El código deontológico del cargo público, una propuesta

Víctor Viñuales Edo

Los medios de comunicación en los últimos días han puesto de manifiesto hechos y dichos de algunos cargos políticos surgidos de las últimas elecciones locales y autonómicas. El 23 de julio celebraremos elecciones generales y de las urnas saldrá un parlamento que elegirá un gobierno que nombrará cientos y cientos de nuevos responsables institucionales. 

De alguna forma, el futuro de nuestro país depende, en parte no menor, de qué hagan estas decenas de miles de nuevos gestores de lo público. Por tanto, merece la pena reflexionar sobre la manera en que deberían ejercer el poder delegado que reciben por parte del pueblo soberano. 

De alguna forma, el futuro de nuestro país depende, en parte no menor, de qué hagan estas decenas de miles de nuevos gestores de lo público

Durante años he tratado con muchos cargos políticos, bien en mi calidad de servidor público, como miembro de una ONG o como emprendedor y, a partir de esas experiencias, he redactado una propuesta de código deontológico del cargo público ideal. Ese que me hubiera gustado encontrar en cada entrevista. En los siguientes 15 preceptos he incorporado las mejores buenas prácticas que he ido encontrando, recogiendo retazos de aquí y de allá. Como aclaro en el título: es una propuesta (*).

1.Tu principal parte interesada es la ciudadanía y no “los tuyos”

Claro que tienes que atender los intereses del Comité Ejecutivo o Asamblea General de tu partido, del conjunto de los militantes de tu organización, del conjunto de tus votantes, de los funcionarios a tu cargo, de los sindicatos…, pero la prueba del nueve de un buen político es cómo resuelve los problemas y ayuda a construir los sueños de la mayoría de la población que gobierna. Si no tienes clara esa prioridad, el conjunto de tus actos de gobierno puede naufragar en decisiones para contentar a uno u otro “cliente”. Para un buen gobernante la principal “parte interesada” es la sociedad en su conjunto. Priorizar a los míos forma parte del viejo modo de enfrentar la política. Hablar para los míos, gobernar para los míos, vivir preocupado por el qué dirán los míos… acaba generando una tortícolis que te alejará de los intereses de la mayoría.

2.Confiarás en la honradez y profesionalidad de los funcionarios y trabajadores públicos que tengas a tu cargo.

Vulgar vicio de los nuevos políticos es extender la desconfianza que tenían en los políticos precedentes a los funcionarios que, no puede ser de otro modo, obedecían las indicaciones de los políticos anteriores. Respetar a los trabajadores públicos y sus funciones es fundamental para que funcionen bien la administración pública y la ley.

3.Buscarás complicidades con las empresas, la sociedad civil y la ciudadanía.

Un pecado de soberbia muy común es la presunción de que solo la voluntad política de las administraciones públicas se basta y se sobra para mover el mundo. Para lo bueno y para lo malo, las administraciones públicas no son omnipotentes. Asumirás que las ellas no pueden resolver solas los enormes desafíos ambientales, sociales y económicos que la sociedad tiene y, con esa convicción humilde, te dirigirás a empresas, ciudadanía y todo tipo de entidades. La innovación que debe florecer en nuestro país crece mejor extramuros de la burocracia. 

4.La empatía es el valor que debes practicar todos los días.

La sociedad, felizmente, es compleja y diversa. Entender su funcionamiento, sus relaciones, las culturas existentes y sus contradicciones exige un continuado ejercicio de empatía para entender las razones y las emociones de los otros. Si entiendes mal…, decidirás mal.

5.Lograr buenos acuerdos y construir decisiones inclusivas es tu oficio

Cada profesión tiene una destreza particular que la caracteriza y singulariza frente a otras. Los cirujanos deben tener muy buen pulso; los periodistas, ser buenos comunicadores; etcétera. La habilidad diferencial de los políticos debe ser su capacidad para lograr acuerdos y para construir decisiones colectivas que sean capaces de incluir creativamente muchas de las distintas sensibilidades presentes en la sociedad. Pactar no es un defecto. Lograr buenos pactos, por el contrario, es la tarea esencial del buen político. Pactos con otros partidos, pactos con fracciones relevantes de la sociedad. Los pactos son los cimientos de las sociedades democráticas.

6.Tu foco debe ser lograr el bienestar de las personas dentro de los límites del planeta.

En todos los municipios y comunidades autónomas, durante la campaña electoral anterior, no se ha hablado lo suficiente del cambio climático. El planeta se desangra, uno de los países más afectados por el clima descoyuntado que hemos empezado a vivir es España. En el siglo XXI no es aceptable el político miope del siglo pasado, bueno para ver los problemas de su pueblo e incapaz de ver a larga distancia, de vivir en el hoy global. Para resolver las encrucijadas de nuestro tiempo también tenemos que pensar y actuar globalmente.

7.Concentra tus esfuerzos en crear un mundo mejor.

Posiblemente tus vecinos te eligieron por tus creencias en un mundo mejor, pero han puesto su poder en tus manos para que crees un barrio, una ciudad, una comunidad autónoma y un país mejor… “De creer a crear” hay un largo trecho. Ese es el camino que tienes que transitar. De las ideas a los hechos. Si no llegas a estos, no serás un buen gestor público. Sócrates decía más o menos: el secreto del cambio es focalizar toda la energía no en pelear contra lo viejo, sino en construir lo nuevo. Para hacer campaña, es necesario enjuiciar lo viejo, criticarlo y hacer diagnósticos. Pero el buen gestor político es el que enciende velas, no el que lamenta la oscuridad.

8.Hablarás con tu ejemplo y el de la administración que diriges.

La sociedad descree de las palabras solas. Hay un cansancio. La inmensa mayoría de las personas ya no atienden a lo que dicen las autoridades públicas, solo atienden a lo que hacen. Han sido muchos años de desengaños. Por tanto, tus palabras deben ir, humildes y discretas, por detrás de tus hechos. Estos deben hablar en el silencio. El pueblo te juzgará por tus acciones, no por tus intenciones. No vale que tus intenciones sean buenas. Deben serlo las consecuencias de tus acciones. Con el cariño no basta, avisaba un libro dirigido a padres y madres. Con las buenas intenciones del gestor público, tampoco.

9.Gestionarás de forma transparente tus conflictos de intereses.

Todo el mundo tiene conflictos de interés. Unos más grandes, otros más pequeños, pero quien no demuestra habilidad para gestionar sus pequeños conflictos de interés, no cabe esperar que gestione los grandes. En la política hay muchos tipos de puertas giratorias. El nepotismo no conoce fronteras ideológicas. Sé honrado y decente, sin hacer ostentación de la decencia y la honradez. No dejes que crezca la hierba de la corrupción ni en tu jardín ni el de tus cargos públicos “vecinos”.

10.Ten solo un código ético.

No tengas una ética futbolerade modo que lo que hacen los otros siempre es pecado y lo que hacen los míos, aunque sea lo mismo, siempre es virtud. La doble vara de medir las cosas ni es ética ni es estética.

11.Ten buenas intenciones y buen conocimiento (o búscalo).

Hay cargos públicos con malas intenciones. Mala cosa. Su conocimiento lo emplearan en perversas acciones. Pero las buenas intenciones, solas, no bastan. Londres sufrió la peste bubónica en 1665. El alcalde, con buenas intenciones, supuso que perros y gatos propagaban la peste y ordenó matar a todos. Las ratas, verdaderas portadoras de la peste, camparon a sus anchas. Las buenas intenciones para tener buenos resultados precisan ir acompañadas de buen conocimiento.

12. Sé tenaz y perseverante.

Ortega y Gasset decía: “La realidad es la contravoluntad”. Transformar la realidad de nuestro país exige mucho talento, pero también exige constancia y paciencia. Las resistencias serán múltiples. ¡No desmayes!

13.Respeta siempre a las personas que están tras los logos.

Muchas entidades te pedirán audiencia. Pero las entidades están formadas por personas. Reconócelas y respétalas siempre. Sé biempensante. Conoce, comprende, no tengas prisa en juzgar. Valora su tiempo y su esfuerzo. Esas personas no son tus súbditos, son las personas que, al votar, te transfirieron el poder que administras temporalmente.

14.Construye paz y buena convivencia.

 Ante los inevitables conflictos que surgen en la vida social (culturales, religiosos, territoriales, económicos, de raza…) no incrementes los “incendios” ni los crees cual pirómano; por el contrario, sé un buen bombero que apaga los fuegos y construye paz y convivencia. 

15.Cultiva la esperanza

Si enferma la esperanza, enferma su hermana, la voluntad. Y la voluntad es quien afronta la transformación benéfica del mundo. Las múltiples crisis que vivimos inyectan desesperanza en la sociedad. Tu labor, como cargo público, por el contrario, es hacer crecer el reservorio de esperanza que anida en los pliegues “del alma” de toda persona, de tu comunidad. Tu función es aumentar el índice de esperanza de la población a la que se dirige tu gestión. 

(*) Este código es una reelaboración de uno anterior que elaboré tras las elecciones del 2015.

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Víctor Viñuales Edo es sociólogo.

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