Violencia machista

Los otros feminicidios: cuando el vínculo entre víctima y asesino no es una relación de pareja

Imagen de archivo de una manifestación contra la violencia machista.

La violencia machista, y el feminicidio como última y más grave de sus expresiones, deja cada año un listado de víctimas mortales que no mengua. Las mujeres asesinadas suman 920 desde que el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad comenzó a contabilizar los casos en el año 2003. El recuento oficial, sin embargo, sólo incluye a las víctimas que han sido asesinadas a manos de sus parejas o exparejas. ¿Qué ocurre entonces con los asesinatos cometidos por parientes, amigos o desconocidos? La misma pregunta se hicieron en el año 2010 las impulsoras de Feminicidio, plataforma encargada de iniciar un seguimiento propio que engloba todo asesinato hacia mujeres por el simple hecho de serlo. La comparación entre ambos registros advierte un abismo. Entre 2010 y 2016 se produjeron, en base a los datos oficiales, 398 asesinatos por violencia machista, cifra que asciende a 678 según el registro de la plataforma. Aunque los datos de 2017 que manejan las activistas son aún provisionales, el contador que figura en su página web marca 98 feminicidios, frente a los 48 que contabiliza el Gobierno de España.

La situación parece que experimentará a partir de 2018 un cambio radical. Según confirmó con la entrada del año Ángeles Carmona, presidenta del Observatorio del Consejo General del Poder Judicial contra la Violencia de Género, mujeres como Diana Quer pasarán a ser contabilizadas como víctimas de violencia machista. "La violencia de género no es sólo la ejercida dentro de la pareja, sino contra una mujer por el hecho de ser mujer", señaló Carmona, en base a una de las promesas, la de ampliar la definición, que incluye el Pacto de Estado contra la Violencia de Género.

Tipos de feminicidios

Aunque todavía no existen detalles sobre el modelo que seguirán los organismos oficiales, la plataforma Feminicidio ha establecido una serie de categorías para clasificar los diferentes tipos de crímenes machistas. La organización define el feminicidio íntimo como todo asesinato cometido por un hombre con quien la víctima tenía una relación íntima –marido, exmarido, novio, exnovio o amante–, mientras que el feminicidio no íntimo engloba a aquellos asesinatos cometidos por un hombre desconocido con quien la víctima no tenía ningún tipo de relación, fundamentalmente agresiones sexuales que culminan en el asesinato de una mujer a manos de un extraño. El feminicidio no íntimo por conexión comprende todos los casos en que una mujer ha sido asesinada por un hombre que intentó o consiguió matar a otra –amiga, pariente, o desconocida que se encontraba en el mismo escenario que la víctima–. También añade, la plataforma, el feminicidio infantil, entendido como el asesinato de una niña hasta los 14 años de edad cometido por un hombre en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder. El feminicidio familiar, por su parte, describe todo asesinato en el contexto de una relación de parentesco –hijos a madres, por ejemplo–. Otras tipologías tradicionalmente invisibilizadas son las vinculadas a la prostitución, trata o tráfico de mujeres por explotación sexual.

El pasado año 2016 se cerró con 92 asesinatos de mujeres en base a una motivación de género. El feminicidio íntimo fue el más común, con un total de 56 casos, seguido por 15 feminicidios familiares –hijos, primos, yernos, sobrinos, hermanos– , doce feminicidios no íntimos y seis por prostituciónTodas estas categorías no han sido, hasta el momento, contempladas como violencia de género en el cómputo oficial. Y sin embargo, la realidad demuestra que las mujeres no son asesinadas únicamente por sus parejas o exparejas, sino que todos los hombres de su alrededor pueden ser potenciales agresores.

Invisibilidad

"A los hombres los matan hombres desconocidos y a las mujeres, de manera desproporcionada, las matan hombres conocidos". Habla Graciela Atencio, directora de Feminicidio. "Si estamos atravesadas por las construcciones de género", analiza, "el monopolio de la violencia extrema lo tienen los hombres". Desde una perspectiva feminista hay "razones para poder argumentar que la mayoría de casos" llevan implícitos razones de género.

Todos los feminicidios que quedan fuera del marco de la Ley contra la Violencia de Género, añade, están "totalmente invisibilizados". Habla, entre otros, de los asesinatos a prostitutas a manos de sus clientes, o incluso de sus parejas, que "normalmente no están considerados en las cifras oficiales". También menciona el feminicidio familiar, con el caso notorio de las madres: "Hay una enorme desproporción si lo comparamos con los hijos que matan a sus padres", subraya Atencio. Reflexiona asimismo sobre los feminicidios no íntimos, que se producen "por misoginia" cuando un "hombre mata a una extraña por un odio genérico a las mujeres" .

Pero más allá de estos casos, Feminicidio también destaca los asesinatos de mujeres por parte de sus parejas o exparejas que no figuran en las estadísticas. Graciela Atencio recalca la existencia de casos que "no forman parte de las cifras oficiales" y que "ni siquiera están en investigación". A su juicio, sería necesario un protocolo oficial que expusiera públicamente los criterios de clasificación y los motivos por los que algunos asesinatos quedan fuera. Los casos de mujeres "asesinadas en el marco de la ley pero que la ley no tiene en cuenta" son, a su juicio, "agujeros negros que pasan a las estadísticas de la nada". Critica, en este sentido, que "la ley es conservadora y la visión de los jueces sólo tiene en cuenta casos probados de relaciones tradicionales", lo que implica una "visión limitada" de la problemática.

Paradigma legal

Elena Laporta, abogada en la organización Women's Link Worldwide, explica en conversación con este diario que urge un "cambio legislativo". La legislación internacional alude a la violencia que se ejerce "contra todas las mujeres por el hecho de ser mujeres, más allá de quien la ejecute". Laporta menciona las agresiones sexuales que puede sufrir una mujer en la calle, la mutilación genital femenina o la trata con fines sexuales.

Ese cambio legislativo, añade, debe ir acompañado de "obligaciones del Estado" que incluyan la "investigación, atención y reparación". En el momento en que se confeccionó la Ley contra la Violencia de Género de 2004, reflexiona la letrada, "se vieron como casos muy graves" aquellos vinculados a la violencia en el ámbito de la pareja, pero "no había esa conciencia de la existencia de muchas otras formas". La norma, destaca, "fue pionera, pero es verdad que es necesario que se amplíe porque sino las víctimas están desprotegidas".

En este sentido, califica el Pacto de Estado contra la Violencia de Género un "primer paso" que debe ir acompañado de continuidad y garantías. Por ello es necesario que estas formas de violencia al margen de la pareja, como la violencia sexual o la trata, "queden recogidas en instrumentos legislativos vinculantes para que se pueda trabajar sin que influyan cambios de otra naturaleza como políticos".

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También Laporta cree necesario el desarrollo de "estadísticas para conocer la magnitud y tomar medidas efectivas". "Es fundamental que todas las violencias se recojan con datos y estadísticas", subraya.

La presidenta de la Fundación Mujeres, Marisa Soleto, recuerda que desde el 2015 el Código Penal cuenta con un artículo que contempla agravante por cuestiones de género, pero existe "poca referencia jurisprudencial de cómo se está aplicando", sustancialmente porque "el derecho penal y su aplicación depende en gran medida del arbitrio judicial".

Soleto también insiste en que la legislación internacional ya amplía el concepto de violencia de género, y aunque reconoce que "falta algo de legislación", señala que eso sería "suficiente como para aplicar todo el peso de la ley contra cada modalidad". Por este motivo su crítica aterriza directamente en el seno del aparato judicial. "Hay que evaluar el comportamiento judicial, que es lo que más descontentas nos tiene", apunta. "Los estereotipos y la cortedad de miras en muchos casos deriva en una mala aplicación de la legislación", lamenta. Esas limitaciones, una vez más, "tienen que ver con la compresión de qué es la violencia de género".

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