Salud

Madrid y Barcelona luchan contra la "epidemia del siglo XXI": crear comunidad para combatir la soledad

Imagen de archivo de un hombre mayor.

El ser humano es un animal social. Como tal, necesita relacionarse con los demás, establecer conexiones con otras personas y crear su propia red social, pero real, no digital. Por ello, desde esa primera etapa de la vida, todas las personas sufren el miedo a ser marginadas, a no formar parte "del grupo". Y ese miedo, aunque más frecuente en la niñez y adolescencia, es recurrente a lo largo de la etapa adulta, un momento en el que la vida toma un ritmo más acelerado, hay menos tiempo, el trabajo ocupa el centro de la vida y hay una mayor dificultad para conciliar.

Las ciudades están cada vez más saturadas de gente, pero ésta está más desconectada que nunca. Y hay quien, en este contexto, se siente solo. Y muchas personas no quieren. Según los datos que maneja el Ayuntamiento de Madrid, un 19,5% de los españoles vive en soledad: un 59,5% porque quiere y un 40,5% porque no le queda otra alternativa. Sólo en la capital, la ciudad más poblada de España, un 9,3% de los mayores de 18 años ha experimentado esta sensación en el último año, según un estudio realizado por el organismo Madrid Salud.

Por eso, precisamente, en enero de este 2018 el Ayuntamiento puso en marcha su Programa contra la soledad no deseada, que forma parte del plan Madrid Ciudad de los Cuidados. "El sentimiento de soledad es un gran problema en nuestra sociedad actual, tanto por las severas consecuencias que tiene sobre la salud como por el progresivo aumento del número de personas que se ven afectadas por esta epidemia del siglo XXI", explica el consistorio. "La soledad puede ser un sentimiento pasajero, asociado a determinadas situaciones por las que las personas pasamos en nuestra vida cotidiana, o bien puede ser un sentimiento que arraigue en nuestro día a día causando malestar o sufrimiento constante, con importantes efectos sobre nuestro bienestar y calidad de vida", añade.

¿Cómo combatirlo? Creando un sentimiento de barrio, de comunidad, de grupo. "Estamos construyendo con la implicación de los vecinos y las vecinas de toda la comunidad, barrios que sean sensibles al fenómeno de la soledad no deseada y quieran comprometerse en su resolución", explica el Ayuntamiento. Sin embargo, no ha sido pionera. Se fijó, según cuenta a infoLibre Mónica Díaz, coordinadora del proyecto de prevención de la soledad no deseada de Madrid Salud, en los pasos que ya había dado Barcelona. Concretamente, en su programa Radars. Pero con una diferencia: el programa de Barcelona está destinado a mayores de 65 años; el de Madrid, a todos los mayores de 18. 

Trafalgar y Almenara: barrios piloto contra la soledad en Madrid

El turismo ha inundado el centro de las ciudades, sobre todo de Madrid y Barcelona. Los pisos de alquiler para los visitantes han desplazado a la periferia de las grandes urbes a los ciudadanos y el pequeño comercio desaparece por la llegada de vecinos nuevos –en su mayoría, casas de apuestas y grandes franquicias–. El bar o la tienda de siempre ya no está y la relación entre vecinos y comerciantes es casi nula. Así, el sentimiento de pertenencia a un barrio casi ha desaparecido. 

Y eso es lo que pretenden revertir desde el Ayuntamiento de Madrid. Precisamente, volviendo a crear comunidad a través de la unión entre vecinos y comercios. Empezaron a hacerlo en enero en dos barrios, según cuenta Díaz a este diario: Trafalgar (en el distrito de Chamberí) y Almenara (en el distrito de Tetuán). "Forma parte del plan de Madrid Ciudad de los Cuidados, que se presentó al inicio de esta legislatura con el objetivo de poner en el centro de las decisiones políticas todo lo que tiene que ver con la sostenibilidad de la vida, es decir, con los cuidados", explica. 

Porque las ciudades han cambiado al mismo ritmo que lo ha hecho la vida de sus habitantes. "En la soledad inciden factores individuales, pero tienen mucha más importancia los factores sociales", critica Díaz, que asegura que "el tipo de sociedad" que se ha construido se basa en los valores del "do it yourself"do it yourself ("hazlo por ti mismo"). De ahí que el proyecto piloto no esté acotado a los mayores de 65 años. "La sociedad que hemos configurado es lo que hace que cualquiera pueda verse afectado por la soledad no deseada, que no es exclusiva de personas mayores", lamenta. 

Sensibilización, redes de apoyo y empoderamiento

Pero, concretamente, ¿cómo funciona el proyecto? Según explica Díaz, el programa que pretende combatir la soledad no deseada –que en Madrid ha afectado a 240.000 personas en el último año– tiene tres "patas" que se combinan: la sensibilización, la creación de redes de apoyo y el acompañamiento de las personas que se encuentran en situación de soledad no deseada.

El primero de ellos es, quizás, el más importante, pues permite dar paso a que las demás acciones se lleven a cabo. Quien se siente solo, en múltiples ocasiones se siente culpable por ello. "Son los mensajes que lanza la sociedad: 'algo habrás hecho para estar así', 'a lo mejor es por tu carácter", etc. "Hay que desestigmatizar este sentimiento", afirma Díaz. Sólo así, la persona que se encuentre sumida en esta situación será capaz de encontrarle una solución.

"Al ser un sentimiento estigmatizado, es complicado que la persona acuda al proyecto por sí misma", argumenta Díaz. Y aquí entra en juego otra de esas "patas" del proyecto: las redes de apoyo. "Hay dos tipos, las formales y las informales", cuenta. Las primeras están compuestas por todas las entidades sociales que se identifican en la zona. "Por ejemplo, el centro cultural, el centro de atención primaria, el personal de ONG como Cáritas, etc.", explica. Todos estos agentes se reúnen una vez al mes para desarrollar iniciativas que permitan, dentro de sus capacidades, prevenir la soledad no deseada y derivar al proyecto a quien lo necesite. 

Las segundas, en cambio, están formadas por los vecinos, vecinas y comerciantes. Son los que mejor pueden ayudar a identificar a quienes sufren este sentimiento. "El papel que tienen es identificar personas en situación de soledad no deseada, porque ellos son los que conocen lo que pasa en la vida de los barrios". Por ejemplo, la persona que regenta un bar sabe cuál es la vida de quienes acuden a él, afirma Díaz. Así, conociendo esta situación, son capaces de dar a conocer a sus vecinos el proyecto y proponer alternativas que combatan la soledad. "En Trafalgar, por ejemplo, se ha iniciado un grupo de trabajo que consiste en dar paseos comunitarios para que los vecinos se conozcan". 

Por último, la tercera "pata" consiste en concienciar a la propia persona y en empoderarla para que sepa cómo actuar ante este sentimiento. "Intervenimos para que tomen conciencia de por qué se sienten así y se doten de estrategias que ayuden a vivir la soledad como una oportunidad de crecimiento personal", asegura. En función del diagnóstico, se deriva a la persona en cuestión a los recursos del barrio que puedan ayudar. "Muchas veces, las personas tienen una red de apoyo escasa y tampoco conocen a mucha gente" que pueda informarles de las soluciones a su problema. 

 

El programa piloto –que ha contado con un presupuesto total de 495.000 euros– finaliza en 2019, cuando será evaluado. En caso de haber conseguido su objetivo se incorporará a los servicios de Madrid Salud. "La idea es que esto se comience a hacer en los centros profesionales de salud comunitaria, pero que los vecinos ya hayan adquirido el protagonismo y hayan reforzado las redes para que cuando el equipo se retire puedan funcionar por sí mismas", sentencia Díaz. 

El ejemplo de Radars en Barcelona

Pero lo que ha hecho Madrid no es nuevo. Barcelona fue pionera a la hora de implantar este tipo de proyectos aunque, en su caso, están destinados a las personas mayores de 65 años. Según concluyó el propio Ayuntamiento de la ciudad, "estudios recientes indican que la participación social y comunitaria es tan importante" como "el estado de salud o los recursos económicos" en el bienestar de las personas mayores. "Sentirse conectado e implicado en la vida y en el mundo circundante en épocas vitales anteriores se conseguía fundamentalmente a través del trabajo; en cambio, en la vejez, se puede canalizar a través de las actividades sociales, culturales y comunitarias".

Según los datos que maneja la institución, más de una quinta parte de la población de Barcelona tiene más de 65 años y el 40% de las personas mayores de 85 viven solas. Muchas de ellas por falta de alternativas. "La soledad no deseada puede tener un efecto devastador en la salud, en el bienestar y en la calidad de vida de las personas mayores. Puede causar un desorden del sueño, fatiga, enfermedades coronarias, problemas nutricionales, etc", explica. 

Por eso, hace ahora más de 10 años pusieron en marcha el proyecto Radars, que nació en el barrio de Grassot-Gràcia Nova. ¿En qué consiste? Pues es similar a lo que se ha establecido en Madrid. Se trata de "una red vecinal dedicada a la prevención y detección de situaciones de riesgo de las personas mayores que viven solas en el barrio". Ahora mismo, está consolidado en más de 35 barrios de la ciudad y se prevé, según el Ayuntamiento, que se amplíe a más de 53 en el año 2019. 

Funciona más o menos igual. "Radars se articula mediante la creación de una red de barrio que cuenta con varios espacios de participación. La base de esta red la forman los radares, es decir, vecinos y vecinas, comercios y farmacias del barrio que, con una mirada sensible y respetuosa, están atentos a la dinámica diaria de las personas mayores de su entorno y, si detectan algún cambio importante, se ponen en contacto con Radars", explica el Ayuntamiento. Desde Servicios Sociales se valora si hay que intervenir o no y, después, "para paliar el sentimiento de soledad de estas personas, los voluntarios y voluntarias de la Plataforma de seguimiento telefónica les llaman de forma periódica y establecen una relación de confianza". 

 

Vincles y otros 60 proyectos para mayores

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Pero Radars no es el único. Tal y como explican a este diario fuentes del Ayuntamiento, Vincles, junto con el anterior, es el más "icónico". Se puso en marcha como un proyecto piloto en los barrios de Sant Martí y el Eixample a finales de 2016 con un presupuesto que no pasaba de los cinco millones de euros. El objetivo era el mismo: romper con el aislamiento social de las personas mayores creando una red de apoyo público y del entorno personal –lo que incluía a familia, amigos, trabajadores sociales, etc.–. Pero el medio era más novedoso: la red se constituía a través de una tableta o dispositivo móvil que, utilizando una aplicación, permitía enviar y recibir llamadas y mensajes

Según El Periódico, en el mes de marzo 464 personas estaban participando en el programa y cada una de ellas se relacionaba con una media de seis personas. En paralelo, unos 3.000 familiares y amigos ya se habían descargado la aplicación.

Pero el Ayuntamiento de Barcelona tiene otros muchos proyectos en marcha. En total suman 62, aunque no todos tienen como objetivo principal paliar la soledad de los mayores, sino que algunos están más orientados a fomentar su participación como miembros de la comunidad. Algunos son, por ejemplo, el programa Buen trato a las personas mayores, que consiste en combatir "cualquier forma de discriminación por edad; los bancos del tiempo, que consisten en fomentar la relación y la ayuda mutua entre vecinos intercambiando tiempo y habilidades; o los clubes de lectura para personas mayores, que se reúnen regularmente para "leer y comentar la lectura escogida con el apoyo de un voluntario de la biblioteca", explica la institución. Todo, detallan, para que ninguna persona mayor de 65 años vuelva a sentir la angustia de la soledad. 

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