En no pocas ocasiones, al dar una conferencia sobre violencia de género o al hablar sobre el tema en alguna reunión, alguien ha comentado que es una cuestión seria e importante, pero que no se debe “politizar”. Ocurre con otros temas, como la educación, la memoria histórica, cuestiones relacionadas con determinados ámbitos profesionales, con el papel de la Iglesia, tradiciones como los toros y la caza… y todo obedece a una misma estrategia: dejar las cosas tal y como están dentro de la normalidad.

Es lo mismo que estos días se escucha con relación a la no participación de España en el festival de Eurovisión, y las protestas contra la participación de un equipo representando al Estado de Israel en la Vuelta, que “no hay que politizar el deporte” y que “no hay que politizar Eurovisión”.

Y “curiosamente”, siempre son las mismas posiciones las que utilizan estos argumentos, las posiciones conservadoras.

Hay dos cuestiones importantes que debemos tener en cuenta ante este tipo de argumentos y estrategias.

  1. La primera es que la realidad no es neutra ni la normalidad está centrada. La construcción cultural androcéntrica hace que la realidad y su normalidad vengan caracterizadas por los elementos que se han utilizado para levantar el orden social que nos define. Y entre esos elementos la desigualdad, lo masculino y lo histórico ocupan un papel esencial para justificar la realidad bajo los valores que representan y la constatación de su presencia histórica. De manera que al final la valoración se cierra sobre esas dos referencias: para muchos todo debe ser de ese modo porque es reflejo de los valores, ideas y creencias que definen nuestra identidad, y para otros debe serlo porque siempre ha sido así.
  2. La segunda se centra en la idea de “politizar” y la reducción que supone limitarla a conductas activas, cuando politizar es dar contenido político a un determinado tema. Y no hacerlo y dejarlo al margen de la respuesta social y soberana que significa la iniciativa política, también es una decisión política. Ante la responsabilidad la omisión es tan grave como la acción, y no hacer es tan trascendente como hacer. La clave es ver de dónde parte la posición pasiva para no hacer y cuáles son sus consecuencias sociales, y ver de dónde nace la acción y las consecuencias que supone.

En la situación actual se aprecia a la perfección este juego tramposo y perverso de hacer creer que adoptar determinadas iniciativas es politizar un tema, y con ello mandar el mensaje de que “politizar” es algo negativo por presentarlo como una cuestión “partidista” en contra del interés social. De ese modo, presentan la pasividad y el uso interesado de las posiciones políticas que no actúan sobre los problemas de una sociedad plural y crítica como algo positivo, por no “politizar” determinados temas dejando todas sus consecuencias negativas como parte de la realidad.

En la situación actual se aprecia a la perfección este juego tramposo y perverso de hacer creer que adoptar determinadas iniciativas es politizar un tema, y con ello mandar el mensaje de que “politizar” es algo negativo

Es lo que ocurre con la violencia de género y su negacionismo, con la crítica a la memoria histórica para perpetuar la historia de mentira que crearon, con el maltrato animal que se esconde detrás de muchas tradiciones, con los valores e ideas que se trasmiten a través de una educación secuestrada por el machismo, con las costumbres que se mantienen en multitud de ámbitos para perpetuar privilegios de todo tipo, o lo que ahora vemos cuando se pretende que un Estado genocida como Israel –que está masacrando a la población de Gaza ante nuestros ojos y por capítulos, como si se tratara de una serie de televisión– no reciba las críticas que merece a falta de otras iniciativas más contundentes.

Y nada es casualidad. Contar con la posición cultural que determina la realidad y le da significado es saberse vencedor en una “guerra cultural”, que es lo que se está librando ahora, por eso la ultraderecha es la que más gana. Y por dicha razón, la polarización es tan útil y necesaria, porque la “división y el enfrentamiento” de la sociedad son los elementos que permiten entender que adoptar medidas contra injusticias sociales es “politizarlas”, mientras que no adoptarlas y dejarlas con todas sus consecuencias negativas es bueno porque no se “politizan”, le dan cabida a la “libertad” y permiten que sigamos siendo lo que somos. 

Todo forma parte de la refundación del machismo que vivimos, y que muchos aún ni siquiera son capaces de ver, quizás porque no quieran salirse de ese marco androcéntrico.

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Miguel Lorente Acosta es médico y profesor en la Universidad de Granada y fue Delegado del Gobierno para la Violencia de Género.

En no pocas ocasiones, al dar una conferencia sobre violencia de género o al hablar sobre el tema en alguna reunión, alguien ha comentado que es una cuestión seria e importante, pero que no se debe “politizar”. Ocurre con otros temas, como la educación, la memoria histórica, cuestiones relacionadas con determinados ámbitos profesionales, con el papel de la Iglesia, tradiciones como los toros y la caza… y todo obedece a una misma estrategia: dejar las cosas tal y como están dentro de la normalidad.

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