Lo que los wasaps sugieren (aunque nunca ocurra) Cristina Monge

No saben cómo hacer para utilizar el apagón y conseguir lo mismo que llevan intentando desde hace años: tumbar al Gobierno porque lo consideran ilegítimo. Están tocando varias teclas a ver si alguna funciona; prueban culpando a las renovables y al ecologismo, dicen que somos el tercer mundo, que todo se ha gestionado muy mal y, finalmente, se enfadan con los españoles porque no han salido a quemarlo todo.
El apagón no ha sido una experiencia para reencontrarnos y valorar las cosas buenas de la vida; quedarse con esa lectura sería una falta de respeto para toda esa gente que lo ha pasado muy mal
Pero no hay que confundirse: el apagón no ha sido una experiencia para reencontrarnos y valorar las cosas buenas de la vida; quedarse con esa lectura bucólica sería una falta de respeto para toda esa gente que lo ha pasado muy mal. Gente atrapada en ascensores, en trenes, en estaciones, en atascos; gente angustiada porque no podía llegar a recoger al niño al colegio y no podía avisar a nadie; gente con un familiar dependiente que utiliza aparatos que requieren de electricidad; y un largo etcétera de situaciones de terror. Situaciones que pueden convivir con otras escenas muy distintas, como la de las plazas y parques abarrotados de niños jugando, de jóvenes bailando y de gente compartiendo espacio en torno a una radio.
De lo que todos deberíamos estar orgullosos es de la madurez de un pueblo que ha estado a la altura de la situación. Basta con ver el buen comportamiento en un ámbito que suele pecar de lo contrario: entre peatones y coches, y coches con coches ante la ausencia de semáforos. Somos individuos, pero lo somos de una u otra forma dependiendo de cómo nos relacionamos socialmente: hemos comprobado que la sociedad sí existe. Cuando todo se viene abajo confiamos en lo que pagamos con nuestros impuestos, porque recuperar la electricidad en menos de 24 horas, desplegar los servicios públicos, mantener a los hospitales operativos, evitar que los aeropuertos se apaguen... no es magia.
Todo esto hay a quien le molesta. Le molesta a una derecha convencida de que se iba a provocar el caos social, porque confiaban en su desconfianza antropológica hacia los españoles y tienen una opinión muy triste de España y de los españoles. Pero el pueblo español es mucho más inteligente que ellos, ya que —con todas las críticas que se puedan hacer— es consciente, incluso entre sus propios votantes, de que no prefieren ver gobernando una situación como esta al dúo Feijòo y Abascal. Su falta de respeto es tal que hablan de gestión lenta e ineficaz los mismos que han gestionado el Yak-42, el metro de Valencia, el 11M, el Prestige, Filomena, las residencias en la pandemia o la DANA en Valencia.
Al Gobierno hay que exigirle muchas cosas. Hay que exigirle que investigue hasta el final las posibles responsabilidades de cada actor en el apagón, y que no le tiemble el pulso en tomar decisiones. Exigirle que se tomen las decisiones oportunas para planificar e invertir en las infraestructuras necesarias para que esto no vuelva a ocurrir y, por último, hay que exigirle desprivatizar la energía para recuperar el control público en algo tan fundamental. Algo tan importante no se puede dejar en manos del mercado.
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Jorge Moruno es sociólogo por la UCM y actualmente es diputado de Más Madrid en la Asamblea de Madrid.
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