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Entrevista

Guillermo Fernández: "Las concentraciones de ¿Hablamos? fueron una rebelión cívica de la cordura"

Guillermo Fernández, promotor de la iniciativa ciudadana ¿Hablamos?

Diálogo. Ese es el mandato claro que quieren trasladar a los gobernantes miles de ciudadanos que salieron a las calles el sábado 7 de octubre, convocados por el movimiento cívico ¿Hablamos? / Parlem?, y que llenaron plazas de ciudades como Madrid y Barcelona. La iniciativa surge como respuesta al debate en torno a Cataluña y a las posiciones irreconciliables de los principales representantes políticos.

Guillermo Fernández, uno de los impulsores de la plataforma, reconoce no tener la fórmula para resolver los términos en los que ha de producirse el diálogo, pero tiene claro que es la única salida posible hacia el entendimiento. infoLibre habla con él sobre el origen de ¿Hablamos?, sus objetivos y su previsión de futuro.

PREGUNTA: ¿Cómo y cuándo surge la iniciativa?

RESPUESTA: Surge el lunes día 2 de octubre, por la tarde, hablando de la situación política con mi hermano y otros dos amigos, particularmente de lo que había ocurrido en Cataluña los días precedentes y sobre todo el domingo del referéndum. Nos decidimos a hacer algo y se nos ocurrió crear una cadena de whatsapp, preparamos el texto, lo lanzamos y funcionó muy bien. A partir de ahí creamos una página de Facebook y entonces se fue añadiendo gente y las muestras de cariño que nos llegaban nos hicieron animarnos más y más y creamos después una cuenta de Twitter. A partir de ahí se relanzó todo mucho.

P: ¿Cuál es la importancia de su carácter apartidista?

R: Es absolutamente fundamental, porque cuando pensamos en la iniciativa creímos que ningún partido político estaba en condiciones de lanzar algo así y que sin embargo la situación era muy complicada. Entonces la reflexión fue: esta indignación que sentimos sólo se puede vehicular a través de un movimiento cívico, apartidista y que sea diferente a lo que hemos visto hasta ahora, que huya de la guerra de banderas y que sea muy visual.

P: ¿Por qué cree que ningún partido estaba en condiciones de generar algo así?

R: Porque hasta ahora no habían sido capaces de aglutinar la suficiente fuerza para afrontar una situación como esta. La situación es tan grave que se requiere de la participación de una ciudadanía muy diversa, es decir, de cuantas más personas mejor y de procedencia muy distinta, con un mensaje muy claro y unitario, que sea simplemente pedir responsabilidad y diálogo a los gobernantes para que frenen esta dinámica.

P: ¿Ha habido un intento por parte de PSOE y Podemos de patrimonializar las concentraciones?

R: En mi opinión es fundamental que ¿Hablamos? continúe siendo un movimiento ciudadano. La pelea del PSOE y Podemos por ver a quién le pertenece este movimiento es una pelea que no se adecúa a la seriedad del momento que vivimos. Este intento de arrimar el ascua a su sardina lo veo poco responsable por su parte. Creemos que es bueno, e invitamos a toda la ciudadanía y por supuesto a los representantes de Podemos, del PSOE, de Ciudadanos, de Equo, de cualquier partido, a asistir a las concentraciones de color blanco, pero hacemos también hincapié en que el protagonismo tiene que ser de la ciudadanía, y ese es un elemento central.

P: Varios medios de comunicación han señalado que hay personas en el movimiento vinculadas a Podemos, a usted por ejemplo lo sitúan como asesor de la formación.

R: Es una información inexacta. Yo no tengo ninguna vinculación con Podemos, actualmente trabajo en la universidad. Lo que sí que es cierto es que trabajé como asesor de Podemos en la Secretaría de la Sociedad Civil, los primeros meses del año 2016, cuando me contrataron, porque mi tema de investigación es ese, movimientos sociales. A los pocos meses me fui por discrepancias, porque no estaba de acuerdo, y volví a la facultad y seguí con mis tareas.

P: Se ha llegado a decir que ¿Hablamos? está financiado y apoyado por Podemos.

R: No es así. Es una iniciativa que surge de un grupo muy pequeño y con medios muy pequeñitos. El éxito fundamental es que la cadena de whatsapp funcionó.

P: ¿De qué forma se financia?

R: Se basa en nuestras aportaciones particulares, en mi caso de becario, de investigador. Con una pequeña colecta. Como se pudo ver en las manifestaciones, los medios eran muy precarios.

P: ¿Los organizadores militan en algún partido?

R: No, que yo sepa. Yo no milito en ningún partido, ni mi hermano. No.

P: Han insistido en el uso del color blanco, ¿va más allá de lo puramente simbólico?

R: Tiene un valor simbólico fundamental, porque nos parecía muy importante que fuera algo vistoso y algo diferente. Pero a la vez reunirse en torno a lo blanco hace que no haya guerra de banderas, ni a nivel de partidos ni de banderas nacionales. No porque tengamos algo en contra, sino porque creímos que lo que estaba pidiendo una parte importante de la ciudadanía, y así lo expresó, era salir a la calle para reclamar diálogo de forma cívica y de forma diversa. Además el color blanco es un símbolo de paz, de cordialidad e incluso de esperanza. Si lo que está ocurriendo es una guerra de banderas en una dinámica muy beligerante, el blanco es un color que admite a todos los colores. El blanco es un buen punto de partida para la discusión. Es el llamamiento a los partidos políticos: volvamos al blanco, volvamos a retomar el punto de partida y empecemos a hacer política, a entendernos y a pensar en la situación grave de este país de forma seria.

P: Hablan del uso agresivo de las banderas, ¿a qué se refieren?

R: Es un uso poco inclusivo de la bandera, particularmente de la nacional de España. Creo que en este país uno de los problemas que se está viendo ahora es pensar en la diversidad siempre como una amenaza y no como una oportunidad. Da la impresión de que algunos dirigentes, cuando se envuelven en la bandera, están proponiendo una idea de España muy estrecha que no recoge todo el potencial de nuestro país, por eso nos parece muy irresponsable estrechar el significado de la bandera y tratar de patrimonializar. En ese sentido, la presencia de Pablo Casado en Colón y las declaraciones que hizo precisamente en este momento son una irresponsabilidad muy grande. Parecen niños con un mechero en una gasolinera.

P: ¿Hablamos? se ha comparado con el movimiento 15-M y su retórica. Sin embargo, entonces no había una situación de conflicto tan candente con dos bandos tan claramente diferenciados. ¿Qué le parece esta comparación?

R: Hay algo que pueden tener en común o que rima, y es que ambos surgen de la sociedad civil a través de un llamamiento que a partir de muy poquitas personas se expande y la gente lo hace suyo. Creo que esa puede ser una similitud. Nosotros lanzamos una cadena de whatsapp, tiene mucho éxito y congrega a miles de personas en muchos puntos de España. Personas a las que no conocemos y que en ese momento se empoderan.

P: Pero el contexto es completamente distinto. En 2011 lo que se denuncia es la inacción de la clase política.

R: En este caso es una especie de defensa de la ciudadanía, que le dice a los políticos: no nos enfrentéis, no nos dividáis, dejad de ser tan irresponsables. De algún modo lo que ocurrió el sábado fue una rebelión cívica de la cordura y también de la cordialidad, porque lo que se demostró en aquellas concentraciones es el deseo de convivencia, el deseo de entenderse y también el deseo de reconciliarse con España tal y como es: diversa y compleja. Entender eso como una riqueza y no como una amenaza.

P: Ha alabado la presencia de Ada Colau en la concentración, a la que acudió como ciudadana. El discurso de la alcaldesa, de hecho, coincide en algunos aspectos con el de ¿Hablamos?. A ella se le ha acusado de equidistante, ¿qué le parece esta valoración?

R: Nunca hay que ser equidistante, y menos aquí. Pero en este caso no ser equidistante pasa por defender el diálogo, la convivencia y la responsabilidad en un momento en el que nos estamos jugando algo crucial y en el que los gobernantes están actuando como si estuviéramos ante una guerra, y no ante un asunto político que concierne a ciudadanos que viven en el mismo país.

P: ¿Cómo encaja el elogio a Colau en vuestro carácter apartidista?

R: Lo que yo dije, sobre la concentración, es que Ada Colau se mantuvo en un segundo plano. Lo bonito del sábado, lo valioso y lo potente es el carácter ciudadano y apartidista de la iniciativa. Creo que eso es un valor que hay que mantener. Estos tirones que se pegan Podemos y el PSOE por ver de quién es no ayudan, y espero que acepten la iniciativa, que la acompañen, pero que se mantengan en un segundo plano para que pueda entrar mucha más gente.

P: Rajoy ha dicho que no hay negociación posible en el marco actual y el Govern tiene una hoja de ruta hacia la independencia que prevé cumplir. ¿Qué clase de diálogo es posible en este contexto?

R: La pregunta es, ¿y si no dialogamos, cuál es la alternativa? Creo que es posible el diálogo, debe de haber diálogo hasta el final, y creo que en lugar de ponerse en una situación límite y mandar ultimátums el uno al otro, es el momento de dar un par de pasos atrás y recuperar el poco diálogo que pueda haber. Dar dos pasitos atrás, ralentizar el ritmo, analizar en qué situación estamos y que dejen de comportarse en este tema con fines electoralistas, más como partido que como instituciones. Deben ser mucho más responsables.

P: ¿Qué condiciones serían necesarias para ese diálogo? ¿Debe ser sin condiciones previas de ningún tipo?

R: Yo le llamaría diálogo sin apellidos.

P: ¿Cómo se introduce el diálogo en un escenario de escalada creciente de enfrentamiento y cuando no parece posible la mediación?

R: El punto adecuado sería para empezar que Rajoy y Puigdemont tuvieran el número de teléfono del otro y se hablaran. Creo que en este sentido tienen que ser los políticos, de manera responsable, los que recuperen el sentido común y establezcan las condiciones de ese diálogo. El objetivo de la iniciativa que promovimos y que ha congregado a tanta gente era llamar a la cordura y a que los gobernantes dejaran de hacer electoralismo. Creo que lo que está ocurriendo es una gran sequía de sentido común político y lo que reclamaron las plazas era que a ver si llovía un poco de sentido común y mojaba a Rajoy y Puigdemont.

P: ¿Cree que cabe la posibilidad de un referéndum pactado?

R: Creo que podría ser una de las soluciones entre muchas otras, pero eso tendrán que decidirlo los partidos políticos, no le corresponde a una iniciativa ciudadana decir en qué términos, y menos en este momento tan incipiente.

P: ¿Teme que los políticos recojan el testigo de la necesidad de diálogo pero no resuelvan la forma de llevarlo a cabo?

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R: Nosotros lo primero que hemos hecho es pedir diálogo y después juntar al mayor número de personas, de inteligencia y sentido común, para presionar y para ser capaces de aglutinar también a sectores de la sociedad civil y asociaciones que quizá puedan dar ideas. Pero nosotros somos en realidad un lugar de encuentro.

P: De cara a los próximos días, ¿cómo piensan mantener el espíritu de ¿Hablamos? en el espacio público?

R: Lo tenemos que decidir, porque todo ha ido tan rápido que realmente no hemos concluido nada todavía. Estamos trabajando en iniciativas que en estas semanas tan convulsas puedan volver a aglutinar de nuevo sentido común, civismo, participación y compromiso respecto a la situación tan grave en la que estamos.

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