Marisa Paredes nos mira

Marisa Paredes murió con las botas puestas. Con ellas dio pasos firmes y comprometidos hasta el final, decidida a beberse la vida hasta el último sorbo, con ese halo de verdadera estrella que es imposible impostar, que se reconoce al instante y que causa fascinación. Nos dejó millones de anécdotas que parece mentira que hoy rememoremos ya sin ella. 

La última que vivimos en infoLibre fue a la vuelta del verano, en un emotivo acto sobre la memoria democrática que organizamos en el periódico. Nos hizo el regalo de leernos, como broche de oro, tres de las emotivas cartas de Las Trece Rosas, fusiladas en 1939, sin motivo, cuatro meses después del fin de la guerra, ya en supuestos años de “paz”.

Directa desde el aeropuerto tras atender un compromiso de trabajo en Suiza, porque Marisa no se jubiló nunca, llegó al Ateneo de Madrid con flores en la mano y un escapulario para la ocasión. Los asistentes la recibieron con un aplauso cariñoso y reverencial. Sobre el escenario, varios jóvenes estudiantes a los que ella se dirigió directamente. “¡La dictadura duró hasta que murió el dictador! Y todavía hay quien quiere que vuelva. ¡No os dejéis engañar! ¡Sed libres, pensad por vosotros mismos!”. 

El ambiente se iba espesando, por la importancia de Las Trece Rosas y por Marisa Paredes. El ministro del ramo, Ángel Víctor Torres, se había emocionado minutos antes explicando la historia de su abuelo represaliado sin que en su familia hubiese pervivido el rencor, al igual que en la carta de Blanca Brisac Vázquez, una de Las Trece Rosas, a su hijo antes de ser fusilada: “Sólo te pido que seas muy bueno, muy bueno siempre. Que quieras a todos y que no guardes nunca rencor a los que dieron muerte a tus padres, eso nunca. Las personas buenas no guardan rencor…” 

Estoy absolutamente seguro de que si nos hubiera leído el prospecto del ibuprofeno, con esa voz que rugía desde las entrañas, con esa mirada profunda, con esa melena icónica, también nos habríamos emocionado un poquito. O un muchito. La cosa no llegó a tanto, pero casi. De repente, las tres cartas acabaron siendo dos. Un error en la impresión y numeración de las páginas, que le dimos a Marisa recién aterrizada de tierras alpinas y con letra no muy grande (¡es que ni hecho a posta!), hizo que los textos se traspapelaran y las historias se mezclaran cuando las leyó el icono del cine español que nos ha dejado este martes de invierno. 

Será imposible no pensar, al pasar por delante en cómo estar a su altura, en cómo mantener viva una llama que en ocasiones era una luz cálida y otras, un incendio forestal

Algunos de los presentes se habían dado cuenta a medida que las leía, pero otros muchos, subyugados por el hipnotismo, no. Ni flores. Ni corta ni perezosa, Marisa remató como pudo, nos echó un broncón impresionante desde el escenario, buscando con mirada desafiante a cualquier responsable. No nos pudimos escapar, estábamos en primera fila. Se disculpó. “Por una serie de circunstancias que no vienen al caso [...] ¡Cosas del teatro, cosas de la vida!”, y nos criticó justamente por no habérselo puesto un poco más fácil. Acabó leyendo la última carta. El Ateneo se vino abajo en un aplauso estruendoso, entre el éxtasis y el surrealismo, mientras ella saludaba a un público en pie como la gran dama del teatro que también también y muy especialmente fue.

Un año antes, le habíamos concedido el Premio infoLibre 2023 en una gala en la que estuvieron también Pedro Almodóvar, Juan Diego Botto, Javier Calvo o Javier Ambrossi, y que cerró la vicepresidenta Yolanda Díaz. Acudió con su pareja, Chema, su hija María, y su nieta, con la que jugaba divertida. En su discurso, nos habló de su infancia en la Plaza de Santa Ana, de cómo descubrió las tablas en el Teatro Español, y de su madre. “La conciencia social me viene desde la cuna. No faltaba la alegría, que ponía la señora Petra, mamá, la ilusión, la esperanza de que algún día las cosas fueran mejor”, nos contó antes de rememorar las huelgas obreras o de actores durante el franquismo. 

“Mi vida ha sido un escenario, un plató y la calle. Nunca, nunca, he dejado de pisar la calle”, dijo”, recordando el “No a la guerra”, tan de actualidad entonces y ahora por el genocidio en Palestina, o contra la regresión en derechos. 

La recuerdo en el cóctel posterior, encantada de recibir el cariño de cuantos se le acercaban, decidida a disfrutar hasta el último suspiro, pero también a luchar, a medio camino entre la inmortalidad del arte y la premura de las luchas más cotidianas. Ahí es cuando pensé: “Esta se muere con las botas puestas”. Y de repente sentí una enorme envidia de sus ganas de vivir, de su ilusión y esperanza perenne, presente también en muchas mujeres más mayores que yo que, habiendo vivido épocas que a mí me provocan escalofríos, se pusieron la vida por montera hasta el final. 

En los últimos años se fraguó entre ella e infoLibre, especialmente con Jesús Maraña, una complicidad genuina, por la que compartíamos en privado reflexiones, indignaciones, gestiones o activismo. Una de las últimas muestras es la lucha contra la tala de los árboles en su querida plaza de Santa Ana, que cubrimos extensamente. Qué mazazo es su marcha. 

Pero Marisa nos mira. Desde la redacción, donde tenemos colgado un fotograma eterno de Todo sobre mi madre, la película de Almodóvar en la que ella interpretó a la carismática y veterana actriz Huma Rojo, que a su vez hacía de Blanche en Un tranvía llamado deseo. 

Será imposible no pensar, al pasar por delante, al debatir sobre las noticias del día siguiente, en cómo estar a su altura, en cómo mantener viva una llama que en ocasiones era una luz cálida y otras, un incendio forestal. La inspiración la tenemos en sus interpretaciones y en palabras como las que nos dedicó y que en infoLibre tuvimos el privilegio de escuchar, en directo, a través de su voz trascendente. “Hay que seguir batallando, hay que seguir peleando hay que seguir defendiendo con uña y carne eso que se llama libertad. No se puede consentir que pretendan arrebatarnos la libertad ni que se apropien de la palabra de la manera más innoble”. 

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