No hay duda: el planeta camina hacia el desastre climático

Emilio Menéndez del Valle

Como es sabido, el Acuerdo climático de París, que reunió a 196 Estados en 2015, convino en la necesidad de limitar el calentamiento global a 1,5 grados, reafirmada en la COP26 de Glasgow de noviembre de 2021. Hoy está claro que no avanzamos, sino que retrocedemos, por varias razones. Una de ellas, pero no la más importante, la guerra de Ucrania provoca que en los meses transcurridos desde que se inició se haya incrementado la utilización de los combustibles fósiles. Sin embargo, la causa más grave del retroceso son los incumplimientos, mentiras, engaños y las suposiciones irreales de alguno de los gobiernos firmantes y de muchas compañías multinacionales. 

Están asfixiando nuestro planeta, movidos por sus intereses creados y sus inversiones históricas en combustibles fósiles, cuando las soluciones renovables más baratas generan empleos verdes, seguridad energética y una mayor estabilidad de precios…

En abril de 2022, el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) ha publicado la tercera entrega del Sexto Informe de Evaluación sobre Mitigación. A las realidades y constataciones científicas que contiene, el secretario general de la ONU, Antònio Guterres, ha hecho una larga y contundente declaración oficial, que debería ser íntegramente leída en la mayoría de las escuelas y televisiones del mundo: “Este informe del IPCC es una letanía de promesas incumplidas. Es un registro de la vergüenza que cataloga las promesas huecas que nos encaminan con paso firme hacia un mundo inhabitable. Vamos hacia el desastre climático por la vía rápida… Lo que digo no es ficción ni exageración. Es, según la ciencia, el resultado de nuestras políticas energéticas actuales. Vamos camino de un calentamiento global de más del doble del límite de 1,5 grados acordado en París.

Algunos líderes gubernamentales y empresariales están diciendo una cosa y haciendo otra. Simple y llanamente: están mintiendo. Y los resultados van a ser catastróficos… Están asfixiando nuestro planeta, movidos por sus intereses creados y sus inversiones históricas en combustibles fósiles, cuando las soluciones renovables más baratas generan empleos verdes, seguridad energética y una mayor estabilidad de precios… Para alcanzar el límite de 1,5 grados de París debemos reducir las emisiones globales en un 45% este decenio, pero los compromisos climáticos actuales supondrían un aumento del 14% de las emisiones. Y en su mayoría los principales emisores no están adoptando las medidas necesarias para cumplir tan siquiera estas promesas insuficientes. A veces se tacha a los activistas del clima de radicales peligrosos. Pero los radicales que plantean un verdadero peligro son los países que están aumentando la producción de combustibles fósiles…

Cuando en enero de 2021 Biden accedió a la presidencia hizo público su plan para combatir lo que denominó “amenaza existencial” para el planeta a causa del calentamiento global. Tres meses más tarde proclamó que reduciría a la mitad las emisiones de carbón que emite el segundo contaminador del planeta (tras China) en 2030. Sin embargo, científicos, técnicos y políticos norteamericanos aseguran que no hay procedimiento viable para atajar las emisiones para 2030 sin hacer un cambio radical en la legislación del país, cambio que cada vez parece más imposible por dos razones. Una porque demócratas y republicanos están empatados en el Senado y dos por la posición del senador demócrata Joe Manchin, representante de un Estado, Virginia Occidental, rico en gas y carbón, quien, además, posee una fortuna personal ligada a los combustibles fósiles. De forma que la propuesta de Biden de dedicar una muy significativa cantidad de dólares al clima y a energías limpias está, al menos por ahora, bloqueada. Que la primera potencia mundial, con un presidente claramente partidario de hacer todo lo posible por combatir el calentamiento global, se vea constreñida, por ahora prácticamente imposibilitada de avanzar en el tema número uno de nuestras vidas, puede llegar a ser desalentador. 

Hay otro frente que amenaza el sentido común y la racionalidad de las políticas climáticas que intentan salvarnos de la catástrofe. Proviene también del mundo anglosajón. Al promover y organizar (en el marco ONU) la COP26 de Glasgow, Londres se erigió de algún modo en paladín de la lucha contra el calentamiento global, algo que dicho sea de paso convenía a su primer ministro, por múltiples causas asediado política y mediáticamente. Desde entonces, habiendo perdido el Partido Conservador en elecciones locales significativas circunscripciones, el asedio a Boris Johnson por parte de los escépticos o directamente negacionistas climáticos ha crecido exponencialmente. 

La debilidad actual del señor Johnson le ha convertido en fácil blanco de esos negacionistas, muchos de ellos parlamentarios o militantes de su propio partido, bien organizados dentro y fuera del mismo y decididos a lograr la renuncia del premier si este no modifica su estrategia anti calentamiento global. La principal entidad de los negacionistas es la Global Warming Policy Foundation, que ha publicado un informe en abril en el que literalmente asegura que “no hay evidencia alguna de una crisis climática” y amenaza directamente a Johnson diciéndole que debe cambiar de rumbo si no desea enfrentarse a un “serio desafío a su liderazgo”. Al igual que en el caso norteamericano, en el Reino Unido una delicada situación política y los intereses de compañías que obtienen beneficios, directa o indirectamente, de los combustibles fósiles y que cuentan con instrumentos suficientes para imponer el negacionismo constituyen un serio peligro para la estrategia que pretende combatir la agresión al clima y al planeta. ¿Desalentador?

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Emilio Menéndez del Valle es embajador de España

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