Caníbales

Idiota(s)

El primer enigma parece fácil.

En cuanto Elisabet Gelabert lee el enunciado dirigido a Carlos Varela, el supuesto idiota que representa Gonzalo de Castro, el público se remueve como un enjambre (“qué chorrada, claro, pues media hora…”).

“Si un hombre, con una pala, tarda una hora en cavar un agujero; y dos hombres, cada uno con su pala, tardan dos horas en cavar dos agujeros, ¿cuánto tarda un hombre, con una pala, en cavar medio agujero?”.

Estábamos el Pavón con muchas ganas de ver Idiota. La sala estaba abarrotada de gente, todos encantados de que nos recibiera Miguel del Arco, como quien recibe en su casa: con mimo y con cariño.

De la obra: la respuesta a ese enigma no es la obvia porque es teatro incómodo. Hay que ir.

***

Utilizamos los enigmas toda la semana como pruebas para amigos, abuelos y esas dos niñas que exigen de sus padres el mejor entretenimiento del mercado.

M. y yo queremos ser más duros. Están estrenando una edad en la que se explican perfectamente aunque lo que digan no tenga sentido. Por eso creen que sus argumentos son irrebatibles, por eso y porque son suyos. Nuestro es el trabajo de animación:

– ¡Que para eso sois los mayores…! ¿Qué hacemos? ¿Qué podemos hacer? Y luego… ¿Qué haremos luego?

Nosotros recordamos una infancia de padres trabajadores y desbordados a los que nunca, jamás, conminamos a entretenernos. Vivíamos en esa manada llamada “los hermanos” mientras los mayores se esforzaban por educarnos, vestirnos, alimentarnos…Y por despertarnos la curiosidad, el compromiso, el respeto y la inquietud. A partir de ahí, el entretenimiento lo creábamos nosotros.

– Por otro lado, M., deberíamos aprovechar: en tres o cuatro años estas dos tendrán móvil y toda su vida ocurrirá en su propia pantalla…

***

Ahora que todo el mundo habla del libro #madresarrepentidas de Orna Donath, yo leo otro de título menos espectacular y sin hashtag: Solterona, de Kate Bolick. Quizá porque no da para tanto sensacionalismo, se ha contado peor: se ha contado como un libro nicho para mujeres que eligen estar solas, pero es otra cosa, una explicación personal, literaria e histórica de las mujeres que quieren hacerse a su manera, y luego estar solas o no, ser madres o no, pero hechas.

***

Un libro que no me ayuda a entretener a las niñas.

Les cuento dos cosas:

1. Que la madre de un amigo suyo se ha salido del grupo de whatsapp del colegio al grito de: “¡Ya es mayor y yo no gestiono su agenda!” y el niño no ha protestado.

2. Y que la maternidad es como aquel vídeojuego de los ochenta en el que Mario Bros iba como loco de un lado a otro recogiendo huevos que le tiraban las gallinas, Yoshi o no sé quién. “Vosotras sois las gallinas y nosotros Mario veinticuatro horas al día. Dadnos un descanso…”.

– Vale, muy interesante… Que cuál es el plan de hoy.

***

Las mandamos a un rincón a pactar algo que les apetezca a ambas. Imposible. “Yo quiero ir a su casa, ella quiere ir a la mía”. Ampliamos el tiempo de negociación y sugerimos algunos puntos de acuerdo: bicicletas, perros, chocolate... Negamos los vídeojuegos.

Dos horas después, claro, ellas están jugando a la wii y nosotros al gintonic:

– Hablando de enigmas, los listos que montaron el golpe de estado en el PSOE, ¿pensaban que Rajoy les agradecería la abstención con algún detalle progresista, que los torturaría en el pacto de investidura o que los aniquilaría en unas terceras elecciones?

¿Complicado o transparente?

El enigma es si pensaban.

– Aunque ahora dice Mariano que no hay condiciones.

– Entonces no hay enigma: lo tenían todo pactado con él.

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