Muros sin Fronteras

Un hombre cada vez menos sapiens

Ramón Lobo nueva.

Empecemos por el spoiler: si desapareció una especie humana inteligente y bien organizada como los Neanderthal, que les tocó vivir varias eras de clima extremo, nada garantiza que sus sucesores, los autoproclamados sapiens, vayamos a correr mejor suerte. En los 200.000 años que llevamos sobre el planeta hemos causado más daño que nuestros predecesores en 350.000 años. Los Neanderthal desaparecieron hace 40.000 años. Existen más teorías que certezas.

No solo son los daños causados en nombre del progreso (y del dinero) que nos sitúa ante una catástrofe climática de consecuencias graves y duraderas, o la multiplicación de las guerras, el hambre y las injusticias. Es que no somos tan inteligentes como nos pensamos. Si no me cree, salga a la calle y observe cómo nos comportamos en medio de una pandemia, viaje en autobús o en metro, si tiene, y escuche a la gente hablando a gritos al teléfono móvil mientras que inundan el vagón de miasmas y virus. Somos una especie peligrosa.

Ahora, el argumento.

Es fácil abandonar nuestra responsabilidad como ciudadanos y proclamar “todos los políticos son incompetentes” porque muchos lo son de manera visible, supina y contumaz. También decimos: “Todos son iguales”, frase injusta que iguala los abnegados con los corruptos; los que trabajan en A con los que mamonean en B; los que dicen la verdad y a veces se equivocan con los que mienten y juegan con las emociones y el dolor ajeno en busca de su beneficio electoral. Hay cientos, tal vez miles, de políticos locales honestos que tratan de mejorar la vida de sus convecinos.

Ese “todos son iguales” jamás incluye a Vox ni a Isabel Díaz Ayuso, que quedan fuera de la ecuación como reservas espirituales de Occidente. Tampoco afecta a los que ansían fusilar a 26 millones de hijos de puta para quedarse solos otra vez, ni a sus amigos que viven del comercio del odio. Deberíamos tener cuidado con estas expresiones simplistas porque a menudo las mece una mano que no cree en la democracia.

¿Acaso esos políticos inútiles surgen de una sociedad de ciudadanos modélicos? ¿Aparecen en muestras vidas por ensalmo y en comandita sin que nadie los elija, sin que ningún medio de comunicación, periodista o empresario les preste voz y publicidad gratuita en una inversión de favores con fecha de devolución?

Quejarse de la incompetencia de los políticos no nos hace mejores ciudadanos. No somos el mirlo blanco en medio de una charca de mierda. Somos quienes les vitoreamos cuando les pillan con la mano en la masa o cuando caen por abuso de poder y acoso sexual, como el caso de Nevenka. Nos falta autocrítica, prima la feligresía en la derecha y en la izquierda. Seguimos a apóstoles, no a personas.

Los políticos surgen de una sociedad que no respeta las restricciones del covid-19, que se cuela en las vacunas, que se escaquea de los impuestos, que paga en B para ahorrarse en el IVA. En esta España extraordinaria en muchas cosas acumulamos carencias estructurales de honestidad colectiva que impiden el avance social y económico. El Estado no es un ente que sufragamos para que nos cuide y garantice las reglas de juego, sino un lugar de saqueo y pillería.

No habrá procesiones de capirotes e incienso en esta Semana Santa, pero las calles se han poblado de irresponsables que olvidan que estamos en medio de una pandemia que ha matado a 2,8 millones de personas, y aún sigue entre nosotros, multiplicándose en variantes contagiosas y dañinas en medio de una preocupante lentitud en la vacunación.

Puede que algunos casos de desobediencia se deban al cansancio, a un no puedo más con este parón vital sin fecha de reinicio. En otros, es un problema de capacidad y empatía: no dan más de sí.

En las calles del centro Madrid hay más franceses que cuando nos invadió Napoleón en 1808. Las terrazas están abarrotadas con unas mesas sin distancia de seguridad, que debería ser superior porque sus usuarios no usan mascarilla. La gente fuma y comparte el aliento y el humo lleve o no partículas de covid-19. ¿No es hora de que se prohíba fumar en todas las terrazas como sucede en NYC? Los interiores de los bares están abarrotados de ciudadanos sapiens que dicen tener derecho a vivir la vida sin pensar que su divertimiento imprudente matará a otros, desconocidos o familiares, que también tienen derecho a vivir la vida.

No son los políticos, somos todos nosotros, esta especie presuntamente inteligente que vive en la fantasía de la riqueza, sin ver el sufrimiento que nos rodea, sin sentirla en los ahogados del Mediterráneo y de Canarias, sin padecerla en cada muerto en las guerras que se libran en nuestro nombre, o en nuestro beneficio. Nadie de los que critican a los políticos se pregunta quién y dónde paga el precio de su bienestar.

Es difícil encontrar un gobierno democrático que lo haya hecho muy bien durante la pandemia. Parecía que la Alemania de Merkel era uno de ellos en las primeras dos olas, pero ahora está en aprietos por la tercera ola. Así lo indican las encuestas. Debe ser difícil gestionar una desgracia masiva como una guerra mundial o una pandemia.

Todo es propaganda menos la realidad

Todo es propaganda menos la realidad

La UE tampoco ha estado despierta en el reparto de las vacunas. Pecó de inocente al principio, de creerse las bondades del libre mercado cuando EEUU y Reino Unido firmaron contratos con las multinacionales farmacéuticas en las que se reservaban la prioridad. Eso es el capitalismo: un grupo de pirañas hambrientasun grupo de pirañas hambrientas. Trump fracasó en su negacionismo, y su sucesor, Joe Biden, quiere vacunar al máximo número de sus conciudadanos antes del 4 de julio. En Nueva York han empezado con el grupo de 30 años. Uno de los restos del trumpismo es que un tercio de los estadounidenses no se quiere vacunar. La inmunidad de rebaño se alcanzará con un porcentaje de vacunados entre el 70 y el 85%. Son cifras de Anthony Fauci en The Economist.

Aquí tenemos rebaño abundante, pero nos falta la inmunidad. España recibe sus vacunas a través de los cupos que establece la UE. La distribución por comunidades es por número de habitantes. Los dirigentes de Madrid han decidido hacer la guerra en todo al Gobierno central. Son como el gobernador de Texas que ha levantado en medio de la vacunación la restricción de las mascarillas. Su objetivo no es el bien común, es contentar a sus patrocinadores. Los republicanos cultivan al voto de ese tercio de negacionistas que rechaza vacunarse porque les da miedo, porque creen que Bill Gates o George Soros les introducirá un chip mediante el cual controlarán nuestras vidas. Y faltan los extraterrestres.

Desenlace: en las próximas elecciones votaré a un Neanderthal.

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