Segunda vuelta

Arnaldo y el falso dilema de la nariz tapada

A la designación del "idóneo" jurista Enrique Arnaldo al Constitucional la llamamos sapo, pero es un revival completo de aquella música que acompañó los hits de corrupción –sólida, líquida, gaseosa– que han atravesado al PP en la última década y lo sacaron del Gobierno en 2018. La lista la conocemos, pero como no la escucharemos en la votación de nombramientos del Congreso, cabe repetirla. Votarán sí a quien estuvo imputado por soborno y absuelto en parte por prescripción. Sí a quien infringió la ley con un contrato secreto para cobrar en dos universidades y colocar a un colega de despacho, pago mediante. Votarán a favor de quien mintió en su currículum al Parlamento asegurando que dejó su empresa en 2017 y siguió contratando dos años más.

Votarán a favor de quien tuvo con Eduardo Zaplana, Jaume Matas e Ignacio González, tres exdirigentes encarcelados, una relación más allá de la cordialidad parlamentaria. Se la jugó con el expresidente de Madrid pasándole información de los cambios en la Fiscalía en pleno caso Lezo. ¿A cambio de qué? No lo sabemos. Además de facturar un millón de euros con administraciones del PP, cobrar a la televisión balear por monitorizar leyes mientras era funcionario, hacer operaciones inmobiliarias con Matas en el paraíso fiscal de Belice, o prometer a su cuñado reflotar un negocio de biodiésel. Votarán sí a un jurista a quien el business con las administraciones populares le tentaban bastante. La pregunta es: ¿Cómo fiarse de quien parece haber aprovechado cualquier oportunidad de hacer negocio al calor del PP y a la sombra de su cargo de letrado en las Cortes?

Votarán que sí. Y todo esto lo sabemos no porque se incluyera en el dossier de información de la renovación de los órganos constitucionales. El currículum de Enrique Arnaldo ha sido revelado por los medios. Un trabajo ímprobo que podía haber hecho el Gobierno en la mesa de negociación con el PP al menos de cara a la Comisión de Nombramientos del Congreso. Al contrario, se ha vendido un pacto a los ciudadanos con cuatro magistrados donde si Concepción Espejel parecía no pasar el filtro, las implicaciones de Arnaldo están en las antípodas de ser idóneas.

Pero además es una estrategia poco inteligente a medio plazo por parte del PP. Ni Enrique Arnaldo ni Concepción Espejel podrán pronunciarse en los casos que afecten al partido. Y las recusaciones volverán a poner el foco en las tramas judiciales que afectan a los de Casado. En el caso de Arnaldo, tampoco podrá hacerlo sobre los temas en los que se ha explayado en sus artículos: aborto, eutanasia, procés o caja B del PP.procés caja B

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A Casado le está pasando lo que a Rajoy a otra escala. Ni cierra la sede de Génova ni corta amarras. Lejos de reprobar comportamientos absolutamente censurables, los premia a cambio de una fidelidad política improcedente para el Tribunal Constitucional. Con la designación de Arnaldo, no es que ponga en riesgo la independencia de las instituciones, como dice Yolanda Díaz, es que ya lo están. La elección de Pablo Casado nos devuelve a los años de la frustración, cuando las implicaciones por corrupción no tenían castigo ni consecuencia. Ahora en la oposición, en lugar de alejarse, la perpetúa, normaliza y manda empaquetada al órgano Constitucional. Demostrando un nivel de tolerancia con las malas praxis más laxo incluso que en otras épocas. Un ejemplo, al exministro José Manuel Soria le hicieron dimitir por sus errores al explicar sus empresas en paraísos fiscales, dijo el PP. A Xavier García Albiol le han tenido que hacer una moción de censura por lo mismo y no ha sido expulsado del partido.

En este contexto, el Gobierno, con su visto bueno, nos recuerda esa agria sensación de tener que convivir con una praxis y una elección incompatible con la higiene democrática. Sin capacidad para frenar el descrédito de esta renovación. Defendiendo un pacto bipartidista de cambio de cromos que cuestiona la credibilidad de los diputados de la Cámara, la Comisión de Evaluación y la fiscalización previa que tenía que haberse hecho. Porque no hay ética en votar con la nariz tapada. Dar el aval del Congreso a Enrique Arnaldo para ser magistrado del Constitucional durante nueve años es salvar el acuerdo, sí, pero a un precio muy alto. Y, ¿de qué sirve una renovación sin el prestigio?

Unidas Podemos también se ha sumado a la "pinza en la nariz" para votar a Arnaldo. Se pide, en función de sus altos estándares, que sean críticos y eviten la renovación. A no practicar el mantra de la incoherencia a cambio del pragmatismo. El falso dilema del conflicto entre la ética y la responsabilidad. Pero sin quitar responsabilidad a ambos partidos, es el PP quien arrastra al PSOE y a UP a la mancha de la corrupción de la que no han salido.

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