Ni Europa ni los Estados Miembros han participado en la negociación del acuerdo de paz alcanzado el 13 de octubre en Sharm el Sheij (Egipto), originado bajo la iniciativa de Estados Unidos, Turquía, Catar y Egipto. Especialmente, fue posible por el presidente estadounidense Donald Trump, que cambió radicalmente su posición respecto a la que mantuvo unos días antes en la Asamblea General de las Naciones Unidas. El acuerdo está resultando positivo debido a que, a pesar de las dificultades en su aplicación, está consiguiendo un alto el fuego inmediato, que nadie lo esperaba, aunque gran parte de la sociedad internacional soñaba con ello.
Europa, tanto la Unión Europea como los Estados Europeos, y no solo los Estados Miembros de la UE, han jugado un papel importante, tanto en su preparación, con en el empujón dado al reconocimiento de Palestina, que ha elevado a 157 Estados en la Asamblea General de las Naciones Unidas (82% del total), a finales de septiembre, tengan este reconocimiento. También destaca su presencia en la firma del acuerdo en Egipto, donde estuvo el Presidente del Consejo Europeo, António Costa, y siete presidentes de los Estados Miembros (Alemania, Chipre, España, Francia, Grecia, Hungría e Italia), más el Reino Unido, Noruega, Turquía, Azerbaiyán y Armenia, cinco miembros de la Comunidad Política Europea.
Es decir, trece representantes europeos, de unos veinte que acudieron, que si contamos al Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, suman catorce. Además, cabe mencionar la ausencia de Benjamin Netanyahu, Primer Ministro de Israel, aunque sí estuvo el líder de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas. Llaman la atención los diversos comentarios que surgen en los medios de comunicación respecto al papel central que juegan China y Rusia en todos los temas internacionales importantes en la actualidad, mientras que en la firma del acuerdo no estaba presente ningún representante de estos dos Estados.
No coincidimos con diversos comentarios que dan por hecho que Europa y la Unión Europea no están jugando papeles en la actual configuración compleja de la sociedad internacional
Hay que resaltar también el compromiso europeo de apoyo a la estabilidad en la región, al envío de ayuda humanitaria y a la recuperación económica y financiera, a lo que se ha comprometido la Presidenta de la Comisión Europea Ursula Von der Leyen en sus declaraciones del 13 de octubre: “Estamos dispuestos a contribuir a su éxito con todas las herramientas a nuestro alcance. En particular, prestando apoyo en materia de gobernanza y para la reforma de la Autoridad Palestina. Seremos una fuerza activa dentro del Grupo de Donantes Palestinos. Y proporcionaremos financiación de la UE para la reconstrucción de Gaza.”
Al mismo tiempo, la Alta Representante Kaja Kallas hizo una declaración equivalente, donde incluso resaltó las dos misiones de gestión de crisis, que estaban desplegadas antes de la guerra en Cisjordania y Gaza. La primera es para entrenar a la policía de la Alta Autoridad Palestina y la segunda para garantizar la libre circulación en el puesto fronterizo de Rafah con Egipto, que en principio se iba a abrir desde el día 15 de octubre, en la que participan guardias civiles españoles, y donde hay una importante cantidad de camiones con ayuda humanitaria procedente de Europa.
Cabe destacar la importancia de este acuerdo, que incluso va a exigir que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas designe a la Alta Autoridad para Gaza y a la Junta que va a gestionar la Franja. Unos días antes, tanto Trump como Netanyahu habían ridiculizado a la Asamblea General de las Naciones Unidas en su presentación. Sin embargo, en la actualidad, para poner en marcha el plan de paz, se va a exigir la participación de las instituciones de las Naciones Unidas, así como la UNRWA, Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo, que tendrá que jugar un importante papel.
Hay que recordar también que Trump cambió su posición frente a Rusia en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Dijo que había que expulsar a Rusia del territorio conquistado en Ucrania, contradiciendo sus propuestas de hace unas semanas, en las que señalaba que había que aceptar el principio de paz por territorios. En esta ocasión, no cabe duda de que ha sido consecuencia de la presión de los países europeos, que han mantenido el principio de la integridad territorial como elemento central de cualquier propuesta de paz para Ucrania. Incluso, en los últimos días, Trump ha propuesto el envío de los misiles Tomahawk.
Por todo ello, no coincidimos con diversos comentarios que dan por hecho que Europa y la Unión Europea no están jugando papeles en la actual configuración compleja de la sociedad internacional. Entendemos que el cambio que se ha producido por parte de la Administración de Trump se debe a que se ha encontrado completamente aislado en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Así, el papel de Trump ha cambiado. Mientras en los primeros meses trataba de competir con Europa y apartarle de las decisiones importantes y ponerles dificultades comerciales, ahora es lo contrario, trata de jugar un papel de superpotencia, que quiere decir que incorpora a las grandes potencias a sus decisiones, consultándoles y, en buena medida, les acerca a las decisiones que debe tomar, y les hace partícipes en la firma del acuerdo como ha ocurrido en Sharm el Sheij.
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Francisco Aldecoa Luzárraga es Catedrático emérito de Relaciones Internacionales en la UCM y Presidente del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo.
Ni Europa ni los Estados Miembros han participado en la negociación del acuerdo de paz alcanzado el 13 de octubre en Sharm el Sheij (Egipto), originado bajo la iniciativa de Estados Unidos, Turquía, Catar y Egipto. Especialmente, fue posible por el presidente estadounidense Donald Trump, que cambió radicalmente su posición respecto a la que mantuvo unos días antes en la Asamblea General de las Naciones Unidas. El acuerdo está resultando positivo debido a que, a pesar de las dificultades en su aplicación, está consiguiendo un alto el fuego inmediato, que nadie lo esperaba, aunque gran parte de la sociedad internacional soñaba con ello.