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Lecturas infalibles

Llucia Ramis, a carcajadas con Alonso Quijano

La escritora Llucia Ramis.

"Si me preguntas un clásico, ya te digo que el Quijote Quijotedirectamente. De los clásicos, es el que más me ha gustado. Más que Proust y más que cualquier otra cosa". Al otro lado del teléfono, la escritora y periodista Llucia Ramis (Palma de Mallorca, 1977)​ responde, efectivamente, sin dudarlo. Como tantos españoles, la autora de novelas como Les possessions/Las posesionesLas posesiones (2018) o Tot allò que una tarda morí amb les bicicletes/Todo lo que una tarde murió con las bicicletas (2013) se acercó a la obra de Cervantes a través de la escuela. Aquello no hizo que el libro le resultara más atractivo. Al contrario: "Había estado siempre en casa de mis padres y nunca jamás me habría animado". Algo pasó después para que sea el libro que Ramis recomienda para esta sección, en la que, entre julio y agosto, distintos escritores señalan un clásico al que merece la pena dedicarle parte del verano. 

 

Lo que pasó fue una mudanza —una mudanza similar a las que aparecen en sus libros, de hecho—. "Recuerdo que en un cambio de piso me encontré un ejemplar, no sé por qué", cuenta. Y admite que entonces, quizás por asociarlo con la pizarra y la tiza, consideraba las aventuras de Alonso Quijano algo así como un entretenimiento infantil: "Lo cogí pensando: 'Ya tengo una edad, qué hago yo con esto ahora". La respuesta fue: pasarlo bien. "Empecé a leer pensando que iba a durar cinco páginas. Me recuerdo sentada en el suelo del piso, aún sin muebles, partida de risa. No podía parar de reír ni de leer, no podía parar. Nunca me he reído tanto con un libro". El humor presente en la obra de Cervantes, plagado de críticas satíricasla sociedad de la época pero también de meros chistes, se subraya continuamente por los estudiosos, pero los lectores se resisten a creerlo: el barómetro del CIS revelaba en 2015 que el 40% de los españoles no han leído ni un solo tramo de las aventuras del famoso hidalgo. 

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Ramis, licenciada en Ciencias de la Comunicación, insiste en que habla "como lectora rasa": "No soy ninguna experta ni he estudiado Filología ni tengo ni idea", se disculpa la escritora. Quizás influye en sus palabras la idea de que el Quijote es una novela para iniciados, algo que solo pueden apreciar los académicos. Pero Ramis asegura que incluso los "lectores rasos" se darán cuenta de la radicalidad de la estructura manejada por Cervantes. No por nada se llama a su gran obra la "primera novela moderna". "Pasaba también que cuando lo leí estaba de moda todo el rollo posmoderno", recuerda la autora. Se refiere a un estilo novelístico caracterizado, entre otras cosas, por la fragmentación, el pastiche o la parodia de estilos o géneros. "Cuando leía sobre eso", dice Ramis, "me daba la impresión de que estaba ya todo superadísimo. ¡Si este señor ya lo hizo todo!". ¿Por ejemplo? "Las digresiones que no van a ninguna parte, personajes que aparecen y desaparecen, la metaliteratura...". 

Pero, más allá del análisis de las costuras del libro, queda un placer más inmediato y menos intelectualizado: la risa. 

 

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