Un año sin Marciano Sánchez Bayle: la vigencia de un legado imprescindible para la sanidad pública

Sergio Fernández Ruiz

El 21 de diciembre ha hecho un año que no estás, y en este tiempo he comprendido algo que quizá solo se entiende cuando falta alguien imprescindible, y es que tu labor no terminó contigo, pero sí dejó un vacío que obliga a mirar la realidad con una mezcla de responsabilidad y lucidez. Desde entonces, cuando veo tus textos, tus análisis y tus intervenciones públicas, lo hago con una mirada nueva. Y cuanto más los analizo, más evidente resulta que muchos de tus diagnósticos no solo eran certeros, sino premonitorios. Parece mentira que, pese a compartir toda una vida, hoy que ya no estás siga aprendiendo de ti.

Tú insistías en que “la salud no es una mercancía, sino un derecho fundamental”, una idea que hoy, en pleno avance de dinámicas privatizadoras, adquiere un sentido especialmente urgente. Lo decías porque sabías que la estructura de un sistema sanitario no es neutral, responde a decisiones políticas, a modelos de gestión y a intereses que, cuando no están bien alineados con el bien común, generan inequidad.

Un año marcado por el genocidio en Palestina, el adiós de un referente musical y la confirmación de tus advertencias

Mientras escribo estas líneas, también sigo con preocupación cómo continúa el sufrimiento en Palestina, aunque ya no sea noticia. Los bombardeos y asesinatos se suceden sin que la comunidad internacional detenga el genocidio, y pienso a menudo en cómo tú analizabas esta masacre desde la defensa de los derechos humanos y la dignidad de las personas. Sé que te dolería profundamente ver cómo sigue creciendo una tragedia que afecta, sobre todo, a población civil indefensa, especialmente niñas y niños.

Hace unos días se fue, también, Robe Iniesta, de Extremoduro, otro placentino y uno de tus cantantes preferidos. Podría decir que, allí donde estés, a buen seguro os habéis encontrado para conversar sin imposturas, como solo saben hacerlo las voces honestas, mientras escribís nuevos versos, cuales poetas.

En el ámbito sanitario, en estos últimos meses han estallado casos que materializan todo aquello que la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP), y tú de forma muy particular, veníamos señalando desde hace décadas. Las terribles consecuencias de la privatización de los cribados de cáncer, que estallaron en Andalucía y se han extendido por comunidades autónomas gobernadas por el Partido Popular (PP), y las grabaciones del Hospital de Torrejón en Madrid, donde directivos de Ribera Salud, empresa que gestiona el hospital bajo el modelo de concesión administrativa (gestión privada), discutían abiertamente estrategias para seleccionar pacientes según rentabilidad o aumentar listas de espera, constituyen una prueba empírica de cómo el ánimo de lucro altera la lógica del servicio público.

Nada de esto te habría sorprendido. Lo anticipaste cuando defendías que los mecanismos privados trasladados a lo público generan incentivos incompatibles con los valores del Sistema Nacional de Salud (SNS). Tus argumentos siempre fueron claros al respecto y, como bien trasladabas, el aseguramiento universal es sostenible solo si se basa en planificación, control público y cohesión territorial. La evidencia internacional lo respalda, y tú insistías en ella mucho antes de que fuera políticamente oportuno reconocerlo, incluso cuando había quien miraba para otro lado.

El debate actual sobre una posible ley estatal que elimine la gestión privada del SNS, y que refuerce la transparencia y los controles públicos, es precisamente el tipo de avance regulatorio que llevabas pidiendo desde que comenzaste tu actividad en la FADSP. Es más, se trata de aquel documento de consulta previa al que ya hicimos alegaciones hace casi 20 meses, denominada “Ley de Gestión Pública e Integridad del Sistema Nacional de Salud”. 

Los datos, una vez más, han terminado dándote la razón: cuando la gestión se privatiza, la opacidad crece, se fragmenta la asistencia y se favorecen decisiones guiadas por el beneficio empresarial a costa de la salud de la población.

Cuando la gestión se privatiza, la opacidad crece, se fragmenta la asistencia y se favorecen decisiones guiadas por el beneficio empresarial a costa de la salud de la población

La FADSP continúa siendo un referente, y tú su referencia moral

Si algo tengo claro este año es que te sentirías orgulloso de la continuidad del trabajo que impulsaste. Casi 45 años después de su creación, la FADSP no solo se mantiene activa, sino que sigue siendo un actor clave en el análisis de políticas sanitarias, en la denuncia de desigualdades territoriales, en la defensa de la Atención Primaria como pilar del sistema y el azote de las políticas privatizadoras.

Tu capacidad para unir rigor técnico con compromiso social es hoy una herencia organizativa. La metodología de los informes, la insistencia en la comparación territorial, la mirada crítica hacia la privatización, el uso de indicadores objetivos, todo ello forma parte del ADN de la Federación.

Y en cada debate que mantenemos, en cada posicionamiento público, aparece una frase tuya que se ha convertido casi en un principio rector: “El Sistema Nacional de Salud seguirá existiendo mientras haya personas dispuestas a defenderlo.”

No era un mensaje retórico, era un recordatorio sobre la dimensión política de lo común, un aviso sobre la necesidad de vigilancia democrática.

En este sentido, hemos impulsado la movilización social, consiguiendo que salieran a la calle cientos de miles de personas en todo el territorio, exigiendo la defensa de la sanidad pública, con especial hincapié en la Atención Primaria, y el fin de la privatización creciente.

Tu ausencia personal, tu presencia política

No voy a fingir que la pérdida no pesa. Pero también sé que tu legado no es una parte del pasado, sino una estructura de pensamiento que nos sigue guiando. En lo personal, echo de menos muchísimos momentos y cosas, pero si me centro en este ámbito del que hablo, destaco tus argumentos precisos, tu ironía fina, tu humor negro y tu capacidad para desmontar una tesis con dos datos y una reflexión incómoda. En lo colectivo, echo de menos tu autoridad intelectual, que siempre ejerciste sin arrogancia y ahora es más necesaria si cabe.

Te escribo este artículo porque, aunque ya no pueda consultarte, sigo recurriendo a tu manera de analizar la realidad y, con ello, construir un argumento propio. La situación sanitaria de este país aún requiere una mirada crítica, firme y fundamentada, la misma que tú ejerciste con una coherencia que nunca se quebró. Y en ese sentido, continúas siendo el referente.

Seguiremos defendiendo lo que tú defendiste. Seguiremos organizándonos, porque, como te gustaba repetir parafraseando a Gramsci, continuamos luchando “con el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad”. Si algo hemos aprendido es que no basta con tener razón; hay que trabajar para que la razón se convierta en realidad.

Y seguiremos haciéndolo desde la convicción de que una sanidad pública accesible, robusta, universal, equitativa y de calidad no solo es justa, sino eficiente y necesaria para una sociedad que quiere reconocerse a sí misma.

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Sergio Fernández Ruiz es portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP) y colaborador de la Fundación Alternativas.

El 21 de diciembre ha hecho un año que no estás, y en este tiempo he comprendido algo que quizá solo se entiende cuando falta alguien imprescindible, y es que tu labor no terminó contigo, pero sí dejó un vacío que obliga a mirar la realidad con una mezcla de responsabilidad y lucidez. Desde entonces, cuando veo tus textos, tus análisis y tus intervenciones públicas, lo hago con una mirada nueva. Y cuanto más los analizo, más evidente resulta que muchos de tus diagnósticos no solo eran certeros, sino premonitorios. Parece mentira que, pese a compartir toda una vida, hoy que ya no estás siga aprendiendo de ti.

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