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Debemos dar las gracias a Sudáfrica

Emilio Menéndez del Valle

Debemos dar gracias a Sudáfrica, y debemos hacerlo por plantar cara diplomáticamente a Israel y denunciarlo por genocidio en el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ), ante la inacción de la mayor parte de Occidente. Una digna y ejemplar iniciativa de un país del Sur Global que saca los colores al Norte.

Pretoria presentó la demanda el 29 de diciembre de 2023 acusando a Tel Aviv de la comisión de actos de genocidio en Gaza. Una demanda sólida, clara y ecuánime: “Condena inequívocamente todas las violaciones del Derecho Internacional cometidas por todas las partes, incluidos los ataques directos a la población civil israelí y otros nacionales y la toma de rehenes por Hamás y otros grupos armados palestinos”.

Sudáfrica considera que Israel está cometiendo cinco actos que pueden calificarse de genocidas: el asesinato masivo de palestinos (relacionable con el artículo 2 (a) de la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, ONU, 1948, que estima genocidio la matanza de miembros de un grupo); la causa de graves daños físicos y psíquicos (relacionable con el artículo 2 (b) de dicha Convención: genocidio es la lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo); el desplazamiento forzoso de la población de sus hogares y bloqueo de agua y alimentos (relacionable con el artículo 2 (c): genocidio es el sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial); la destrucción del sistema sanitario o la imposición de medidas destinadas a impedir los nacimientos palestinos (relacionable con el artículo 2 (d): constituyen genocidio las medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo).

Análisis y estudios diversos de amplia difusión sin duda refuerzan las tesis sudafricanas. El 21 de diciembre de 2023, la Organización Mundial de la Salud publicaba su informe “La combinación letal de hambre y enfermedad conducen a más muertes en Gaza”. En él aseguraba (y hoy, tres meses después, la situación es mucho peor) que “el 93% de la población afronta niveles críticos de hambre, alimentación insuficiente y altos niveles de desnutrición. Una de cada cuatro familias se encuentra en condiciones catastróficas. La hambruna, la extrema pobreza y la muerte son evidentes”.

En su informe, el Banco Mundial afirma que en el último trimestre de ese año el PIB de Gaza descendió un 80%: “Es uno de los mayores impactos económicos registrados en la historia reciente”. El 96% de la infraestructura agrícola ha sido dañada o destruida. El secretario general de la ONU, Antònio Guterres, se expresó así el 6 de diciembre de 2023: “El sistema sanitario en Gaza está colapsando. Nadie está seguro en Gaza. Ante el constante bombardeo de las fuerzas israelíes, estimo que el orden público pronto se quebrará por completo debido a las desesperadas condiciones de vida, lo que hará imposible prestar incluso una limitada asistencia humanitaria. La situación se deteriora a gran velocidad, camino de la catástrofe con potencialmente irreversibles consecuencias para los palestinos en su conjunto y para la paz y seguridad en la región”.

El Alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, realizó este 5 de marzo una declaración contundente. Tras acusar a las tropas israelíes de matar el 29 de febrero, en el convoy de ayuda humanitaria asaltado, al menos a 112 palestinos y herir a 760, usando el lenguaje más duro desde el inicio de la guerra, concluyó que “Israel desde el 8 de octubre está matando de hambre intencionadamente al pueblo palestino”. Por su parte, Michael Fakhri, relator sobre el Derecho a la alimentación de la organización onusiana, añadió el 8 de marzo: “Israel está matando intencionadamente de hambre al pueblo palestino. Nunca en la historia moderna habíamos visto a toda una población civil pasar a una situación de hambre completa tan rápidamente”.

En su comparecencia ante el TIJ el 12 de enero de este año, Israel realizó varias declaraciones que, generosamente, podrían calificarse de peregrinas y llanamente de ridículas. Dijo que los argumentos sudafricanos están “distorsionados” y “fuera de contexto”.Que la acusación de que Israel quiere destruir al pueblo palestino se basa en “afirmaciones aleatorias”. Es público, sin embargo, que manifestaciones en ese sentido han sido realizadas por numerosos dirigentes israelíes, desde el primer ministro Netanyahu hasta el presidente del Estado, Isaac Herzog, pasando por el ministro de Exteriores, Israel Katz, el de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, o el de Defensa, Yoav Gallant, entre otros.

Israel, que inicialmente consideró no personarse en el TIJ, lo hizo con una andanada política el día previo a su comparecencia. El 11 de enero, el Ministerio de Exteriores emitió un comunicado oficial en el que acusaba a Pretoria nada menos que de ser “el brazo jurídico de Hamás”. Decía así: “Asistimos hoy a una de las mayores manifestaciones de hipocresía de la historia, compuesta por una serie de demandas falsas y sin base alguna. Sudáfrica, que actúa como brazo jurídico de Hamás, organización terrorista, ha distorsionado la realidad de Gaza tras la masacre del 7 de octubre. Sudáfrica busca que se permita a Hamás volver a cometer los crímenes de guerra y de lesa humanidad que cometió el 7 de octubre”.

Debemos dar las gracias a Sudáfrica y debemos hacerlo por plantar cara diplomáticamente a Israel y denunciarlo por genocidio en el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ), ante la inacción de la mayor parte de Occidente

Respecto a la ayuda humanitaria, la acusación de que Israel bloquea la entrega de alimentos, agua, combustible, Tel Aviv sostiene que es “inexacta”. Increíblemente, afirma que no ha incluido en sus objetivos a los hospitales y que ha ayudado a evacuar pacientes. Sus militares han entrado en escuelas, instalaciones de la UNRWA y hospitales porque allí se escondían militantes de Hamás. Israel avisa a la población de un bombardeo inminente por vía telefónica y lanzamiento de octavillas, asegura.

El único argumento jurídico serio del que se ha servido Israel en su comparecencia ante el TIJ es el del derecho a la legítima defensa, acogiéndose al artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas: “Ninguna disposición de esta Carta menoscabará el derecho inmanente de legítima defensa, individual o colectiva, en caso de ataque armado contra un miembro de las Naciones Unidas”. El Tribunal estima que el artículo 51 ampara a Israel. Razón por la que en la orden emitida el 26 de enero de este año no le exige que detenga las actividades militares contra Hamás, actor no estatal que inició las hostilidades, a diferencia de lo que sí exigió a Rusia en su dictamen de 16 de marzo del 2022: “Rusia debe suspender inmediatamente las operaciones militares en territorio de Ucrania”. Considera, no obstante el Tribunal, que la acción militar ha de llevarse a cabo de manera diferente.

Obviamente, el Tribunal comparte la premisa de que una respuesta que no sea proporcional a la acción que da derecho a la legítima defensa excede los límites legales de ese derecho, lo que ocurre cuando la respuesta no es la adecuada para detener y repeler el ataque que se sufre. Y las frecuentes afirmaciones de Netanyahu y de otros dirigentes israelíes (y por supuesto sus acciones militares) sobrepasan claramente esos límites.

Tanto han sido sobrepasados y tanto ha empeorado la situación a causa de las barbaridades que el Gobierno de Netanyahu continúa cometiendo desde que el TIJ anunció su orden el 26 de enero, que Sudáfrica ha movido muy recientemente nueva ficha. El 6 de marzo ante el TIJ con una petición urgente reclamando la adopción de nuevas medidas provisionales.

El texto oficial dice: “Sudáfrica se ve obligada a acudir de nuevo al Tribunal a la vista de los nuevos hechos y cambios en la situación de Gaza -en particular la situación de la extendida hambruna- producidos por las numerosas y continuas violaciones de la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio por parte del Estado de Israel, así como por las manifiestas violaciones de las medidas provisionales indicadas por este Tribunal el 26 de enero de 2024”.

En el momento de redactar estas líneas, el Tribunal de La Haya no se ha pronunciado todavía sobre la reciente petición de Sudáfrica, de quien se puede decir que está llevando a cabo una acción ejemplar que dignifica las relaciones internacionales y pone de relieve el valor del derecho internacional. Gracias, Pretoria.

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Emilio Menéndez del Valle es embajador de España.

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