Hoy, en teoría, en ese interminable listado de temas que van a tratar en la Conferencia de Presidentes, uno de los puntos que se quería discutir es un acuerdo para intentar hacer algo que solucione el enorme problema de la vivienda. La propuesta de Moncloa es triplicar la inversión en vivienda pública. Veremos en qué queda esa propuesta, si da tiempo a debatirla y, lo más importante, si de verdad hay voluntad política de todos para hacer algo.
Desde luego urge encontrar soluciones. Hay pronósticos de lo que se nos viene encima que asustan: los promotores inmobiliarios temen que de aquí a 3 años y al ritmo al que van subiendo los precios, no haya compradores. Que comprarse un piso sea tan inasequible que la demanda caiga y que sólo los ricachones muy ricachones podrán comprar vivienda y hacer con ella lo que ya sabemos que se suele hacer: acaparar inmuebles, ponerlos en alquiler y colapsar el mercado.
El otro pronóstico es aún más surrealista: dicen que podríamos llegar a ver hipotecas a 70 años por la incapacidad de hacer frente a los precios. Es decir, que nada más entrar en la edad adulta, cada español se endeude de por vida, él, sus hijos y –puede que también– sus nietos. Dejar en herencia ya no la casa sino la deuda de la casa, esa hipoteca que firmaron para poder independizarse será la condena que hereden sus hijos.
Todo esto es una locura. Un tremendo despropósito. El futuro que dibujamos para nuestros hijos es realmente desolador: empezar a trabajar con sueldos míseros, necesitar, quizás, hasta dos trabajos para poder emanciparse, jubilarse cuando sean ancianos y encadenarles a hipotecas de por vida. Maravilla, yo soy ellos y saldría huyendo.
Y luego nos quejamos de que no están comprometidos con su futuro, que no tienen la misma dedicación que teníamos nosotros cuando empezábamos a trabajar. Pero, ¿y qué quieren?, ¿qué les estamos dando a cambio de ese compromiso?
El futuro que dibujamos para nuestros hijos es realmente desolador: empezar a trabajar con sueldos míseros, necesitar, quizás, hasta dos trabajos para poder emanciparse, jubilarse cuando sean ancianos y encadenarles a hipotecas de por vida. Maravilla, yo soy ellos y saldría huyendo
Un ejemplo, real. Un chico/a de 22 años, que acaba de conseguir su primer contrato laboral. Se ha tenido que ir a vivir fuera de su ciudad, con lo cual ha necesitado buscar un alquiler en una de esas ciudades imposibles, tensionadas por los precios de los alquileres. Cada mañana se tiene que levantar a las 6h, tiene una hora de transporte público hasta que llega a su trabajo, no tenía nada más asequible cerca. Sale de trabajar a las 18h y tiene por delante otra hora de transporte público hasta llegar a su casa. De su sueldo, al mes, apenas puede ahorrar 100/150 euros si restamos gastos y alquileres.
Si la única propuesta que les hacemos es, bueno, no os preocupéis, endeudaros de por vida, ataros a una hipoteca que nunca llegaréis a pagar y vivid como podáis, sin grandes lujos... es para dejar lo que estemos haciendo y ceder el paso a otros que puedan hacerlo mejor. Esto no se sostiene. Y con propuestas así de peregrinas, menos.
Hoy, en teoría, en ese interminable listado de temas que van a tratar en la Conferencia de Presidentes, uno de los puntos que se quería discutir es un acuerdo para intentar hacer algo que solucione el enorme problema de la vivienda. La propuesta de Moncloa es triplicar la inversión en vivienda pública. Veremos en qué queda esa propuesta, si da tiempo a debatirla y, lo más importante, si de verdad hay voluntad política de todos para hacer algo.