Plaza Pública

Erradicar los paraísos fiscales es imprescindible para conseguir la justicia fiscal

Ricardo García Zaldívar

En los últimos 40 años se ha acelerado la insostenibilidad del sistema capitalista globalizado y financiarizado. Al convertirse casi todo producto o servicio en activos financieros con los que especular, el resultado es que el sistema financiero es más fuerte que el productivo y las finanzas transnacionales controlan la economía mundial. Las consecuencias son muy negativas social y económicamente y han provocado un aumento espectacular de la desigualdad en el mundo.

La fiscalidad financiera global puede ser un medio potente para combatir esas desigualdades porque puede atacar la especulación en los mercados financieros globales. En esa línea el esperado Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF) en diez estados de la eurozona puede contribuir a disuadir la desenfrenada especulación de los mercados de activos y reducir el llamado casino financiero, además de mermar el poder de las élites financieras. Un impuesto al capital financiero global puede transferir a las arcas de los Estados una parte importante de los fondos acumulados por apropiación privada, apropiación posible por la financiarización, reforzando las haciendas públicas de los Estados en detrimento de las élites financieras. Y, además, hace más visibles los movimientos de capitales. El ITF, por ejemplo, permitirá que las agencias tributarias estatales conozcan mejor los recorridos de las transacciones financieras y así combatir con mayor eficacia el fraude fiscal.

La globalización y financiarización han logrado que la fiscalidad nacional quede muy afectada. La libertad total de los movimientos de los capitales ha erosionado las bases impositivas de los países y ha significado menor eficacia de las políticas fiscales nacionales. La competencia fiscal entre países ha llevado a que las decisiones nacionales dependan del exterior. La fiscalidad nacional es eficaz frente a factores sólidos, como el trabajo, pero vacilante frente a otros más volátiles como el capital, y porque los paraísos fiscales han favorecido la evasión y fraude fiscales y la insolidaridad. Pero una fiscalidad financiera global, basada en el ITF y otros impuestos al capital transnacional, redistribuiría la riqueza en el planeta y contribuiría a reducir las desigualdades que provoca la globalización neoliberal dirigida por los mercados financieros.

Los mal llamados paraísos fiscales son, en realidad, guaridas financieras para no residentes que funcionan como plataformas de negocios opacos. Se pagan reducidos impuestos o ninguno y sus leyes protegen un implacable secreto bancario que convierte a los titulares de cuentas corrientes y depósitos que albergan fortunas en seres anónimos, desconocidos. Y, porque ese secreto es causa del aumento de la evasión de impuestos, la proliferación de paraísos fiscales o guaridas financieras por la globalización es causa innegable del aumento de la desigualdad.

No hay una lista de paraísos fiscales aceptada por todos, pues cada Estado o entidad global tiene su propia lista. España considera que hay 33 paraísos fiscales (en 1991 eran 48) y el Parlamento Europeo señalaba 58 en el año 2015. En la práctica, casi un centenar de territorios son en verdad paraísos fiscales porque mantienen el secreto bancario contra viento y marea y en ellos no se pagan impuestos o apenas. Algunos de los más activos están en la Unión Europea, como Luxemburgo, Malta, Chipre. O en el resto de Europa como Suiza, Lieschtestein, Andorra, Gibraltar, Mónaco y San Marino. Pero hay más por todo el planeta, como Panamá, Islas Caimán, Singapur, Bahamas, Barbados, Aruba, Barein, Jersey... Incluso hay zonas o territorios protegidos para su disolvente tarea de facilitar la evasión de impuestos como la privilegiada City de Londres o el estado de Delaware en EEUU.

Lo que sabemos por aproximación es que probablemente los paraísos o guaridas fiscales ocultan de 21 a 32 billones de dólares solo en depósitos, según Tax Justice Network. Eso equivale a un tercio del PIB mundial, aunque cálculos más modestos, como los de Zucman, indican que solo son ocho los billones ocultos en paraísos fiscales. Pero continúa siendo una enormidad y las pérdidas anuales de recaudación por impuestos debidos impagados por esa ocultación son cientos de miles de millones de dólares, lo que refuerza globalmente las desigualdades de renta y riqueza y en los países, en el mundo.

Paraísos fiscales, en el corazón del capitalismo

Paraísos fiscales, en el corazón del capitalismo

Sin embargo, no parece haber voluntad política en los gobiernos de acabar con los paraísos fiscales. En la Unión Europea desde hace muchos años se debaten y tramitan medidas contra estas guaridas financieras a todas luces insuficientes; la última, el Plan BEPS para reducir la elusión de impuestos, pero cuyas medidas son... voluntarias. Lo cierto es que las medidas contra la evasión, y sobre todo elusión fiscal, nunca se concretan ni aplican del todo. Pues además de los lobbys empresariales que se oponen a una fiscalidad justa y progresiva, hay países de la Unión Europea (Austria, Luxemburgo y Reino Unido, hasta el Brexit) que se oponen sin disimulo a cualquier medida contra los paraísos fiscales.

No obstante, es posible erradicar los paraísos fiscales. Creando una opinión pública crítica que sensibilice a los municipios para que se declaren Zonas Libres de Paraísos Fiscales (ZLPF) y actúen como tales. Al tiempo que se legisla para que empresas o bancos con alguna relación con paraísos fiscales no puedan obtener contratos del sector público. También se ha de presionar a la Unión Europea para que se sancione a los países o territorios con secreto bancario, y del mismo modo se puede hacer ilegal en los Estados de la UE toda actividad empresarial con filiales en paraísos fiscales. Y, muy importante, obligar a empresas y corporaciones a informar anualmente sobre sus inversiones, beneficios e impuestos pagados país por país, no globalmente como ahora para ocultar sus ganancias. Y, desde luego, urge establecer un Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF) que reduzca la enorme especulación desde las guaridas financieras fiscales.

Pero no se logrará sin una presión social creciente. Sin presión ciudadana, cada vez mayor, las élites que gobiernan nunca pondrán fin al escándalo de los paraísos o guaridas fiscales. _____________Ricardo García Zaldívar es miembro de la Plataforma por la Justicia Fiscal.

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