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Avanzar aboliendo la prostitución

Imagen de archivo de una manifestación en contra de prohibir la prostitución callejera.

Lidia Guinart Moreno

"¿Verdaderamente, señor Sánchez, usted cree que estamos aquí para hablar de la prostitución?". La pregunta la formuló el líder del PP al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el miércoles pasado en la sesión de control en el Congreso de los Diputados. Quiero creer que Pablo Casado no pensó dos veces lo que estaba diciendo y cómo lo estaba diciendo. Porque lo que hizo fue banalizar en sede parlamentaria el sufrimiento de miles de mujeres, de millones en todo el mundo, que están siendo víctimas de esclavitud. Mujeres que merecen, tanto o más, la atención de las y los que representamos la soberanía ciudadana.

Las mujeres sometidas a explotación sexual no tienen la culpa de la mediocridad de ciertos políticos que las usan como si fueran piedras en la honda para hacer una oposición muy mal entendida. Cualquier cosa, cualquier argumento y cualquier tema le vale al PP para atacar a Pedro Sánchez. Tanto da si estamos en pandemia y emergencia sanitaria y social como si se trata de erradicar uno de los mayores atentados a los derechos humanos y a la democracia. Porque a eso ni más ni menos se refería Casado cuando soltaba tamaña interpelación al Gobierno. Se refería al compromiso firme del PSOE alcanzado en su 40 Congreso, el pasado fin de semana, de abolir la prostitución. El compromiso de la ponencia congresual socialista pasa por trabajar legislativamente desde ya e impulsar una ley abolicionista contra la trata que incluya la persecución a toda forma de proxenetismo, así como a los demandantes de prostitución y con recursos para que las víctimas puedan encontrar una salida.

La antesala de ese compromiso se vivió precisamente en la Cámara Baja un par de días antes del Congreso del PSOE. El Grupo Parlamentario Socialista organizó una exitosa jornada junto con la sociedad civil encabezada por CAP Internacional, Coalición Abolicionista de la Prostitución, una plataforma que aúna a 35 ONG de 27 países de cuatro continentes. No hay que inventar nada, en este tema ya hay países que han tomado la delantera y lo han hecho con leyes muy certeras. El primero fue Suecia, pero le siguieron otros como Noruega, Islandia, Irlanda o Canadá. Muy cerca tenemos a Francia, cuya ley abolicionista considera la prostitución como violencia sexual y, en consecuencia, persigue la demanda. Un 87% de las mujeres que vivían ese infierno han logrado salir de él. El director ejecutivo de CAP Internacional, Jonathan Machler, reclamó una ley semejante en España, un país que ha estado a la vanguardia de la lucha por la igualdad y contra la violencia machista y es ejemplo y modelo a seguir. En este tema, no puede ser menos. Máxime cuando es el país europeo que más prostitución demanda y el tercero a nivel mundial, como han denunciado organizaciones del prestigio de APRAMP y como constata la ONU. En la misma jornada, Amelia Tiganus, superviviente de prostitución y activista por la abolición, defendió la necesidad de multar a los usuarios como parte de la reparación de las víctimas y como contribución a la prevención y a su protección.

Ningún partido del arco parlamentario ha realizado el ejercicio que ha llevado a cabo el PSOE en este Congreso y ya en el anterior, el 39, al declararse abolicionista de la prostitución. En algunos hay voces discrepantes y hasta contradictorias. Sería bueno que hicieran un esfuerzo de reflexión sincera sobre lo que implica algo que, lejos de ser un "trabajo", es en la inmensa mayoría de los casos esclavitud, vejación y explotación. Y es, indiscutiblemente, violencia machista. En Alemania, uno de los países que ha regulado la prostitución como si de una faena cualquiera se tratase, la experiencia ha sido nefasta. Sabemos del regulacionismo de ciertas formaciones como Ciudadanos. Lo que les mueve es el neoliberalismo y la primacía del lucro económico que genera la prostitución. El todo vale por el negocio a costa de la denigración del ser humano.

Sobre ruidos y realidades

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Por todo ello, el menosprecio de Casado a una cuestión de este calibre resulta preocupante. No vale ponerse de perfil. No vale reclamarse feminista y no ser abolicionista. No vale mirar a otro lado y, desde luego, no vale utilizar el drama de millones de mujeres, niñas y niños para intentar, sin lograrlo, ridiculizar a un líder y a un partido que han tenido la valentía de dar un paso adelante y comprometerse con la erradicación de la vergonzante esclavitud del siglo XXI. Andamos con la cabeza alta y como legisladoras tenemos la decisión, respaldada por un Congreso federal, de conseguirlo pese a que sabemos que no será sencillo.

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Lidia Guinart Morenoes diputada por Barcelona y portavoz del Grupo Socialista en la Comisión de Seguimiento y Evaluación contra la Violencia de Género del Congreso y secretaria de Políticas Feministas de la Federación del Barcelonès Nord del PSC.

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