Un enemigo del pueblo

Torre Pacheco es la punta de lanza de la parte activa de los discursos de odio propiciados por Vox. Es ahí donde toma forma una idea que tiene que ver con la pureza de la raza, la defensa de la patria y los valores de eso que llaman “cultura española”, y que no es otra cosa que la razón para expulsar de nuestro país a aquellos y aquellas que no sean capaces de integrarse en lo que sea que eso quiera significar.

Las teorías conspiranoicas, y los resortes del gran reemplazo o el genocidio blanco ponen de manifiesto una actitud, no solo beligerante contra el extranjero, sino un alegato de defensa de lo español que dista mucho de los niveles de convivencia y de multiculturalidad que se deberían defender ahora. Rousseau decía que las diferencias de poder en democracia no deben ser tan grandes como para que puedan ser ejercidas como violencia. Rocío de Meer, diputada de Vox en el Congreso, puede haber activado la espoleta del odio.

Las teorías que heredamos del trumpismo, como un viento que todo destroza, tienen la fuerza que otorga una sociedad de fieles con ideas tales como el miedo, la defensa de lo propio o la pérdida del privilegio a favor del extraño, del que no lo merece, del otro. Cualquier acción encaminada a dotar de mejores condiciones de vida a los que llegan es un asunto que activa la furia de esos españoles encargados de la defensa de lo español. Ignorantes y arrogantes que utilizan la violencia verbal y, ahora, la física, para echar de las fronteras del país a quienes no sean españoles. El extranjero no es un magrebí o un ecuatoriano, es la abstracción del enemigo, la perversión más desafortunada para la convivencia.

Porque la razón no moviliza ya a la gente, ya no es activación para el análisis ponderado de cualquier acción ciudadana. Ahora lo irracional puede mover montañas, porque se asienta, como matizaba Carlos Fernández Liria en su estupendo libro Las razones del populismo, en un diagnóstico preocupante para la guerra cultural a la que nos enfrentamos: El pueblo no se moviliza con razonamientos, sino con mitos.

El ascenso de las políticas antidemocráticas en Occidente tiene que ver con estas conductas; porque estamos fortaleciendo, sobre las ruinas del liberalismo, sociedades excluyentes, estructuras de rechazo y abandono de cualquier acción que procure la igualdad entre los seres humanos, cualquier sociedad que apunte al bien común. Estamos construyendo sociedades posliberales con un claro componente irracional.

Así las cosas, cada día que pasa ese sentimiento de odio se instala con mayor fuerza en las opiniones y los comportamientos de nuestros vecinos. Estamos asistiendo a un incremento preocupante de la idea de gran reemplazo que toma protagonismo en las opiniones de un mayor número de opinadores, en las tertulias distendidas de cada vez más personas, y, sobre todo, en las líneas que dictan la acción futura de los partidos políticos, líneas que no son otra cosa que aquello que pueda atraer los votos para conseguir mayorías.

Las derechas saben que la sociedad está escorándose hacia el odio al extranjero y quieren aprovechar esos vientos

No es fácil hablar de multiculturalismo, de amplificación de conocimiento o de solidaridad como conceptos necesarios para hacer de nuestras sociedades un elemento de compromiso con la convivencia, como no es fácil generar políticas que tengan un claro acuerdo con la inmigración sin asistir a la voz desnortada de los partidos que componen el arco de las derechas.

Saben que la sociedad está escorándose hacia el odio al extranjero y quieren aprovechar esos vientos para hacer de su travesía un paseo gozoso. Vox y Rocío de Meer lo tienen claro. Están convencidos de que buena parte del incremento en el porcentaje de éxito que anuncian las encuestas se debe, fundamentalmente, a esas políticas de defensa de la patria y de lo español. El PP va entendiendo que hay un pozo enorme que permitirá regar sus tierras con el compromiso de devolver a España lo que España ha sido. ¿Les suena aquello de Make America Great Again?, pues eso.

Torre Pacheco es el foco inicial de una acción política que la ultraderecha (también la que existe dentro del PP) está poniendo delante del carro del desarrollo de la democracia y de Europa, para hacernos entender que la fuerza más poderosa para cambiarlo todo pasa por la eliminación del migrante, por la defensa de la patria y por el valor de una España que defiende a los hombres blancos, heterosexuales, patriotas heridos y rabiosos para, con ellos, ganar la batalla cultural, una batalla que, como se puede empezar a vislumbrar, va a formar parte de manera definitiva de la lucha política.

Y, cuidado; porque si la democracia no acompaña sus cuitas, se cargan la democracia.

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Javier Lorenzo Candel es poeta.

Torre Pacheco es la punta de lanza de la parte activa de los discursos de odio propiciados por Vox. Es ahí donde toma forma una idea que tiene que ver con la pureza de la raza, la defensa de la patria y los valores de eso que llaman “cultura española”, y que no es otra cosa que la razón para expulsar de nuestro país a aquellos y aquellas que no sean capaces de integrarse en lo que sea que eso quiera significar.

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