El PSOE no habita una sede nacional pagada con dinero procedente de la corrupción. El PSOE no tiene cuatro exministros procesados o condenados en firme por corrupción (Matas, Rato, Zaplana, Mato….) ni decenas de otros líderes entrando y saliendo de los juzgados y las prisiones. El PSOE no tiene un secretario general señalado como “P punto Sánchez” en la contabilidad B en el apartado de sobresueldos cobrados con billetes de 50 euros. El PSOE no ha sido condenado por corrupción. 

Viene a cuento este ejercicio de “y tú más” porque, no nos engañemos, cuando llegue el momento, el personal va a tener que elegir, básicamente, entre dos opciones: el PP de Feijóo y de la ultraderecha, o el PSOE y los demás, incluidos independentistas. Eso es lo que está en juego también en el Parlamento: todos los representantes de los españoles, todos menos los del PP y Vox –que no son pocos– se muestran contrarios a un relevo del Gobierno. Y en la decisión (PP y Vox frente a la alianza actual), también conviene tener a mano un argumento contra el cuñado que trate de identificar a los socialistas con “la corrupción, la cocaína y las putas”. Es lamentable, pero ese es el nivel en el que nos movemos.

Aún así, el PSOE tiene un problema real. Y si quiere distinguirse sin matices del Partido Popular como una organización incompatible con la corrupción, debe reaccionar de manera contundente ante los graves indicios que implicarían a dos de los más cercanos colaboradores del presidente del Gobierno: Ábalos y Cerdán. El cese de este último –presunción de inocencia amortizada– es un paso en esa línea, que los socialistas esperaban se viera completado con otras medidas adicionales: un nombramiento impecable para sustituirle, una revisión de los procedimientos internos y la completa depuración de otras posibles responsabilidades.

Es una paradoja que el PSOE sea más habilidoso que el PP en la aplicación del perdón cristiano: análisis de conciencia, reconocimiento del pecado, acto de contrición y penitencia

Es una paradoja que el PSOE sea más habilidoso que el PP en la aplicación del perdón cristiano: análisis de conciencia, reconocimiento del pecado, acto de contrición y penitencia. Los españoles de bien están dispuestos a comprender. En efecto, sin duda más cínico, más resolutivo, más golfo y más acostumbrado a mandar, el PP se aplica mejor en la huida hacia adelante. Véase el desparpajo con el que Camps solicita su rehabilitación pública, a pesar de lo que, con independencia de la sentencia parcialmente exculpatoria, se supo sobre sus trajes y sus amigos; obsérvese también la naturalidad con la que Feijóo resucita a Mazón.

Por su propia identidad progresista, sus más altos estándares en ética pública y por su historia reciente, los socialistas no aceptarían otra cosa que no sea un comportamiento impecable en la lucha contra la corrupción. Vivieron –vivimos– los estertores del “paro, despilfarro y corrupción” de los últimos años del felipismo. Si el secretario general del PSOE diera el más mínimo síntoma de connivencia, compadreo o tolerancia con la corrupción o el juego sucio, la militancia se levantaría de inmediato.

De modo que quizá los trompetistas del Apocalipsis deberían esperar un poco más. Sánchez lleva siete años en Moncloa con muchos sobresaltos, no tan graves como el de ayer, pero sustos a fin y al cabo. Si el presidente y secretario general mantiene el cordón contra la corrupción –la real, no las invenciones sobre su esposa o su hermano o sobre el fiscal general–, su petición de perdón (conté seis “perdones” en la rueda de prensa) por su ingenuidad al confiar en Ábalos y Cerdán resultará creíble.

Prueba de que no hay nada perdido es que Feijóo no es capaz de ganar una moción de censura. Se ponga como se ponga, tiene a la mayoría parlamentaria frenándole. Da miedo a la mayoría de las fuerzas políticas, por uno u otro motivo.

De momento, Feijóo tendrá que esperar. Mientras le deje Ayuso, claro.

El PSOE no habita una sede nacional pagada con dinero procedente de la corrupción. El PSOE no tiene cuatro exministros procesados o condenados en firme por corrupción (Matas, Rato, Zaplana, Mato….) ni decenas de otros líderes entrando y saliendo de los juzgados y las prisiones. El PSOE no tiene un secretario general señalado como “P punto Sánchez” en la contabilidad B en el apartado de sobresueldos cobrados con billetes de 50 euros. El PSOE no ha sido condenado por corrupción. 

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