Mientras haya estación, hay esperanza

Trump; La Libertad Avanza; Orwell —que, como bien sabes, se marcó aquel novelón en 1984—; Orbán; El Ventorro; Chega; un genocidio blanqueado; deportaciones masivas; “Pedro Sánchez, tiro en la nuca” (literal); Rutte; el que no es notario pero tiene el pelo blanco; los seguros de salud en cifras récord; Cerdán y Ábalos —que me tienen que no levanto cabeza—; resorts de lujo en Gaza; la AfD; el aumento del gasto militar; Bardella; ese “en verano ha hecho calor toda la vida”; el ático; Putin; basura y un encantador hedor a orines —en tu calle y en la mía, cualquier día del año y a toda hora, pero ese es otro tema—; Amama; “vienen aquí a vivir de las paguitas”; patria (casi tanta como fruta); señalamientos públicos; Vance; “las putas feministas”; caravanas elevadas a solución habitacional creativa; los tuits de Vázquez y Hernando que ahí siguen, inasequibles al desaliento; la infrafinanciación de las universidades públicas; “no era violento; tuvo un colapso personal que acabó en tragedia"; la criminalización de quienes salvan vidas en el Mediterráneo; el particular; la migración hispana que “viene a trabajar” no así “la musulmana que es un problema” —el del Movimiento Vasco de Liberación, dixit—; y una izquierda que parece no darse cuenta del desastre. Sí, Almu, aunque parezca mentira, esto está mucho peor que hace cuatro años.

Por si suena la flauta, que va a sonar, te diré que ya he empezado a alternar el himno del Atleti con 'Gallo rojo, gallo negro' cada vez que cojo el coche

Mira, decidí que iba a dejar de escribirte para no acabar como la de los “chistes de amor, 100 pesetas”, pero es que esto de no poder llamarte para que me animes va a acabar con mi sistema nervioso. Y, como mientras tengas tu estación, hay esperanza —a ver, que no es por quitarte la ilusión, pero que entran con la motosierra y levantan allí una basílica a la Virgen de Atocha que no quieras saber—, me he dicho: “Pues oye, a ver si con esto de tu aniversario los algoritmos se portan bien, alguien lee esto y se da por aludido”.

Por mi parte, le estoy poniendo mucha fe y ya me estoy volviendo a ilusionar pensando en esa izquierda que estamos esperando como agua de mayo y que tanto necesitamos. Esa izquierda que, haciendo gala de sentido común, va a aparcar las vanidades, las siglas y las tonterías para hacer las cosas bien por una puñetera vez en la vida.

Por si suena la flauta, que va a sonar, te diré que ya he empezado a alternar el himno del Atleti con Gallo rojo, gallo negro cada vez que cojo el coche —como buena pesebrera guerracivilista que no sé yo quién me lo pegaría—, y oye, ¡que a lo tonto me estoy viniendo arriba!

Te quiero.

Mónica Grandes, hermana de Almudena Grandes

Trump; La Libertad Avanza; Orwell —que, como bien sabes, se marcó aquel novelón en 1984—; Orbán; El Ventorro; Chega; un genocidio blanqueado; deportaciones masivas; “Pedro Sánchez, tiro en la nuca” (literal); Rutte; el que no es notario pero tiene el pelo blanco; los seguros de salud en cifras récord; Cerdán y Ábalos —que me tienen que no levanto cabeza—; resorts de lujo en Gaza; la AfD; el aumento del gasto militar; Bardella; ese “en verano ha hecho calor toda la vida”; el ático; Putin; basura y un encantador hedor a orines —en tu calle y en la mía, cualquier día del año y a toda hora, pero ese es otro tema—; Amama; “vienen aquí a vivir de las paguitas”; patria (casi tanta como fruta); señalamientos públicos; Vance; “las putas feministas”; caravanas elevadas a solución habitacional creativa; los tuits de Vázquez y Hernando que ahí siguen, inasequibles al desaliento; la infrafinanciación de las universidades públicas; “no era violento; tuvo un colapso personal que acabó en tragedia"; la criminalización de quienes salvan vidas en el Mediterráneo; el particular; la migración hispana que “viene a trabajar” no así “la musulmana que es un problema” —el del Movimiento Vasco de Liberación, dixit—; y una izquierda que parece no darse cuenta del desastre. Sí, Almu, aunque parezca mentira, esto está mucho peor que hace cuatro años.

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