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La tierra de nadie del periodismo español: la desregulación deja el código deontológico en papel mojado

Derogación del feminismo

La pregunta es sencilla. ¿Es mejor un país con un ministerio de Igualdad o sin él?. ¿Nos hace mejores defender una institución que se siente de igual a igual en el Consejo de Ministros para defender a las mujeres? Con los repuntes de la extrema derecha en España, Italia y Alemania, ¿merece la pena un ministerio con nombre propio o degradar la cartera de Igualdad hasta borrarla? Los 21 asesinatos en lo que va de año -1.205 mujeres desde 2003-, el aumento de violaciones en grupo de menores, los techos de cristal inquebrantables o la brecha salarial no caben únicamente en Interior, Trabajo o Seguridad Social. Y sólo es equiparable a Igualdad si se incluye en Presidencia de Gobierno. Los ministerios son la agenda de un gobierno. No es lo mismo llamar Transición Ecológica o Trabajo y Economía Social que volver a las etiquetas de la era Aznar. Cada gobierno nombra sus carteras, quitar igualdad, dejarlo en el Pacto de Estado, es bajar un escalón las políticas de género. “En mi época”, en palabras de Alberto Núñez Feijóo, no había conciencia ni preocupación por los derechos de las mujeres. Y es una época triste para reivindicar hoy.

Feijóo lo tiene claro: “No estamos para esto”. Las promesas del PP de derogación de leyes serán la constatación de si el conservadurismo ha evolucionado o sigue anclado en ese pasado de Aznar y FAES, una España donde no había apenas legislación para luchar contra la violencia de género. Porque un ministerio de Igualdad manda un mensaje. Es una apuesta y un recordatorio a toda la sociedad. El fondo tiene que ir acompañado de la forma y las instituciones deben tener empaque para no diluirse en una maraña de políticas públicas. Con la violencia de género, las mujeres tienen que saber dónde están los recursos y a qué ventanillas llamar. Y un Ministerio de Igualdad debería ser tan útil como el Ministerio del Interior en los años de ETA. 

Feijóo lo tiene claro: “No estamos para esto”. Las promesas del PP de derogación de leyes serán la constatación de si el conservadurismo ha evolucionado o sigue anclado en ese pasado de Aznar y FAES

La declaración de Feijóo genera preocupación porque en el anuncio de la derogación no continúa la frase sobre qué fondos dedicaría un gobierno del PP a la igualdad y a borrar el machismo. Se ha criticado desde distintos ámbitos la gestión de Irene Montero, en ocasiones con razón y en otras con exceso. Pero la derecha también ha cargado con saña por el aumento del presupuesto, un 35% más de fondos desde 2020 a 2023 con 500 millones transferidos a las comunidades autónomas. 

La entrevista de Alberto Núñez Feijóo en Onda Cero se convirtió en la exposición más clara hasta ahora del programa electoral del PP. Todos los candidatos en campaña caen en la promesa de la derogación. Y en un ejecutivo del PP es muy probable que tocar la reforma laboral sea una promesa en falso. La de Igualdad va en serio. Es posible que el fin de la ley trans también. Pudiendo reivindicar aquel ‘Soy feminista’ de Ana Botín, se queda en el borrado de la cartera de Igualdad. 

La estrategia de la extrema derecha ya no está en salir de la UE sino en tomar el control de las instituciones europeas. El alemán Manfred Weber, con los ultras en segundo puesto de algunas encuestas alemanas, ha abandonado la postura histórica de los conservadores europeos y avala futuros pactos. El escenario ya no es el de ‘los tiempos de Aznar’ que reivindica Feijóo. Ahora, cuando el PP hace un guiño a su ala más dura es una mano tendida de la que tira Vox. 

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