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El llanito: tres claves para entender cómo Gibraltar desarrolló su 'spanglish' con acento andaluz

Gibraltar es un peñón de 6,8 kilómetros cuadrados. Se ubica en el extremo sur de la península ibérica y en él viven, en datos del 2019, 33.701 personas. “Entre ellas”, explica a este medio la profesora de la Universidad de Cádiz Alicia Mariscal Ríos, “existe una minoría monolingüe en inglés, pero el bilingüismo entre el español y el propio inglés es la norma”. Y de resultas de la convivencia entre ambos idiomas se ha desarrollado en la zona una variedad lingüística única en el mundo: el llanito. La proximidad geográfica entre el territorio británico y el sur de España, varios acontecimientos históricos desde el siglo XVIII y la formalización del inglés como lengua de enseñanza al concluir la Segunda Guerra Mundial son tres de las claves que explican la formación de esta especie de ‘spanglish’, que muchos estudios han vinculado al que habla la población latinoamericana en algunas zonas de Estados Unidos. Sin embargo, “la mezcla cultural propia del peñón lo convierte, efectivamente, en algo único”, tercia Mariscal. Primero, por su cercanía al hablar andaluz y, después, por la influencia de otros hablares con los que ha tenido contacto como el portugués, el italiano o el árabe.

En pocas palabras, como apunta en un trabajo para el Instituto Cervantes María Vázquez Amador, profesora de la misma universidad, “el llanito o yanito es el modo de hablar de los habitantes bilingües de inglés y español que habitan en Gibraltar”. Para entender bien cómo funciona, en la práctica, esta mezcla idiomática, hay que tener en cuenta que se da de tres formas distintas. Así las cosas, los rasgos lingüísticos que caracterizan a un hablante de llanito son la mezcla de código, la alternancia de código y el uso de anglicismos.

Mientras que la mezcla de código se da cuando un hablante “usa dos lenguas distintas en una misma oración” respetando las reglas gramaticales de ambas lenguas, la alternancia de código “tiene lugar cuando hay un cambio de lengua después de una frase y el hablante alterna oraciones en dos lenguas diferentes”. El uso de anglicismos, por su parte, existe “cuando se introducen voces inglesas dentro de contextos lingüísticos en lengua española”. Con todo, estamos delante de un ejemplo de llanito tanto si nos encontramos con una frase de este estilo: ¿Quieres venir to the beach conmigo?, como si un hablante formula la pregunta en inglés —Do you want to come to the beach with me?— y continúa diciendo: Hoy hace mucho calor. También lo es, como expone la profesora, el uso de anglicismos en un hablar español, por ejemplo: He pasado toda la tarde colgando ropa en el wardrobe.

Tres claves: intercambio cultural, factores históricos y educación

La proximidad territorial entre el territorio británico y el español ha conducido a los pueblos del sur de la península a mezclarse con los ingleses. Por poner un ejemplo, alrededor de 10.000 españoles trabajan, actualmente, en el peñón. Juan Arturo Medina —un escritor nativo de La Línea de la Concepción, el pueblo que linda con Gibraltar— relata en su libro Crónicas linenses multitud de historias que dan buena cuenta de la estrecha relación que se ha fraguado entre ambos pueblos con el paso de los años. Habla, entre otras cosas, de que muchas modernidades entraron en La Línea por ‘la verja’, el nombre que se le ha dado a la valla que separa ambos mundos; o del trasiego de gibraltareños que cruzan la frontera para disfrutar de las playas y la gastronomía linense.

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Pero, quizás, la perspectiva más útil para poder explicar la realidad lingüística gibraltareña es la histórica, que está íntimamente ligada a la educativa. En su trabajo, la profesora Vázquez Amador señala que, desde que en 1713 el tratado de Utrecht reconoció el peñón como territorio británico, existen tres momentos históricos claves para la implantación del inglés en el peñón y, por tanto, para la consolidación del llanito. Primero llegó “la adopción de un sistema educativo basado en el modelo británico tras las guerras napoleónicas”. Más adelante, “la evacuación de la población civil durante la Segunda Guerra Mundial a lugares como Inglaterra, Irlanda, Madeira y Jamaica” y, por último, “el cierre de ‘la verja’ en 1969 con el consiguiente despido de trabajadores españoles”. Pero, ¿cuáles fueron los efectos de cada uno de estos acontecimientos históricos?

“Uno de los más relevantes es el que tiene que ver con la migración forzosa durante la Segunda Guerra Mundial”, apunta Mariscal Ríos. A pesar de que ya habían pasado más de dos siglos desde el tratado de Utrecht cuando alrededor de 16.000 personas residentes en Gibraltar fueron obligadas a abandonar sus hogares con destino a otras zonas de dominio británico o aliadas, las autoridades comprobaron que, a excepción de una élite cultural que solo hablaba inglés, el resto tenía pocas competencias. “Por eso, a partir de la Segunda Guerra Mundial, se elimina el español de los colegios y se mantiene su enseñanza, únicamente, como lengua extranjera”. Se trata, fuera de toda duda, de un golpe de timón con el que el Reino Unido trató de ‘britanizar’ el peñón. Por otra parte, los 13 años —desde 1969 hasta 1982— en que ‘la verja’ permaneció cerrada supusieron un afianzamiento del inglés en la zona. “No obstante”, apunta Vázquez Amador, “los siglos de influencia mutua entre el inglés y el español han tenido como consecuencia el uso del llanito”.

En la actualidad, el llanito tiene una implantación sobre todo coloquial. “La única lengua oficial del peñón es el inglés”, resuelve Mariscal Ríos, “pero un Gobierno solo puede regular en tres ámbitos: la educación, la administración y los medios de comunicación. No puede regular, en cambio, en lo que habla una familia en casa o en el recreo”. Y ahí el llanito continúa siendo una realidad plenamente vigente.

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