Torrejón, un modelo mortal Pilar Velasco
Nos dicen sin rubor alguno que representan a Jesucristo. Y, en mi incultura, no consigo encontrar el parecido entre esos señoros tan de negro, con tanta cruz de plata y tanto anillo de oro, y con tantos millones en las arcas de su Iglesia, y aquel palestino de Galilea, llamado Jesús, que no tenía dónde reclinar la cabeza y andaba por el desierto gritando “bienaventurados los pobres....”
Hace unos días, monseñor Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal, pedía la dimisión de Pedro Sánchez y el adelanto electoral, y poco después el secretario portavoz, García Magán, secundaba la petición de su jefe afirmando que “es lo que conviene a España”. No sé si tiene un convienímetro o lo dijo inspirado por el espíritu santo, la paloma que suelen utilizar los obispos para lanzar mensajes. Adelantar las elecciones quieren también otros referentes éticos, como Feijóo, que se bajó del yate de un narco para venir a Madrid, o como Josemari Aznar, el tipo que nos metió en una guerra criminal, o Santi Abascal, al que le estallan de odio las costuras cuando ataca a los migrantes y niega la violencia machista. Deduzco, pues, que los obispos han añadido un voto nuevo a los ya clásicos de castidad y obediencia que profesaban: el voto a la ultraderecha.
En todo caso, me parece conmovedor que nuestros prelados pidan elecciones para acabar con la corrupción, después de haber paseado bajo palio a un dictador genocida durante 40 años. Los eché de menos cuando el PP se ahogaba entre mordidas, sobresueldos y gürteles varias. Y tampoco pidieron un referéndum sobre la monarquía cuando el emérito se lo llevaba crudo a uno de esos paraísos con golfos y palmeras.
Aunque no es la primera vez que la Iglesia sacude a un gobierno del PSOE, no tengo del todo claro por qué los obispos plantean ahora esta enmienda al sanchismo, desde la exquisita neutralidad política escorada a la derecha que les caracteriza. A Sus Eminencias no les ha ido ni tan mal en esta legislatura. El año pasado recaudaron 329’8 millones de euros, gracias a la ‘X’ de la declaración de la renta por la que la Iglesia se lleva el 0´7 de nuestros impuestos. Y esa cantidad es solo un pellizquito (el 2,7%) de los 12.350 millones de euros que, estima Europa Laica, obtuvo la Iglesia del erario público, a través de exenciones fiscales (IBI, Sociedades, etc...), subvenciones a sus empresas (escuelas, hospitales, residencias), ayudas públicas para reformas de su patrimonio, y subvenciones a fundaciones, ONGs y asociaciones que dependen de la Iglesia católica.
Aunque ha disminuido el número de contribuyentes que marcaron la 'X' en su declaración, la cantidad total recaudada aumenta unos 10 millones respecto al año anterior, y lo hace con especial fervor en el Madrid de Ayuso, la presidenta teóloga que gusta impartir homilías ante el belén de la Puerta del Sol.
A qué dedican los obispos nuestro dinero lo explican ellos mismos, en su última Memoria de Actividades publicada en 2024. La Iglesia destina el 79’9 % de lo que recibe por nuestros tributos a pagar los salarios de obispos y sacerdotes, y las cotizaciones a la seguridad social (263’5 millones). Aproximadamente, invierte 5’3 millones en publicidad, para animar a los contribuyentes a marcar la famosa ‘X’. Una publicidad tan rentable como engañosa porque, en sus campañas publicitarias, la Iglesia da a entender que dedica lo recaudado por el IRPF a socorrer a los desfavorecidos, pero en su última Memoria no consta que haya dado un solo euro a Cáritas (0%). Tampoco aparecen en esa Memoria las cantidades con que financia los medios de comunicación de su propiedad. Aunque sabemos por memorias anteriores que lleva invertidos más de 42 millones de euros en subvencionar TreceTV, la ruinosa tele episcopal. Qué hacen los obispos con sus medios de comunicación merece un examen detenido.
Desde 2015, la Iglesia mantiene como locutor estrella de la COPE a ese periodista almeriense, de voz impostada, banderita en la pulsera y pañuelo en el bolsillo, condenado en la Audiencia Nacional por defraudar a Hacienda, cuya especialidad profesional consiste en insultar a la izquierda. A Irene Montero, por ejemplo, la ha llamado “superchoni”, “carga pública” y “desquiciada”. A Ione Belarra “basura política”, “castañona” y “niña de la curva”. A Pablo Iglesias, “cantamañanas” y “mamarracho”. Y a Salvador Illa y Pedro Sánchez “el ISIS de la pandemia”. Simpático, ¿verdad, señores obispos? Periodismo caritativo y del amor fraterno.
TreceTV es la tele episcopal y El Cascabel su programa estrella. Lo presenta un locutor de pelo teñido con tinte del Mercadona que se refiere habitualmente al Gobierno como “la mafia” o ”el muladar Sánchez”, y al Presidente, como “el número 1 de la organización criminal”. Y no es que uno aspire a que los medios de comunicación no insulten, pero un pelín de poesía y elegancia parnasiana no vendría mal.
Para la cadena de los obispos, el entorno del presidente Sánchez –ministros y miembros de su familia– es un nido de delincuentes. Cualquier recorte de periódico o la última declaración de Aldama bastan para que, en El Cascabel, dicten sentencia contra el Gobierno e ingreso en prisión sin apelación.
Aunque no sepan de qué está investigada, los tertulianos de TreceTV ven a Begoña Gómez en el centro de todas las corrupciones. Llueven las acusaciones contra ella. Para corroborar su falta de honradez, entrevistaron un día a ‘Chencho’ Arias, el embajador que engañó a la ONU para que condenara a ETA por el atentado del 11M. ‘Chencho’ cuestionó a la mujer de Sánchez porque, según dijo, “viaja mucho con su marido y se hace muchas fotografías”. Y añadió: “Las esposas de otros presidentes se hacían las fotos justas”. Otra prueba inequívoca de la corrupción de Begoña.
Al hermano de Sánchez lo han acusado incluso de no afinar el violín cuando compone. Que si le regalaron un puesto en la Diputación de Badajoz por ser hermano del Presidente (en 2016, cuando Sánchez ni siquiera era secretario general del PSOE, pero qué más da). Que si tenía 1’4 millones en acciones del BBVA (según el Banco, eran 71.000 euros, pero eso es un detalles sin importancia). Se apellida Sánchez y es culpable.
Y, por descontado, para la tele episcopal fue el Fiscal general, García Ortiz, quien difundió el correo con información secreta sobre el ciudadano particular González Amador. ¿Indicios, pruebas, presunción de inocencia? Bobadas, lo que tendría que haber hecho ya es dimitir. En cambio, el novio de Ayuso es un ser de luz al que la jueza impide defenderse cuando trata de aclarar ese pequeño error de 350.000 euros que cometió al hacer la declaración de la renta.
Conviene recordar a nuestros amadísimos prelados que la difamación es un pecado grave. De los que conllevan la condenación, según sus propias normas
Periodismo para cuñados en El cascabel. Bulos, insinuaciones, medias verdades y acusaciones sin pruebas contra el Gobierno. De las suposiciones hacen verdades, y para demostrar que son ciertas conectan con OKdiario. O con algún pepero de conducta ejemplar, como Federico Trillo, responsable según el Consejo de Estado de la muerte de los 75 militares que iban a bordo del Yak-42, pero siempre dispuesto a dar lecciones morales a Pedro Sánchez.
Con Podemos utilizaron la misma fórmula. Horas y horas de tertulias acusando a los morados de corrupción. Y cuando finalmente se archivaron todas las querellas, la tele de los obispos guardó silencio. Nunca pidieron perdón.
Así predican los señores prelados el Evangelio a través de sus píos medios de comunicación. Con el dinero de todos los españoles, vuelcan su odio exclusivo contra el Gobierno democrático. Y digo con el dinero de todos, porque los millones que se lleva la Iglesia se detraen de los Presupuestos Generales con los que podrían financiarse la sanidad y la educación, y eso daña a la sociedad en su conjunto.
Me pregunto qué pasaría si existiera ese infierno con el que los perversos obispos asustan a los niños. Porque, aunque yo no crea en más infierno que en el de un posible gobierno del PP y VOX, sus Eminencias Reverendísimas sí creen en el fuego eterno. Eso dicen. Y son más sabias y más teólogas que yo. Por eso, conviene recordar a nuestros amadísimos prelados que la difamación es un pecado grave. De los que conllevan la condenación, según sus propias normas.
Uds., señores obispos, no paran de insultar, calumniar y acusar sin pruebas desde sus medios de comunicación a los gobernantes de izquierdas, y jamás piden perdón cuando las acusaciones quedan en nada. Y eso infringe el octavo mandamiento. Si no se arrepienten y dejan de financiar ese puto vertedero de injurias, llamado El cascabel, van a pasar una eternidad calentita. Con sus mitras blanquísimas y sus báculos fálicos cocidos al vapor. Lo dice su propio catecismo, que recoge esta cita evangélica: “A todos los autores de iniquidad los arrojarán al horno ardiendo” (Mateo 13, 41-42)
______________________
Juan Ignacio Ruiz-Huerta es ex jefe de gabinete del Defensor del Pueblo.
Lo más...
Lo más...
LeídoPeramato reconoce ante el Congreso a García Ortiz y se compromete a sanar "la herida" de la Fiscalía
Manuel AltozanoIsrael participará en Eurovisión y varios países, entre ellos España, anuncian que no acudirán
infoLibreYolanda Díaz avisa en plena cumbre con Marruecos de que "no habrá cesión de tierra saharaui"
infoLibreTu cita diaria con el periodismo que importa. Un avance exclusivo de las informaciones y opiniones que marcarán la agenda del día, seleccionado por la dirección de infoLibre.
Quiero recibirlaDoña María Moliner: 'Hasta que empieza a brillar'
Ana María Shua y su 'Cuerpo roto'
Cartas de Maruja Mallo
¡Hola, !
Gracias por sumarte. Ahora formas parte de la comunidad de infoLibre que hace posible un periodismo de investigación riguroso y honesto.
En tu perfil puedes elegir qué boletines recibir, modificar tus datos personales y tu cuota.