Canadá, un amigo de toda la vida

Javier Moreno

El pueblo canadiense es el más europeo fuera de Europa. Hablamos de un socio estratégico con el que compartimos valores, cultura e historia. Vamos, lo que se dice un amigo de toda la vida.

En momentos clave de la historia reciente siempre hemos estado juntos, colaborando hombro con hombro, aunque a veces haya pasado más desapercibido. Cuando hablamos de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, y de la ayuda que llegó del otro lado del Atlántico, pensamos en los americanos, pero en el día D desembarcaron en Normandía 15.000 canadienses, muchos de los cuales perdieron su vida en suelo europeo. Y esa solidaridad que siempre han mostrado fue recíproca en otros momentos de incertidumbre global, como durante la pandemia, en la que ambas regiones ratificaron su cooperación sanitaria para hacer frente al coronavirus, llegando la UE a colaborar enviándole dosis de vacunas.

Canadá, como escribió el historiador René Durocher, es “el amigo de todos”, una afabilidad que malintencionadamente se puede llegar a confundir con la irrelevancia, pero nada más lejos de la realidad. Porque estamos hablando de un país miembro y, presidente este año del G7, que forma parte de la OTAN y de la OCDE; un aliado de la UE en organizaciones internacionales, especialmente en la Organización Mundial de Comercio (OMC). 

Quizá algunos confundan su discreción y seriedad como país con la ingenuidad, como le ha ocurrido a Donal Trump. Sin embargo, en la reacción patriótica del pueblo canadiense a la agresión del presidente estadounidense hay quienes han visto el final de la inocencia. Se ha puesto de manifiesto que Canadá es un Estado fuerte, con una ciudadanía orgullosa de su país, sus valores y su modo de vida, que no está dispuesta a ceder antes las amenazas del que hasta ahora ha sido su socio natural.

Una preocupación razonable cuando tu vecino tiene la osadía de decir que te convertirá en su Estado 51. Estas declaraciones, unidas a una subida de los aranceles, han trastornado, sobre todo, la vida de los residentes en las zonas fronterizas, que se extienden a lo largo de más de 4.000 kilómetros. Quizá la reacción más cuantificable es que los canadienses han cancelado el 55% de los viajes a Estados Unidos, y no tan cuantificable, pero de un gran simbólico, ha sido la campaña Elbows Up, un gesto que en su deporte nacional, el hockey, muestra la fortaleza y determinación de un equipo y, en este caso, muestra el orgullo de todo un país. 

Es un buen momento para reforzar la cooperación política y económica entre Canadá, la propia Unión Europea y otros socios como el Reino Unido, Noruega, Suiza y los países del Espacio Económico Europeo

Otro de los méritos posiblemente determinante pero no demostrable que le podemos atribuir a Trump es su contribución a la victoria del liberal Mark Carney, pese a que hace solo solo unos meses las encuestas daban el triunfo al partido conservador canadiense. Será un Gobierno en minoría, porque allí no existe la tradición de formar coaliciones, pero contará con el respaldo de su ciudadanía, que ha dejado claro que quiere a un líder fuerte que le plante cara al vecino del sur. 

Carney ya ha manifestado que una de sus prioridades, si no la principal, es recuperar la estabilidad con Estados Unidos, pero del mismo modo ha mostrado su voluntad de fortalecer la relación con la Unión Europea; de hecho, cuando fue nombrado primer ministro rompió la tradición de visitar en primer lugar al país vecino y viajó a París y a Londres. 

Aparte de los valores, la cultura y esa manera similar de situarse en el mundo, apostando por el multilateralismo y la cooperación, a la Unión Europea y Canadá nos unen también intereses comerciales. Ambos tenemos suscritos relevantes convenios desde 2017, como el Acuerdo de Asociación Estratégica y el Acuerdo Comercial y Económico Global (CETA), que cobran más valor aún en estos tiempos de guerra comercial lanzada por Estados Unidos.

Desde que entró en vigor el CETA, Canadá mantiene con la Unión Europea el 14% de su comercio, y se estima que ascienda en la próxima década hasta el 28%. Es decir, en estos siete años de Tratado, el comercio ha aumentado un 66 % y se han creado más de 700.000 empleos en ambas riberas del Atlántico. Sin olvidarnos de que se trata de un país productor de aluminio, lo cual supone un gran atractivo para los sectores industriales europeos, especialmente en España.

Y si nos centramos en nuestro país, España, basta un ejemplo para mostrar la repercusión tan relevante que tiene en los concursos públicos: el nuevo puente Samuel de Champlain, que cruza el río Saint Laurent y conecta con Montreal, lo han construido tres empresas, dos españolas y una francesa.

De igual modo, el convenio de movilidad de arquitectos ha posibilitado la movilidad laboral de estos profesionales, al igual que la Blue Card, aprobada en el Parlamento Europeo, está facilitando el tránsito de mano de obra cualificada

Con cifras y ejemplos como estos tenemos que instar a los diez Estados miembros de la Unión que aún no han ratificado el CETA a que lo hagan de forma inmediata, porque en estos momentos de inestabilidad y ruptura de confianza con la Administración Trump, tenemos que reforzar la cooperación con otras regiones del mundo, y Canadá encabeza la lista de aliados. 

Porque más allá de la estrecha y fructífera colaboración comercial, Canadá es un ejemplo también donde mirar. Su gestión de la inmigración, basada en la solidaridad y la integración; su defensa del medio ambiente; la integración de los pueblos indígenas; su enfoque transversal y regulado de la inteligencia artificial; su cooperación en la seguridad y defensa o su voluntad manifiesta de colaborar en la reconstrucción de Ucrania una vez que acabe esta guerra infame, son referentes de un modelo de progreso arraigado en los valores de democracia, justicia social y multilateralismo.

En definitiva, un amigo leal de esos que llamamos hermanos. Y, si es cierto que estos lazos no se han roto en ningún momento, es hora de reforzarlos aún más. 

Ante la osadía grosera de Trump, se han barajado varias posibilidades. La más utópica es que Canadá se convirtiese en el Estado miembro número 28 de la Unión Europea. En todo caso, es un buen momento para reforzar la cooperación política y económica entre Canadá, la propia Unión Europea y otros socios como el Reino Unido, Noruega, Suiza y los países del Espacio Económico Europeo. 

Los amigos están a las duras y a las maduras, y en un contexto mundial geopolítico y geoeconómico convulso como atravesamos, tenemos que agarrarnos bien de la mano de este amigo de toda la vida.

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Javier Moreno es presidente de la Delegación Socialista Española en el Parlamento Europeo y presidente de la Delegación UE-Canadá.

Javier Moreno

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