La crisis del coronavirus

La estrategia de “inundación” informativa del Gobierno: en busca de un modelo con el que afrontar “megacrisis”

Los responsables técnicos de la lucha contra la pandemia aplauden al general de la Guardia Civil José Manuel Santiago.

Nada hay oficialmente decidido, aunque todo es susceptible de cambiar, pero los mensajes que traslada Moncloa sobre el modelo de comunicación elegido desde que comenzó la crisis del coronavirus no indican que el incidente del general de la Guardia Civil que por error, según la versión del Gobierno, aseguró que estaba trabajando en evitar las críticas al Ejecutivo en las redes sociales vaya a dar pie a una modificación de la estrategia elegida por el todopoderoso Iván Redondo para afrontar la pandemia.

El equipo de Pedro Sánchez, en el que Redondo juega un papel de enorme relevancia, decidió en los primeros días de la crisis poner en marcha un modelo en el que la mayor parte de los días se convocan tres ruedas de prensa y comparecen hasta nueve portavoces entre técnicos y miembros del Gobierno. Es una estrategia de “inundación” informativa, explica el experto en comunicación política y colaborador de infoLibre José Miguel Contreras.

“Había dos opciones: limitar las apariciones o inundar“ el espacio público. “Y, sin lugar a dudas”, afirma Contreras, “es un acierto inundar. Es preferible aburrir o cansar; a fin de cuentas el que quiera puede desconectar”. Lo importante, subraya, es “dar la sensación de que el Estado te acompaña, que está presente, que está dispuesto dar explicaciones, a contar lo que pasa, por más que sea aburrido”. Hacer lo contrario, remarca, daría pie a acusaciones de “cobardía”, de estarse escondiendo de la opinión pública.

En su opinión, no se puede juzgar la actuación del Gobierno siguiendo los manuales de comunicación de crisis al uso, porque no se trata de “una situación de crisis convencional. No hay precedentes” que se puedan aplicar para saber “cómo se gestiona esto”. El Gobierno tiene una capacidad de control extraordinariamente limitada” de los acontecimientos, así que no tiene más remedio que diseñar “un esquema lo suficientemente abierto”.

Por eso, subraya Contreras, “es correcto dar mucho protagonismo a los técnicos, a los especialistas”, y dejar a los políticos en segundo lugar. Así como incluir a uniformados de la Policía Nacional, la Guardia Civil y el Ejército e incluso utilizar un lenguaje bélico.

“El lenguaje bélico en realidad lo está utilizando prácticamente todo el mundo”, señala. Busca alimentar la unidad los ciudadanos porque sin ella es imposible aplicar las “medidas de de disciplina social”. “No hay alterntativa. Nadie está haciendo nada mejor”. Al mismo tiempo, explica, la utilización de uniformados permite asociar a la gestión del Gobierno su “respetabilidad”, porque están entre los profesionales “mejor valorados” por la ciudadania y “dan sensación de seguridad y de control”. Tienen un “valor simbólico muy importante” porque “dan un elemento apolítico” que refuerza al Gobierno en un momento en el que los ciudadanos tienden a tener una gran sensación “de orfandad”.

Narciso Michavila, consultor político y director de la empresa demoscópica GAD3, está de acurdo en que “esto no es una crisis, sino una megacrisis donde el espacio de la comunicación a la opinión pública es mínimo”. A diferencia de “las crisis securitarias de los últimos ochenta años”, en esta ocasión “la experiencia de la mayoría de los ciudadanos es directa”, tanto en el plano social del confinamiento, como del sanitario —un 37% de la población tiene un ser cercano diagnosticado por coronavirus, recuerda— o del empleo.

No obstante, sí cree que el Gobierno está cometiendo errores. “En lugar de poner el acento en la gestión con visión estratégica, la está poniendo en la comunicación con visión táctica. Y esto no es una campaña electoral, es la primera pandemia a escala mundial de nuestra historia”. Por eso “debería abandonar los manuales tradicionales de gestión de crisis. Esta no tiene precedentes en nada que hayamos vivido”.

Michavila opina que el uso del lenguaje bélico tiene ventajas e inconvenientes. “Es el lenguaje más socorrido en las crisis y tiene la ventaja de que todo el mundo lo entiende, pero también el inconveniente de que aquí no es posible la diabolización del enemigo, porque no es un ser humano en el que descargar el odio, es un virus”. A su juicio, “acudir al marco bélico en ocasiones no está mal pero abusar puede transmitir la idea de no estar entendiendo que esto no es una guerra, es una pandemia”.

Paloma Piqueiras, doctora en Comunicación e investigadora en la Universidad Complutense, ve también luces y sombras. “Este Gobierno está gestionando la comunicación con fallos y aciertos. Está cumpliendo axiomas básicos de la comunicación de crisis, pero, a la vez, está mostrando algunas carencias”, como “intervenciones del presidente del Gobierno en las que no se aporta información nueva” o “contradicciones entre los distintos portavoces”.

La irrupción de este virus ha puesto en duda, en su opinión, “la capacidad de liderazgo y de gestión de nuestras autoridades públicas” y en este escenario la gestión de la comunicación “debe ir acompañada de hechos”.

Piqueiras cree que “la comunicación institucional, en conjunto, está funcionando y se percibe el esfuerzo que está haciendo el Gobierno por informar periódicamente”. En este sentido, subraya, “probablemente ha sido un acierto vehicular la comunicación a través de la ciencia, justificando las decisiones en base a lo que recomiendan los expertos”.    

Desaciertos

También se han cometido desaciertos, insiste. De un lado, “los mensajes excesivamente adornados. En tiempos de crisis no es recomendable abusar de la retórica, sino transmitir discursos sencillos y sensibles al dolor de la gente en los que se combine criterio político con honestidad y empatía”. Y del otro,“fallos en la forma de comunicar las decisiones políticas, lo que ha aumentado la incertidumbre”. Como anunciar el desconfinamiento de los menores sin poder precisar siquiera las edad ni las limitaciones.

“Una crisis de esta magnitud exige un discurso que unifique y reconforte, que ayude a los ciudadanos a entender lo que está pasando. Aquello que no vaya dirigido en esta dirección debe revisarse”, aconseja. Pero no necesariamente abandonar el lenguaje bélico que prácticamente todos los líderes han utilizado, remarca. “Macron se dirigió hace unas semanas a los franceses diciendo literalmente que ‘estamos en guerra sanitaria’; Angela Merkel puso en alerta a su población al reconocer que enfrentamos un desafío nunca visto desde la II Guerra Mundial y el propio Sánchez utiliza expresiones como ‘el enemigo penetró hace ya tiempo en la ciudad”.

“Hay quien piensa que estos mensajes son excesivos y que distraen la atención” pero, para Piqueiras, igual que para Contreras, “ayudan a construir un sentimiento de unidad y de solidaridad. En otras palabras, con ese lenguaje comprendemos la gravedad del momento y por qué son necesarios los esfuerzos que estamos realizando”.

También se muestra comprensivo, en término generales, Toni Aira, profesor de la UPF Barcelona School of Management. “Yo creo que lo más justo es partir de la base de que no hay ningún Gobierno que lo esté haciendo del todo bien ni del todo mal en la comunicación de esta crisis”, asegura. Hacen lo que pueden en unas circunstancias muy complicadas, especialmente si se tiene en cuenta que se trata de un Ejecutivo de coalición “que además se estrena en estas lides y con un liderazgo como el de Pedro Sánchez, que nunca ha acabado de tener un respaldo en las urnas lo suficientemente potente como para consolidar una figura en clave de líder institucional indiscutido". De momento lo “están haciendo como pueden, ni bien ni excesivamente mal”, resume.

"Lo que ha hecho manifiestamente mal es dar un protagonismo excesivo a la figura de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y al Ejército. Demasiado uniformado al frente de una rendición de cuentas de la gestión de una crisis que debería circunscribirse sobre todo a nivel sanitario”, sostiene Aira. No existe en ningún otro país, recuerda.

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A su juicio, el modelo ideal debería incluir “poca presencia política” pero “al máximo nivel”, con mensajes muy “claros y nítidos” y mucha información científica y técnica “poco valorativa. Y muy práctica para la ciudadania”.

Aira cree que “la utilización del lenguaje bélico es claramente contraproducente”. Entiende que se ha abusado de él con el objetivo de hacer entender a la población la gravedad de la población y transmitir una “sensación de excepcionalidad”. Eso demuestra una gran debilidad en el liderazgo político o institucional”, concluye.

Muy crítica con lo que está haciendo el Gobierno se mostró también este lunes la consultora y presidenta de la Asociación Comunicacion Política Verónica Fumanal. En un mensaje a través de Twitter resumió su punto de vista:

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