Antonio vive en un lugar extraño: “Es muy parecido a la desembocadura del Ebro, ese punto en el que no se sabe si es mar o es río”. Lo cuenta así, con belleza, porque él es poeta y sabe construir imágenes emocionales con las palabras. Elige un símil geográfico para definir el sindiós mental que habita, el TOC, suena a onomatopeya de tebeo de Ibáñez, pero no tiene ni puta gracia…
A este trastorno obsesivo compulsivo lo nombramos mucho, aunque lo conozcamos poco. Decimos “tengo un TOC, no soporto ver cajones abiertos”, con la misma ligereza con que nombramos el alzheimer cuando no recordamos un nombre o el parkinson, si nos tiembla el pulso al tratar de encender las velas de la tarta. Lo hacemos sin pensar, sin carga de profundidad y sin maldad, desde ese plano de la ficción donde anida el humor. Ojalá fuera tan sencillo cerrar todos los cajones que el TOC deja entreabiertos en el día a día de Antonio…
Lo hacemos sin pensar, sin carga de profundidad y sin maldad, desde ese plano de la ficción donde anida el humor
Este trastorno forma parte de él, por eso no le gusta nombrarlo en tercera persona para culpabilizarlo de todas esas cosas que le complican la vida... No, no se refiere al TOC con la distancia enrabietada con que maldecimos la alergia después de cada estornudo, él ha decidido mirarlo de frente, escuchar al TOC para entenderlo. Lo hace con medicación y con terapia, de la mano de su psiquiatra María y de su psicólogo Fran, que sale en todas las conversaciones…
Y tanto se ha esforzado Antonio en conocer el contenido de la mochila que carga desde niño, que le ha servido de inspiración. De su trastorno, compañero de fatigas, han brotado cinco canciones y se han reunido en un proyecto que se llama Sábanas tendidas, una alegoría sobre la importancia de airear y poner a la vista de todos lo más íntimo, para que entiendan por qué, para que no duela tanto.
Esta historia comenzó en 2021. Antonio fue al teatro Lara de Madrid a ver Solitarias de estreno y allí conoció a Juan Carlos Lax, director musical de la obra. Le contó que había escrito dos sonetos y le explicó el significado de ambos. Aquello no era una conversación trivial sobre poesía, sino la revelación de un secreto que había guardado desde los 6 años. Ahora, gracias a la terapia, puede hablar de ello.
A aquellos dos sonetos Antonio Expósito sumó la escritura de tres más y Juan Carlos Lax les puso música. Pidieron sus voces a varios artistas y se las entregaron en su mejor versión: Virginia Maestro canta a dúo con Lax Los alambres del otoño, fue el primer single y habla de la culpa. Y ayer, 27 de junio, salió a la luz la segunda, la que abandera Coque Malla, El himno de la cuna, la lucha de un adulto contra su personalidad infantil. Aquí la tienen:
Quedan tres canciones más por escuchar, pero son todavía un misterio porque Antonio Expósito y Juan Carlos Lax van quitando lentamente las pinzas de la cuerda de sus Sábanas tendidas para soltarlas de una en una.
No sé si este modo de presentarlas en público, poquito a poco, esconde la cruel intención de hacernos sufrir esperando la siguiente o más bien un gesto generoso, el de darnos tiempo para que podamos saborearlas y digerirlas con calma. Porque estas son canciones de verdad, de esas que en cada escucha te revuelven y te descubren algo nuevo. Cinco canciones tejidas con dolor, también con luminosidad, letras y músicas repletas de vida.
Sábanas tendidas es una nueva demostración del sufrimiento convertido en arte y les digo, desde la absoluta convicción, este es un proyecto que merece ser escuchado y Antonio Expósito, también, por su otro TOC: Talento Original Creativo.
Antonio vive en un lugar extraño: “Es muy parecido a la desembocadura del Ebro, ese punto en el que no se sabe si es mar o es río”. Lo cuenta así, con belleza, porque él es poeta y sabe construir imágenes emocionales con las palabras. Elige un símil geográfico para definir el sindiós mental que habita, el TOC, suena a onomatopeya de tebeo de Ibáñez, pero no tiene ni puta gracia…