Crisis del coronavirus

El giro de Arrimadas y la guerra Ayuso-Aguado disparan las hostilidades entre PP y Cs

Ignacio Aguado e Isabel Díaz Ayuso en la Asamblea de Madrid.

Antes del arranque de la crisis del coronavirus, la relación entre Partido Popular y Ciudadanos, en el plano nacional, era más que correcta. Correctísima si se tiene en cuenta que, con el mantra de la refundación de la derecha a cuestas, Pablo CasadoPablo Casado había permitido que estallase por los aires el PP vasco, liderado en ese momento por Alfonso Alonso, para sellar una coalición electoral con la que concurrir juntos a las elecciones en el País Vasco. En el plano nacional, salvo en el caso de Madrid, donde Isabel Díaz Ayuso (PP) e Ignacio Aguado (Cs) tenían sus roces, el resto de coaliciones —Ayuntamiento de Madrid, Murcia y Castilla y León y Andalucía— funcionaban sin grandes sobresaltos. Pero la situación ha empeorado estas semanas. Pese a que los conservadores se empeñan en disimularlo, el hecho de que Inés Arrimadas fuese la pieza clave para que Pedro Sánchez pudiese prolongar el estado de alarma ha escocido mucho en el principal partido de la oposición. Una circunstancia que convive con la cada vez más tensa relación en el Gobierno de la Comunidad de Madrid. "Es verdad que todo lo que ocurre en Madrid a veces se magnifica porque tiene todos los focos sobre sí. Pero no puede negarse que ni Ayuso ni Aguado se molestan en esconder sus tensiones. No hay un día sin diferencias", sostiene un destacado miembro del PP madrileño.

En la Comunidad de Madrid la situación toma el color de las grandes crisis. La gestión de la pandemia ya se ha cobrado una víctima política: Yolanda Fuentes, directora general de Salud Pública. La pelea entre Ayuso, contraria en un principio a solicitar al Ministerio de Sanidad el paso a la fase 1, e Ignacio Aguado, partidario de dar el paso, generó un hondo malestar en la consejería de Sanidad, en manos del PP. Y uno de los efectos ha sido la marcha de Fuentes, que se negaba a apoyar el cambio de etapa.

Este jueves fue el día después de la votación de la prórroga del estado de alarma en el Congreso de los Diputados. Y un PP que demostró pocos reflejos a la hora de negociar con el Gobierno porque buena parte de sus banderas, como la de la desvinculación de los ERTE de esta figura excepcional, fueron medallas que después se colgó Arrimadas, intentaba justificar su abstención precisamente porque Pedro Sánchez había tenido a bien hacerles caso en esto y en decretar el luto nacional. Un discurso que ya Casado había defendido desde la tribuna de oradores de la Cámara Baja entre durísimas acusaciones al jefe del Ejecutivo.

Las "pelotas en el tejado" que Cs deja al PP

Que Arrimadas haya negociado con el PSOE cuando el PP se tiene como su "socio preferente" no es plato de buen gusto para los conservadores, que confiaban en un acercamiento a la líder de Cs. Como tampoco lo fue cuando la presidenta de Ciudadanos, nada más arrancar la crisis del covid-19, propuso a Pedro Sánchez unos Presupuestos de "emergencia nacional". Una vez más, el PP se sintió víctima de esa estrategia del partido naranja de poner cuestiones delicadas en su tejado para que tengan que retratarse. Y el PP, con la permanente amenaza de la extrema derecha de Vox, siempre reniega de cualquier paso que dé argumentos a Abascal y los suyos para que les califiquen de "derechita cobarde".

"No vamos a dar un cheque en blanco a Pedro Sánchez por la última ocurrencia que ha tenido Arrimadas", decían por aquellas fechas. Ya más entrada la crisis, también les incomodó que Cs mostrase su disposición a una reedición de los pactos de la Moncloa y que viese con buenos ojos extender el entendimiento a nivel nacional para la reconstrucción económica y social a las comunidades autónomas. En sectores del PP se despertó el temor a que esta estrategia de pactos acabase llevándose por delante los suyos con Cs en algunas comunidades autónomas. Tuvo que salir Arrimadas a llamar a la calma y a decir que no había nada en peligro. Prácticamente lo mismo que se han esforzado en subrayar desde Cs en las últimas horas: que el apoyo a Sánchez fue sólo para la prórroga del estado de alarma. Y nada más.

Todas las fuentes consultadas en la formación conservadora coinciden en que ahora toca una "desescalada de la tensión" con Ciudadanos. Al menos, en lo que corresponde a los respectivos líderes nacionales. Otra cosa es cómo salga y si las tensiones entre PP y Cs en Madrid no lo acaban contaminando todo. 

Casado y "la buena colaboración"

"La colaboración es buena, lo es también a nivel parlamentario, donde nosotros le cedimos puestos en instituciones o les permitimos constituir un grupo parlamentario en el Senado", defendió este jueves el líder del PP, Pablo Casado, en una entrevista concedida a la Cadena Cope en la que dijo no ver en peligro los pactos autonómicos y que su relación con Arrimadas era buena.

Pero el dardo contra la presidenta de la formación naranja llegaría horas después de esta entrevista en forma de escrito de Faes, la fundación del expresidente José María Aznar. En la etapa de Mariano Rajoy, este laboratorio de ideas dejó de ser relevante para la cúpula del PP. De hecho, hubo una ruptura. Ahora Faes tampoco es la fundación del partido pero los vínculos con la cúpula del mismo son más que evidentes. De hecho, para la construcción de su equipo, una vez llegó a la presidencia del PP en julio de 2018, Casado recurrió a la cantera de esta fundación.

"Para ser un partido joven, parece que a Ciudadanos le pesa mucho su pasado. Su apoyo a la prórroga suena a expiación autoimpuesta o a una tardía búsqueda del tiempo perdido", defendía la fundación este jueves en un formato bautizado como "Anotaciones Faes".

Para la fundación de Aznar el problema actual de Ciudadanos es quizá "un equivocado instinto contracíclico, antes y ahora". Porque "cuando la recomendación esencial para no contagiarse es mantener las distancias, deciden arrimarse".

Madrid: el kilómetro cero de las tensiones

Para el Partido Popular de Casado conseguir mantener la Presidencia de la Comunidad de Madrid fue un refuerzo de su liderazgo en horas muy bajas, cuando venía de llevar al partido al peor resultado de su historia en las generales de abril del año pasado: 66 escaños.

Isabel Díaz Ayuso fue una apuesta personal suya. Y que lograra mantener el poder de los conservadores en Madrid, gracias al apoyo de Cs, socio de investidura y a los votos de la extrema derecha, fue muy buena noticia. Pero para los presidentes del PP, el Gobierno de la Comunidad de Madrid lleva años siendo foco de conflicto. Y con Ayuso, que no controla a todo el Consejo de Gobierno porque lidera un ejecutivo de coalición, no faltan las tensiones. Si además de todos estos ingredientes, metemos en la coctelera la gestión de una crisis como la del covid-19 en una región que lidera las muertes y en la que el drama de las residencias ha sacudido con fuerza y añadimos la desconfianza instalada entre PP y Cs en Madrid en los últimos meses, nos encontramos con el escenario al que asistimos estos días.

"No llevan un año gobernando y de lo que más se habla es de sus diferencias", se quejan desde la oposición en la Asamblea de Madrid. "Es difícil ver a Casado y Arrimadas defender que la salud de sus pactos autonómicos es buena y luego dirigir la mirada a Madrid", añaden.

Hay escenas de crisis entre PP y Cs en los últimos días para hacer una serie de televisión de varias temporadas. Pero la última de ellas supera a todas las demás. Por lo delicado del tema que los consejeros de Gobierno de la Comunidad de Madrid tienen entre manos. Se trata del la solicitud del paso de la fase 0 a la fase 1.

El calendario de desescalada elaborado por el Ministerio de Sanidad tenía marcado el miércoles 6 de mayo. Era la fecha tope de la que disponían las comunidades autónomas para solicitar autorización para dar el salto de la fase 0 a la fase 1 a partir del lunes 11. Una etapa que permite, por ejemplo, la apertura de terrazas de establecimientos hosteleros con el 50% de su aforo y reuniones de hasta un máximo de diez personas en domicilios. En la Comunidad de Madrid este proceso ha sido bastante complejo y se ha cobrado ya la marcha de su directora general de Salud Pública.  

Ese miércoles, los socios de Gobierno, Isabel Díaz Ayuso (PP) e Ignacio Aguado (Ciudadanos) partían de diferentes planteamientos sobre el momento en el que debía solicitarse el salto de fase. El líder del partido naranja en Madrid defendía que la región ya estaba preparada para cambiar de fase y Ayuso no lo veía tan claro, una posición alineada con la del consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, de la cuota del PP. Así se lo hizo saber a presidenta y vicepresidente.

En esta ocasión, se impusieron las tesis del vicepresidente y tras dos reuniones del Consejo de Gobierno [leer aquí todos los detalles] Ayuso dio la orden de preparar toda la documentación para trasladársela al departamento de Salvador Illa.[leer aquí todos los detalles]

Pero no todo quedó en un simple cambio de criterio de Ayuso pese a lo delicado del asunto que su Consejo de Gobierno tenía entre manos. Desde la Puerta del Sol, sede del Gobierno regional, explican que la decisión de Madrid de pedir a Sanidad el salto de fase es "colegiada" tras haber escuchado a todos los integrantes del Ejecutivo. Ya se sabía que Aguado estaba a favor porque él mismo lo había verbalizado. Este jueves se supo que los consejeros del área económica también se habían manifestado de forma similar. Pero también, que el responsable de Sanidad, Ruiz Escudero, era partidario de esperar unos días antes de hacer la petición a Sanidad.

"Se impuso el criterio de la mayoría y el de la presidenta", añaden fuentes conocedoras del contenido de las conversaciones.

En este contexto se entiende la marcha de Yolanda Fuentes. En la Comunidad de Madrid no se ponen de acuerdo a la hora de explicar su gesto. Hay quienes hablan de dimisión por su negativa a avalar el paso de fase. Y quienes defienden que es Ayuso quien prescinde de ella por no compartir el plan de la región para la desescalada. Algo que, a su vez, ha dado pie a una reestructuración del departamento.

Pasadas las 22.30 horas de este jueves, 7 de mayo, el Gobierno de la Comunidad de Madrid anunció que había remitido la documentación necesaria solicitando el cambio de fase al Ministerio de Sanidad.

Hasta la fecha, uno de los últimos choques entre Ayuso y Aguado había tenido como contexto el drama de las residencias de mayores. "Yo no quiero mirar hacia otro lado", sostuvo la presidenta hace un par de semanas al tiempo que no descartaba ceses por la gestión de estos centros en la región, tanto de directivos de los mismos como de consejeros de su Ejecutivo, en el caso de que llegase a demostrarse que ha habido "negligencias".

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La consejería de Sanidad está en manos de Alberto Reyero, de la cuota de Ciudadanos. La de Sanidad, en manos de Ruiz Escudero, del PP. El pasado 26 de marzo, Ayuso retiró a Ciudadanos la competencia sobre las residencias. Por ello, cuando en el partido naranja escucharon lo de los ceses, llovía sobre mojado y el enfado fue monumental. "Ni hoy, ni en el futuro", respondería un día después ante los micrófonos de la cadena Ser el vicepresidente madrileño preguntado por la posible dimisión de Reyero.

"Este Gobierno se construye encima de un acuerdo político que deja bien claro cuáles son las competencias y responsabilidades de cada uno. Esa decisión no está sobre la mesa y no le compete a la presidenta en tanto en cuanto cada partido nombra a sus consejeros", se defendió Aguado

También han confrontado en materia de pactos. Mientras Aguado se ha mostrado dispuesto a sentarse a hablar con el PSOE para elaborar los Presupuestos de la región, Ayuso no está dispuesta.

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