había gente que no acababa de entender que, quizás, lo más sensato, era cancelar esa cena de amigos que tenemos cada cierto tiempo. “No está la cosa para cenas, igual podemos dejarlo para otro momento”. Había gente que llamaba exagerado al que le decía que el partido del Atlético de Madrid mejor lo iba a ver en casa y no en el bar. Que estar con tanta gente en un mismo sitio, dadas las circunstancias, no era lo más recomendable. Sí, gente que miraba a otros, los precavidos, con cara de considerarlos marcianos.

El mismo miércoles preguntábamos a los aficionados del Atlético de Madrid si se habían planteado cancelar su viaje a Londres, y nos miraban con cara de póker en el aeropuerto de Barajas a punto de coger un vuelo para Londres. “Para nada”. El miércoles por la noche, las discotecas de Madrid estaban llenas de jóvenes, y muchos decidieron que, dadas las circunstancias, qué mejor que irse a la playa a pasar esta quincena. No éramos conscientes o al menos no teníamos presente que lo que estaba pasando empezaba a ser grave. Costaba admitir, asimilar, asumir, que esto es una emergencia sanitaria y que no actuar de forma responsable es parte del problema.

El jueves, los que el lunes vivían tranquilos, los que el miércoles salían a tomar un vino, todavía estaban dudando si esto era un alarmismo innecesario o si de verdad la situación empezaba a ser seria. Todavía costaba convencer de cancelar ese viaje de ocio para el día siguiente. “Yo no estoy contagiado”. No fue hasta ayer cuando de verdad, todos, o casi todos, asumimos que estamos donde estamos.

Cuando todo esto pase...

Cuando todo esto pase...

Una semana vertiginosa, sí, en la que nos ha costado mucho entender lo que estaba pasando. Una semana en la que lo digo aquí, he estado muy enfadada. Me indignaba escuchar algunos comentarios, algunas preguntas. He estado muchos días repitiendo que ser responsables es quedarse en casa. Lo dije a unos amigos el fin de semana pasado, hace una semana. Lo dije el martes, lo repetí el jueves, antes de que el hastag se hiciera viral. Gente que había estado cerca de positivos y que se iba como si nada de marcha. Gente que no sabía si podía estar contagiada y que seguía acudiendo a su trabajo. Sí, he estado muy enfadada estos días, porque no podía entender que el sentido común fuera tan escaso.

Una semana en la que, más que nunca, he tenido que hacer una doble labor de periodista desmintiendo a amigos y conocidos los bulos que les iban llegando a su teléfono. Infinidad de 'informaciones' que eran rebotadas de un grupo a otro. Todos decían conocer la fuente: “Me lo manda una amiga que tiene a un cuñado trabajando en tal o cual hospital”, “De verdad, Helena, que esto me ha llegado de alguien que trabaja en tal o cual hospital”. Informaciones que hablaban de niños muertos por coronavirus, de gente joven en la UCI sin patologías previas, de ocultación de número de casos, de aislamientos de ciudades que se iban a anunciar de forma inminente.

Sinceramente: me cuesta mucho, mucho, mucho entender las razones que llevan a la gente a grabar vídeos o audios falsos sobre cualquier noticia pero especialmente sobre noticias tan graves. Me cuesta entender aún más que en estas circunstancias, y en cualquier otra, reenviemos esa información sin conocer de primera mano la fuente. Informar ayuda a la gente a tomar las mejores decisiones, a tomar precauciones. Estos días, más que nunca, tiremos de sensatez. Y aprovechemos la oportunidad para demostrar lo que somos. Descubriremos gente a nuestro alrededor más estúpida de lo que creíamos, y gente que, al contrario, sabrá darnos más de una lección. Pues eso. Seamos ejemplo. No salga de casa.

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