El libertarismo determinista frente a la democracia

David Acosta Arrés

Más allá del paso, cada vez más rápido, de los distintos ciclos electorales y políticos, a veces confundimos el debate público, que debería atender a las  necesidades reales de las personas que viven en nuestras calles, con el argumentario de base que se impone desde las editoriales, los partidos o las campañas de marketing. Todo es pasajero y cuantificable en estos días plagados de tiktokers y contertulios multidisciplinares.

Por eso no nos sorprendamos cuando esos movimientos contemporáneos políticos de supuesta regeneración parlamentaria como Podemos, Ciudadanos o UPyD, hayan fracasado gracias a cuatro variables fundamentales que caracterizan nuestro tiempo y toda esencia humana:  

1. La impasible obsesión del ser humano por el control de cualquier poder.

2.La falta de humildad que parece que tienen quienes acceden a un cargo de  responsabilidad pública. 

3. Los conflictos argumentales respecto a la coherencia de nuestros representantes cuando relacionan conceptos como la regeneración cíclica de los liderazgos y la convivencia entre iguales en democracia.  

4. Saber diferenciar entre el Show Business mercantilista y la democracia participativa en libertad, igualdad y equidad. 

Pero lo más importante... Algo que rodea el pasar de "el reel" en Instagram... Han pasado de moda. Ya no son virales. Consumismo de digestión rápida. Por consiguiente, nos parece normal, porque nunca hemos querido analizarlo de forma objetiva y crítica, cuando medios legítimamente conservadores, cercanos a  la derecha y extrema derecha, no solo en España, venden supuestamente lo moralmente verdadero frente a otros modelos de organización política que han, supuestamente, fracasado. Para ellos, todo lo que suene a la izquierda electoral o sindical, a políticas sociales o públicas, representa modelos de organización social fuera de los estándares de  lo que debe ser el éxito personal.  

Desde hace algún tiempo, gracias a este discurso facilón y populista, y al cansancio, especialmente de las clases más populares por la impotencia que representa el bloqueo de cualquier ascenso social debido a las múltiples crisis económicas que hemos vivido durante este siglo XXI; figuras políticas que representan la extrema derecha en Europa, el liberalismo libertario "Mileyista", o el  "neotrumpismo", triunfan en las diferentes elecciones democráticas más allá de que sus programas políticos aporten aún más desigualdad y conservadurismo social. Y no se vayan a centrar solo en estas figuras mediáticas, en España tenemos a  políticas profesionales como Ayuso que tienen este mismo discurso dentro del patrio ámbito de la derecha partidista.  

El problema de la política es el triunfo mediático de la visión única que presenta el éxito individual de los mejores sobre el resto, el determinismo social de los elegidos, la venta y promoción del ahora gracias al perfil de lo presumiblemente perfecto

¿Y por qué triunfan estas opciones? Porque el problema de la política actual es el triunfo mediático de la visión única que presenta el éxito individual de los mejores sobre el resto, el determinismo social de los elegidos, la venta y promoción del ahora gracias al perfil de lo presumiblemente perfecto; todo rodeado de un clasismo democrático donde la participación política en libertad está en desuso. No se explica nada, se paternalizan y simplifican los argumentarios y los discursos, especialmente en estas campañas electorales que son cada vez más amplias y menos concretas. No se vende gestión, sino polarización y odio partidista. El yo frente al resto. 

La imagen y comunicación política representa un simbolismo cada vez más vertical, artificioso y consumible, gracias a la era de lo digital (olvidando nuestra  esencia social presencial). Todo impuesto por unos números que son cada vez más manipulables y menos personales. Es verdad que la naturaleza del ser humano, pese a encontrarnos en un tablero que defiende teóricamente la igualdad y libertad a través de los sistemas democráticos de convivencia, ha sido siempre desigual. Siempre han existido clases diferenciadas. Estamentos con más o menos derechos ya fuere por la imposición real de un derecho divino, el control social desde el dogma religioso o el título nobiliario de los ganadores frente al resto del populacho conscientemente analfabetizado. 

La humanidad y su eterno materialismo histórico. No se equivoquen, la lucha de clases, siempre desigual, se dio, se vive y se dará. La pregunta es: ¿Seguiremos perdiendo peso la sociedad de lo humilde, gracias al control desde las alturas y los altares de quien debe ser promocionado frente a quien debiera, por su origen o la perfección de su marquesina, ser lo moralmente aceptable?

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David Acosta Arrés es politólogo.

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