Aquí me cierro otra puerta

Ayuso no está loca: es el modelo de Casado

Quique Peinado

En los últimos seis meses vivimos aplastados por la tristeza, el miedo, la desesperanza y la incertidumbre. Por suerte, cuando todo va mal, cuando la pandemia nos tritura otra vez, nos queda algo que es inmutable e indudable: no hay una sola razón para pensar que lo que está sucediendo en Madrid en cuanto a la gestión de la pandemia de Díaz Ayuso no es lo que Pablo Casado querría para España. Ni una sola. No ha movido un grado su discurso de mayo, cuando decía que lo que estaba haciendo Díaz Ayuso en Madrid es lo que él haría para toda España. Es más: lo ha radicalizado. 

Cuando Pablo Casado hizo sus listas para las dos elecciones generales de 2019, tres nombres/concepto marcaron para mí su volantazo ideológico: el populismo más kamikaze y descarnado (Juan José Cortés, padre de una niña terriblemente asesinada, como número uno de la lista por Huelva), la españolidad más arcaica (el torero Miguel Abellán como número 10 por Madrid) y el clasismo más atroz (Cayetana Álvarez de Toledo como número uno por Barcelona y portavoz parlamentaria). Los tres se demostraron tremendos errores que se fueron subsanando. Bueno, no todos: Cortés sí fue fulminado, Álvarez de Toledo ya es youtuber y oposición interna tras ser defenestrada, pero Miguel Abellán sobrevive, a pesar de no haber logrado ser diputado. ¿Dónde? Tiene un cargo, director del Centro de Estudios Taurinos, en la Comunidad de Madrid. 

No deja de ser una metáfora, pero Abellán, que es un error que no ha rectificado porque no cree que lo sea, trabajando para Ayuso es ese nuevo PP de Casado que, a pesar de haberse dado una hostia detrás de otra, mantiene contra viento y marea esa idea inicial que mueve al exdiputado por Ávila. Se equivocó con las personas pero no con las ideas, barrunta él. 

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Y ese es el Madrid de Díaz Ayuso: el populismo más desvergonzado, que se viste de xenofobia abierta y sin complejos; la españolidad más arcaica, en la que Madrid es España y como España es la mejor, pues Madrid es lo mejor de lo mejor; y ese clasismo tremendo de la presidenta de la CAM, que además en ella es especialmente llamativo porque se cree superior a todos no por linaje, sino por estar en el lado correcto de la historia (el neoliberalismo deshumanizado) y por haber nacido en la tierra prometida, es decir, en Madrid. Añadido un victimismo prefabricado, falseado y esgrimido cuando la razón no llega, tenemos el peor de los nacionalismos también en la capital. 

Es fácil pensar que Díaz Ayuso es una persona desequilibrada o impulsiva o que actúa por razones que no son premeditadas, pero no es así: representa la esencia de un liberalismo clasista, xenófobo, populista, rancio y nacionalista. Es decir: es el PP de Pablo Casado, lo que quiere para España. Ese PP que choca con esos otros pepés que estos días se llevan las manos a la cabeza, esos barones de otros lugares de España que ven cómo una correligionaria dice abiertamente que sus ciudadanos son mejores que los que les votaron a ellos o que tira por tierra esa eterna falsedad de que el PP es el partido de la (buena) gestión. 

Pero hay que decirles que eligieron ese PP en un Congreso y que disfruten lo votado. Quien en el PP no defienda a Díaz Ayuso no defiende al actual PP. Y quien piense que lo que pasa en Madrid no será lo que ocurrirá en España si gobierna Pablo Casado, se equivoca.

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