Ni tan mal para Sánchez Luis Arroyo

Se llama José María Llanos. Es el portavoz de Vox en el Parlamento valenciano. En mi tierra todo huele demasiado a podrido. Hasta la etapa más corrupta de nuestra historia regresa en la figura de quien fue –sin olvidar a Zaplana– su principal protagonista: Francisco Camps. Ante la debacle que se augura para un PP en bancarrota, ha salido de las sombras el expresidente para volver a ver su nombre inscrito en la cabecera de un partido descabezado. Salió sin castigo judicial de todos los procesos en los que se vio inmerso mientras muchos de sus subordinados sufrieron condenas notables, incluidas las de varios años de cárcel. Por eso anda de pueblo en pueblo predicando su eslogan estrella: el PP ha de volver a ser el “gran partido” que fue durante su mandato.
Miedo da ese regreso. Su discurso cunde entre quienes fueron los suyos, aunque ahora los suyos ya no sean los mismos. Hay algo que los une, a los de antes y a los de ahora: la insaciable capacidad para el cinismo y las mentiras. A ver qué pasa con Mazón cuando llegue el tiempo en que el aforamiento pueda dar paso a una más que posible sentada en el banquillo de los acusados. Tiempo al tiempo. Precisamente, Feijóo y el PP juegan a eso: a que el tiempo traiga consigo el olvido de la catástrofe que causó 228 muertes mientras sus responsables políticos llenaban de barro su conciencia. No creo que resulte fácil ese olvido para nadie, sobre todo para las víctimas de aquel maldito martes 29 de octubre del año pasado.
Por mucho que me lo expliquen los sabios de la historia, no me resulta fácil encontrar notables diferencias entre los falangistas de Primo de Rivera y Abascal o Álvarez de Toledo
De esas víctimas escribo esta columna en infoLibre. Cuando pensábamos que ya no cabía más indignidad en los responsables institucionales de la tragedia, va y es el portavoz de Vox en las Corts Valencianes quien suelta la más gorda. Veo en las imágenes parlamentarias a ese tal José María Llanos y me entran ganas de echarme al monte. Pero al monte de verdad, como hicieron mis queridos luchadores antifascistas para que el franquismo no siguiera asesinando como había hecho desde los primeros instantes del golpe de Estado contra la Segunda República hasta el mismísimo 27 de septiembre de 1975. Sirva, pues, esta columna, para imaginar que ando por las montañas sagradas de los viejos combatientes contra el fascismo. O contra el neofascismo, como se dice ahora.
Por mucho que me lo expliquen los sabios de la historia, no me resulta fácil encontrar notables diferencias entre los falangistas de Primo de Rivera y Abascal o Álvarez de Toledo. O entre Meloni y los camisas negras que hicieron furor entre sus antepasados. Ya sé que seguramente habrá diferencias de concepto entre un fascismo y otro. Pero a mí no me llega esa diferencia, qué quieren que les diga. Al final me quedo con un razonamiento seguramente demasiado simplista: unos y otros, fascistas y neofascistas, eran y son mala gente. ¿O no?
Cuando las voces que surgen del barro de la dana andan exigiendo justicia, llega el portavoz de Vox y dice que las víctimas de la tragedia “no son verdaderos afectados, sino verdaderos interesados”. Se refiere a las asociaciones de víctimas, según él “manipuladas por la izquierda”, a las personas que lo perdieron todo, incluso a mucha de su gente más querida, y denuncian la irresponsabilidad de los altos mandos del PP durante la barrancada, empezando por el mismísimo y desaparecido de la escena pública Carlos Mazón.
Ahí está ese individuo de la ultraderecha, todo él inflado como un pavo, orgulloso de su crueldad inhumana, presumiendo ostentosamente de una brutalidad que me da igual llamarla fascista o neofascista o como quieran llamar a esa brutalidad los sabios de la historia. Lo que no me da igual es que personajes como ése ocupen un lugar en las instituciones democráticas. Y no me da igual porque para gentuza como José María Llanos la democracia es una mancha que ensucia la brillantez impúdica del franquismo, de esa dictadura que Vox y bastante militancia del PP añoran con un entusiasmo que pone los pelos de punta.
“Vine con un dolor de cuchillada”, escribe Miguel Hernández, por cierto, un luchador en las trincheras antifascistas del que casi nadie recuerda, cuando se nombra su condición de poeta inmenso, que fue también un lleno de orgullo militante comunista. De ese dolor viene tanta gente que no se cree las mentiras de la historia, una historia y unas mentiras que a estas alturas de los cincuenta años de la muerte del dictador aún siguen siendo casi hegemónicas en muchas casas, en muchos libros, en muchas escuelas y universidades, en casi todas las malditas redes sociales que repiten machaconamente, hasta darnos asco, las infamias del franquismo.
Nadie en el PP valenciano ha desmentido la burrada del máximo vocero de sus “socios” de Vox. Se han limitado a decir que no olvidan a las víctimas. Pero nunca se atreven a llevarle la contraria a la extrema derecha que no gobierna con el PP pero es como si gobernaran juntos, “amarraditos los dos”, pero sin la nobleza de esa unión que haría inmortal María Dolores Pradera en uno de sus boleros más hermosos. En realidad, gobierna más Vox en mi tierra que el PP. Y más aún desde el pacto entre los dos para aprobar los presupuestos.
Con la rabia todavía encendida en la memoria de las víctimas de la dana, cómo es posible que ese José María Llanos, portavoz de Vox en el Parlamento valenciano, se burle de esa memoria con una desfachatez que desdice toda huella de lo humano. Y es que no lo son. Es que esos individuos nada tienen de humanos, son como unos cuerpos muertos cuyas tripas huelen a podrido, a carne llena de moscas que se afanan en esa pestilencia, a mierda.
Nadie va a olvidar –confíen Feijóo y el PP en lo que confíen– lo que pasó el 29 de octubre de 2024. El presidente Mazón sigue ausente de los espacios públicos, escondido donde no lleguen los gritos de las víctimas, esas víctimas que el fascista o neofascista de Vox, José María Llanos, acaba de llenar de indignidad y de vergüenza negándoles “el dolor de cuchillada” que cantaba nuestro enorme poeta del pueblo y las trincheras.
La séptima manifestación para exigir la dimisión del presidente desaparecido hubo de ser aplazada por el apagón del pasado 28 de abril. La octava está al caer. Y no habrá olvido, fascismo o neofascismo que la impidan. Las víctimas y la exigencia de justicia que mantienen viva su memoria bien que se lo merecen, ¿no? Pues ahí estaremos. Como en las siete veces anteriores. Así que pronto nos veremos en la octava marcha por la dimisión de Mazón y la exigencia de sentarlo, más pronto que tarde, en el banquillo de los acusados. En la octava nos vemos pues, ¿vale? En la octava nos vemos.
_________________________
Alfons Cervera es escritor. Su último título es 'Libro de familia', editado por Piel de Zapa.
Lo más...
Lo más...
LeídoLa Fiscalía pide archivar la causa contra David Sánchez al no haber indicios de criminalidad
infoLibre'Una niña hecha y derecha'
Las primeras narraciones extensas de Luis Martín-Santos, hasta ahora inéditas
Te invito a mi funeral ficticio
¡Hola, !
Gracias por sumarte. Ahora formas parte de la comunidad de infoLibre que hace posible un periodismo de investigación riguroso y honesto.
En tu perfil puedes elegir qué boletines recibir, modificar tus datos personales y tu cuota.