El futuro de Cataluña

Valls lanza una plataforma en Barcelona ajena a los partidos para intentar atraer todo el voto constitucionalista

El ex primer ministro francés Manuel Valls, en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB).

Fernando Varela

“Quiero ser alcalde de Barcelona”. Manuel Valls (Barcelona, 1962), no tardó mucho en confirmar lo que desde hace semanas era un secreto a voces. Lo hizo este martes en una intervención deliberadamente sobria, en una sala del Centro De Cultura Contemporánea de Barcelona con capacidad para sólo un centenar de personas a todas luces insuficiente aunque sólo hubiese convocado a los periodistas, ante un grupo de incondicionales y en el que no había ningún dirigente de Ciudadanos, a pesar de que Albert Rivera ha sido el principal muñidor de su aterrizaje en la política española.

Él y solo él ante un atril con la leyenda “Valls BCN 2019” y, de fondo, la imagen con las características baldosas de Barcelona con las que el político francés anticipó hace unos días en su compromiso con la ciudad.

Quiere ser alcalde de Barcelona y, para conseguirlo, va a crear una plataforma ajena a los partidos políticos pero abierta a su apoyo. De hecho, en su discurso aprovechó para agradecer el soporte que le va a dar Ciudadanos y asegurar que seguirá buscando el de otros, en referencia al PP y al PSC, a los que no mencionó. “Soy de izquierdas, vengo del socialismo francés” y de sus “principios y valores republicanos, pero soy un candidato independiente”, advirtió. No está en contra de los partidos, precisó, “de ninguna manera”. De hecho su deseo es conseguir el apoyo “de muchos más” que el que ya le ha otorgado el de Albert Rivera . “Tenemos tiempo; ya sé que algunos han dicho que no”, pero “yo me mantendré abierto siempre”. ¿A quién? A todos los que respeten “el Estado de Derecho, la Constitución y el Estatuto”. Es decir: a todos los no independentistas. “Barcelona se merece ser gobernada pensando en ella”, sin “incertidumbres” como las derivadas del independentismo —a los que no citó— pero tampoco con la “equidistancia forzada” de la actual alcaldesa, Ada Colau, a la que tampoco mencionó por su nombre.

En el último año se han marchado empresas, denunció, se han perdido puestos de trabajo, y el independentismo ha impuesto una política de confrontación y ocupación del espacio público que, en su opinión, no se corresponde con los deseos de la mayoría. “Hay que contraponer la Barcelona global, abierta al mundo, que quiere ser capital de Europa y ciudad de progreso”. Y que tiene, subrayó, “la capacidad de ser el inicio de una solución” para el conflicto catalán, “el inicio de la solución para superar las divisiones de Cataluña”.

“Quedan muchos meses” y “ya se han producido movimientos”, señaló en referencia a la decisión Esquerra se situar como candidato al conveler Ernest Maragall, hermano del más celebrado alcalde de la ciudad. Así que, desde ahora mismo va a dirigirse “a los barceloneses”, hablen el idioma que hablen, hayan o no nacido en Cataluña o en España, con la intención de convencerles de que apoyen su “plataforma ciudadana, una plataforma transversal que integre a todos los que quieran hacer de Barcelona una referencia mundial, un proyecto integrador“ con la ciudad “como único eje, con democracia local y participativa”, en la que no habrá “más enemigos que la pobreza y la inseguridad”. Es una “gran oportunidad de luchar contra el populismo, el nacionalismo y la demagogia”, subrayó.

“Tengo la fuerza y la experiencia”

“Yo, con mucha humildad, pero con ganas y optimismo, me pongo al servicio de Barcelona. De todos los ciudadanos”, por que “yo no tengo enemigos”, para hacer una “candidatura de progreso, inclusiva, vuestra”. Y se reivindicó a sí mismo: “Tengo la fuerza y la experiencia que necesita un proyecto como Barcelona, las ganas, la ilusión para liderar un proyecto de cambio. Y me voy a entregar totalmente. Por, eso, anuncio, la semana que viene renunciara a todos sus cargos públicos en Francia, entre ellos el del diputado en la Asamblea Nacional. “No ha sido una decisión fácil”, concedió, antes de prometer que, “pase lo que pase” en las elecciones, se va a quedar en Barcelona, a vivir y a trabajar. “No es un sacrificio; es un acto de fe por Barcelona”.

Una ciudad que, destacó,“constituye una verdadera ciudad Estado con sus tres millones de habitantes. Así debe funcionar en la práctica y quién sabe si mañana de forma institucional”.

Valls utilizó el español y algo de francés para dirigirse a la prensa de su país, pero sobre todo se expresó en catalán para así subrayar su identidad local y mitigar la singularidad de su desembarco en la política española.  Una identidad catalana a la que dedicó más de la mitad de su discurso, con una detallada memoria de sus ancestros catalanes, una reivindicación de la lengua y la cultura de Cataluña y dos referencias emocionales al catalán como su lengua materna y como el idioma en el que dijo “te quiero” or primera vez.

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“Desde mi nacimiento en 1962 en el barrio de Horta mi relación con Barcelona ha sido íntima, constante y familiar”, explicó con multitud de referencias personales y una expresa mención al Barça. Una relación también vinculada a la política, que entroncó con la figura de Pasqual Maragall, al que atribuyó la metrópoli que asegura se ha perdido y que pretende recuperar. Porque desde hace un tiempo, y ahí entró en materia, asegura haber observado cambios en la ciudad que no le gustan. “Hay problemas graves: Barcelona se está deteriorando”.

Valls, conocido por su política de mano dura en Francia durante su mandato como ministro del Interior y jefe del Gobierno, citó muchos áreas, desde la vivienda al turismo, pero aludió, sobre todo, a la “inseguridad en los barrios”, la “creciente delincuencia”, la “falta de civismo”, la “mala gestión del espacio público. Proliferan los narcopisos”, denunció, hay un “descontrol del top manta”. “Hay que resolver el problema de la gente que duerme en la calle”. Muchos ciudadanos dicen que no pueden más”, resumió.

“La seguridad es un principio básico de convivencia y hoy hay hay menos, siempre en los barrios más desfavorecidos. La violencia es siempre una injusticia”, insistió. “Seré más firme que nunca con esa violencia, también con la violencia contra las mujeres”. Algo en lo que, recordó, tiene “experiencia de gestión” como alcalde de Évry, una ciudad periférica de París con graves problemas precisamente de seguridad. “Y fui ministro del Interior y primer ministro en circunstancias muy difíciles”, subrayó en referencia a los atentados yihadistas que sufrió Francia durante su mandato.

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