Más Pérez Galdós, menos Pérez Reverte

Más Pérez Galdós, menos Pérez Reverte

“Si los españoles hubieran leído más a Pérez Galdós, no votarían nunca a gente como Pablo Iglesias”. 

Dice Arturo Pérez Reverte en referencia a la gente que vota a la izquierda.

Y digo yo. 

¿Quizá a Arturo Pérez Reverte se le olvidan minucias sin importancia, detalles como que Benito Pérez Galdós fue, de hecho, diputado de la izquierda, primero por el Partido Progresista y, posteriormente, por la Conjunción Republicano-Socialista, que era la coalición que unía a ambos bandos de la izquierda para hacer fuerza contra la monarquía y las clases altas de la política española?

O quizá se le olvida que Galdós fue, literalmente, compañero, camarada y amigo íntimo de Pablo Iglesias, del primero, marxista y fundador del Partido Socialista. Del que, por cierto, Galdós dijo que era “lo único serio, disciplinado y admirable en la España política”.

O que gran parte de su obra está centrada en la crítica contra la institución eclesiástica, a la que tildaba de hipócrita y parodiaba en sus textos, y contra la burguesía y quienes acumulaban el capital en la sociedad española, criticando la injusticia social y posicionándose con la lucha de la clase trabajadora. 

“¿Dónde está la honradez? En el pobre, en el obrero, en el mendigo. ¿Dónde está la picardía? En el rico, en el noble, en el ministro, en el general, en el cortesano… Aquellos trabajan, estos gastan. Aquellos pagan, estos chupan”, podemos leer en Tormento.

Asegurar que si los españoles “hubiésemos leído” a Galdós (asumiendo, por cierto, que no lo hemos leído porque nosotros no somos tan cultos y tan inteligentes como él) –un hombre abiertamente republicano, socialista y progresista al que la derecha le vetó de poder ganar el premio Nobel, que criticaba a los ricos y a la Iglesia y estaba a favor de la lucha obrera, el reparto y la justicia social– votaríamos menos a la izquierda, tiene más bien poco sentido. 

O quizá sí lo tiene viendo la tendencia de quienes cojean un poco más a la derecha hacia lo conservador, hacia lo nostálgico, de intentar reescribir la historia para que las izquierdas y los movimientos obreros y sociales no tengan referentes. De intentar vendernos una historia en la que la derecha nunca empleó la violencia, en la que nunca empeoró o incluso quitó la vida a gran parte de su pueblo. Una historia en la que cada persona a la que admiramos, a la que leemos o a la que estudiamos realmente, aunque creamos que no, tuvo cercanía o sintió simpatía por ellos. 

Mi consejo es que no dejéis que quienes ahora tienen el dinero y el poder –y, gracias a ello, los espacios– moldeen a su gusto la idea que tenemos de la sociedad y de quienes un día trabajaron por plasmarla desde su propio prisma

Una versión de la historia en la que, quienes tienen en sus manos la visibilidad, el espacio y, a veces, el poder mediático, nos cuentan milongas, como que Federico García Lorca en realidad simpatizaba con el fascismo, y que si fue asesinado no fue por republicano, rojo y maricón, sino por “rencillas familiares”. Independientemente de los testimonios que tenemos a día de hoy, independientemente de que en el informe policial de su detención figurase que era detenido por su perfil de “masón”, “socialista por la tendencia de sus manifestaciones”, sus “estrechas relaciones” con políticos de izquierdas o por “prácticas de homosexualismo y aberración”. 

Pero no se permitirán dejar que tengamos un referente, una persona admirada, una persona a la que, por mucho que la eliminasen en el sentido más físico y real de la palabra, no han conseguido eliminar de la historia y de la mente colectiva del pueblo. Si no puedes borrarlo, despolitízalo, acércalo a tus postulados. En definitiva: miente. 

Mi consejo es que no dejéis que quienes ahora tienen el dinero y el poder –y, gracias a ello, los espacios– moldeen a su gusto la idea que tenemos de la sociedad y de quienes un día trabajaron por plasmarla desde su propio prisma.

Vaya, que no le hagáis caso a María Pombo y, si tenéis el tiempo y la oportunidad, leáis. 

Y sí, por qué no. Leed a Pérez Galdós. Igual después de leerlo a él ya no os quedan ganas de leer a Pérez Reverte.

“Si los españoles hubieran leído más a Pérez Galdós, no votarían nunca a gente como Pablo Iglesias”. 

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