Terminadas las quinielas conclaveñas, continuamos con las anécdotas pontificias. Qué fruslerías tan jugosas. Extra, extra: ¿sabía usted que el señor Prevost paró una vez a repostar en Socuéllamos camino de Villa Arriba de Abajo? Reportaje a doble página con el testimonio del gasolinero, a quien embarga la emoción. Fotografía de su merendola en Albacete, entrevista en profundidad a una señora que una vez dio los buenos días y algarabía entre los trabajadores de un Zara donde, en un imprevisto, compró calzoncillos. Los periódicos de medio mundo interrogan a sus agustinos de confianza a ver si les sacan una anécdota enternecedora (ya habrá tiempo para las escabrosas). «Mire», relata un fornido agrimensor, «en esa área de servicio entró a orinar… ¡y ahora es papa!».
Mucho ruido y escasísimas nueces. Locutores declaradamente antisanchistas nos aseguran en cada homilía matinal que los gerifaltes del ‘pe so e’ viven sin vivir en sí
Puede que estas hazañas me las esté inventando (no quiero enemigos entre la prensa local) pero, mutatis mutandis, habrán leído otras calcaditas. Por descontado, y como la cabra tira al monte, cualquier anécdota sirve para regresar al vaticinio y así apañamos los noticieros de un trimestre. Breaking news: «Hace calor hoy, ¿eh?», la declaración que León XIV hizo en la secundaria que revela su preocupación por el cambio climático».
Pero no solo se ventilan las intimidades papales. Los compañeros de El Mundo llevan una semanita filtrando el intercambio epistolar entre Ábalos, el hedonista, y Sánchez, el déspota. Detrás de la exclusiva está Esteban Urreiztieta, otrora Sancho Panza del inclasificable (¿a qué contenedor irá?) Eduardo Inda. El procedimiento es marca de la casa: buscar a un propio que te filtre información reservada. Si sirvió con Villarejo, ¿por qué no con José Luis? Hasta ahora, poca chicha: resulta que en los partidos políticos no se despacha la misma caridad que en los conventos de ursulinas. ¡Cáspita, recórcholis! Navajeo en Ferraz, quién se lo hubiese esperado. Susana Díaz, quien en la disputa por liderar al socialismo patrio pidió que «matasen» a Sánchez antes de caer el sol, se declara «jodida» tras las impactantes revelaciones.
Me he puesto a repasar las alarmantes confidencias y bueno, qué quieren que les diga. «Las tensiones de Sánchez con Iglesias: "Qué torpe es; lo suyo ya no es maldad, es estulticia"». Si quieren demostrar que estamos gobernados por un redicho, mi más sincera enhorabuena. Por lo demás, mucho ruido y escasísimas nueces. Locutores declaradamente antisanchistas nos aseguran en cada homilía matinal que los gerifaltes del pe so e viven sin vivir en sí. De puro nerviosismo, todo el politburó se arranca las uñas intranquilo, temiendo que se publique ese emoticono malintencionado que pueda acabar con la raquítica legitimidad del partido. Un momento, campanilla, ¡teletipo! «Sánchez y Ábalos maniobraron para apartar a Mañueco "trabajando" con una tránsfuga de Ciudadanos». Tengo otra exclusiva: a poco que pueda, el ambicioso César cruzará el Rubicón.
Imagino que el jurado del Pulitzer estará atentísimo a esta gesta periodística sin precedentes: publicar los mensajes que te reenvía un despechado. Manda narices: el sueño húmedo del 15M –la política con luz, taquígrafos en streaming– hecho posible por el periódico que fundara Pedro J. Pero caramba, ¡un momento! Un competidor aprieta el paso en los últimos metros de la carrera por el galardón. ¿Es un pájaro, es un avión? ¡No, es 20minutos! «Cómo borrar mensajes de WhatsApp para siempre y que no te pase lo que a Sánchez y Ábalos». Juego, set y partido.
Terminadas las quinielas conclaveñas, continuamos con las anécdotas pontificias. Qué fruslerías tan jugosas. Extra, extra: ¿sabía usted que el señor Prevost paró una vez a repostar en Socuéllamos camino de Villa Arriba de Abajo? Reportaje a doble página con el testimonio del gasolinero, a quien embarga la emoción. Fotografía de su merendola en Albacete, entrevista en profundidad a una señora que una vez dio los buenos días y algarabía entre los trabajadores de un Zara donde, en un imprevisto, compró calzoncillos. Los periódicos de medio mundo interrogan a sus agustinos de confianza a ver si les sacan una anécdota enternecedora (ya habrá tiempo para las escabrosas). «Mire», relata un fornido agrimensor, «en esa área de servicio entró a orinar… ¡y ahora es papa!».