Muros sin Fronteras

La traca final de Trump es atacar a Irán

Ramón Lobo nueva.

Tenemos a un Donald Trump sin frenos que ha animado a sus seguidores más radicales a la toma del Congreso mientras representantes y senadores se disponían a confirmar la victoria de Joe Biden. Las imágenes son terribles y tristes. Hablamos de EEUU, no de Bielorrusia. Lo ocurrido forma parte de un intento de golpe de Estado para mantener a Trump en el poder. Debería conducir a la destitución inmediata del presidente por parte del Congreso. Trump no puede tener la oportunidad de seguir en el Despacho Oval ni un minuto más, y menos aún con los códigos nucleares a mano. ¿Recuerdan a Kubrick?

Lo ocurrido el miércoles en Washington es una lección para políticos y medios de comunicación, sobre todo para aquellos que le han seguido en su desvarío narcisista y antidemocrático. Nada es una sorpresa. Todo estaba telegrafiado desde hace meses. Aún mantiene la cantinela de que le han robado las elecciones, una afirmación sin pruebas que inflama el odio y augura una presidencia difícil para Biden. Al menos tendrá el regalo de los dos senadores demócratas de Georgia, que le garantiza el control del Senado hasta 2022.

No solo no admite su derrota dos meses después, sino que redobla sus tretas golpistas seguido por un amplio sector del partido republicano, situado fuera de los límites de la democracia y de la decencia. El Gran Viejo Partido (GOP, de Great Old Party) se encamina hacia una guerra civil, como señala The Wall Street Journal, un periódico de calidad próximo a las posiciones conservadoras. El poder de Trump sobre los senadores y representantes republicanos es enorme porque sigue siendo su ascendente sobre los votantes. Temen que en las primarias de las elecciones de noviembre de 2022, en las que se renovará la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, apoye a candidatos populistas para derrotar a aquellos que considera traidores. Nadie se mueve para no caerse de la foto.

La derecha española echada al monte que considera ilegítimo a Pedro Sánchez también tiene lecciones que aprender. No es fácil aplacar el odio cuando entre todos lo han normalizado. Hay una lección también para los periodistas.

¿Quién nos dice que este presidente fuera de sí no es capaz de iniciar una guerra antes del 20 de enero, día en el que decae su mandato y se inicia el de Joe Biden? Sería su último conejo en la chistera, un acto desesperado para proclamar que EEUU no puede cambiar de comandante en jefe en medio de un conflicto internacional y, tal vez, declarar la ley marcial. La Constitución no ampara ese camino, pero desde cuándo este presidente sin principios más allá de su ego necesita una justificación legal. Es un asunto que tendría eco en el sector echado al monte del republicanismo y en parte de la sociedad estadounidense. No soy un alarmista, también lo dice el editorial del diario británico Financial Times.

Todos los ex secretarios de Defensa, demócratas y republicanos, incluidos Donald Rumsfeld y Dick Cheney, han firmado una carta pública contra los intentos de implicar a los militares en subvertir el resultado de las elecciones presidenciales. ¿Qué información pasa por sus manos para lanzar esta iniciativa?

¿Dónde empezaría esa guerra? No sería un fake, una cortina de humo como la película Wag the Dog. Solo hay un candidato: Irán. Ya está el tipo más peligroso de Oriente Próximo, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, que sobrevive a todo, a las elecciones tres veces repetidas que ni gana ni pierde, a un proceso judicial por corrupción y un jefe de la oposición sin carácter, moviendo todos los hilos para que Trump se lance a la aventura de bombardear. Es cierto que el régimen de Teherán, dividido en dos facciones desde los inicios de la revolución islámica, los pragmáticos y los duros, no ayuda. Su anuncio de que comienza a enriquecer uranio al 20% de pureza, que viola el acuerdo internacional que EEUU también viola, permite a Netanyahu denunciar la inminente fabricación de una bomba atómica, algo que lleva repitiendo desde hace años. Es su 'que viene el lobo' (con perdón) favorito.

El primer ministro de Israel es como Trump, no necesita pruebas de lo que dice, ni leyes que lo avalen. Es un pistolero, el más rápido de la zona, inteligente y audaz, como lo son sus últimos movimientos, apoyado por Trump al establecer relaciones diplomáticas con países hasta ahora considerados enemigos, según el lenguaje oficial que no tiene por qué ser el real. Me refiero a Emiratos Árabes Unidos y Bahréin; también a Sudán y Marruecos. En la recámara está el premio gordo de Arabia Saudí, con el que Israel colabora entre bambalinas. Ambos tienen un enemigo común: Irán. Tampoco ayuda en la reducción de las tensiones que la marina iraní haya capturado un petrolero de Corea del Sur cerca del estrecho de Ormuz.

Aunque todo eso sirve para fortalecer el argumentario de Netanyahu, el asunto del barco está relacionado con el primer aniversario del asesinato de uno de sus generales más importantes, Qasem Soleimani, muerto en un ataque de EEUU en el aeropuerto de Bagdad. Una muerte que Irán se comió sin grandes respuestas, más allá de la retórica.

Sorpresa: 'Big Pharma' prima el negocio a la salud

Sorpresa: 'Big Pharma' prima el negocio a la salud

Matar a Soleimani fue un crimen, que sería perseguible en los tribunales internacionales con sede en La Haya si no fuera porque EEUU está por encima de esos tribunales a los que no reconoce. Además de un crimen fue una estupidez, porque era uno de los hombres clave en la derrota del ISIS en Irak y Siria, aliado de Turquía, Qatar y Rusia, por no entrar demasiado en la letra pequeña de las cambiantes alianzas en la zona. Es como si China, por mencionar una superpotencia, matara al jefe del Ejército norteamericano mientras visita Afganistán tras acusarle de crear una red hostil contra sus intereses.

La política internacional no es el Far West. Hay normas de comportamiento. Sobre todo porque el Far West puede ser de ida y vuelta. Los atentados del 11-S demuestran que nadie está a salvo, ni el más fuerte, de un golpe demoledor. Lo cuenta Alessandro Baricco en Netx. Si llega Biden a la presidencia, algo que será un hecho después de las 12 del mediodía del día 20, EEUU volverá al redil del multilateralismo, pero el daño está hecho. La democracia sigue estando en grave riesgo. Margaret Atwood no solo es una gran escritora, es una visionaria. Al tiempo. Regresen a la serie de El cuento de la criada, por si necesitan refrescar ideas.

PD. Debido a mi reciente jubilación, a finales de 2020, voy a recortar a la mitad mi colaboración en infoLibre, medio en el que milito desde su nacimiento, y donde seguiré escribiendo quincenalmente y también cuando la actualidad inmediata lo exija. Les estoy muy agradecido por estos años y por su comprensión. Necesito tiempo para una aventura literaria y para un viaje cuando se levante la veda pandémica. Suceda lo suceda, siempre seguiré en la pelea. Mi lema es “este fuerte no se rinde”. Salud y… mucha paciencia.

Más sobre este tema
stats