¡Insostenible!

¿Qué queremos decir cuando hablamos de Objetivos de Desarrollo Sostenible?

Jordi Ortega

¿Qué países son sostenibles?

Tras cuatro años ignorando los Objetivos de Desarrollo Sostenible(ODS), aprobados en 2015, ahora cualquier gobierno, organización o empresa proclama que se orientará hacia esos 17 Objetivos y 169 metas. Hemos pasado a lucir pines de los 17 ODS en la solapa. Cuando se analizan qué países están en la cabeza de alcanzar dichos objetivos, ¡oh sorpresa!, los 14 primeros países son europeos encabezados por Suecia, Dinamarca, Finlandia, Alemania.

Esta tabla clasificatoria invita a que los países más rezagados tengan una Agenda 2030 que los impulse hacia “arriba” de la tabla. ¿Qué sucedería sí estos países más pobres o, incluso, algunas potencias emergentes, osaran alcanzar dichos Objetivos de Desarrollo Sostenible siguiendo el modelo de esos cuatro países mejor situados en la clasificación? Jeffrey Sach señala una paradoja oculta: si para lograr los 11 objetivos socioeconómicos esos países usan el modelo de desarrollo económico de países europeos necesitaríamos hasta cinco planetas adicionales.

¿Debe Jamaica seguir el modelo sueco o Suecia el modelo de Jamaica? Para alcanzar los tres objetivos ambientales de los ODS, los once anteriores, Jamaica agota su huella de carbono (gráfica de debajo de Global Footprint) el 13 de diciembre, mientras Suecia lo hace el 4 de abril.

17 objetivos indisolubles: segunda paradoja

Ernst Ulrich von Weizsäcker, autor de Come on!, haexpresado otra paradoja: “En ninguna parte de la Agenda 2030 se admite que la consecución de once objetivos sociales y económicos (1-11 O) no se base en una estrategia de crecimiento convencional; implicaría que sería prácticamente imposible reducir el calentamiento global, detener la sobrepesca de los océanos o la degradación de la tierra, por no hablar de la pérdida de biodiversidad”. Esta observación “obligará al mundo a revisar de raíz los planteamientos de desarrollo tecnológico, económico y político” y, por tanto, que dichos objetivos no son alcanzables por separado.

Usamos la presentación de los ODS por E.U. von Weizsäcker, en ella pone de manifiesto que la agenda 2030 tiene 11 objetivos socio-económicos frente a tan sólo tres ambientales; un desequilibrio entre el índice de desarrollo humano (HDI) y pisada ecológica (ecological footprint).

Disociar los 17 ODS entre sí trae una nueva paradoja. Si disociamos de los objetivos ambientales de los ODS el índice de desarrollo humano la clasificación de países se invierte;  en los primeros puestos no está Suecia, Dinamarca, Alemania, etc., quizá Cuba, Costa Rica, Jamaica. Lo que demuestra el gráfico inferior es que el cuadrado que corresponde a países que cumple, aunque sea de forma parcial, los Objetivos de Desarrollo sostenible está vacío.

Permite comparar USA y Alemania (D)con países más cerca en el área de SD:

Podemos representar los 17 ODS en una pecera con tres peces; un pez grande económico (Wirtschaft) y tres pequeños peces: ambiental (Umwelt), cultural (Kultur) y Social.

El Plan nacional de implantación de la Agenda 2030, por parte de CADS (Generalitat de Catalunya), recoge 696 compromisos que se convierten en 920 objetivos (dado que algunos compromisos están incluidos en diversos ODS). Si un compromiso recoge uno o dos, quizá tres ODS… son poco sostenibles. Tiene una “transversalidad” demasiado débil. Lo que necesitamos son planes de acción en que los objetivos sean “indisolubles”. ¿Qué quiero decir?

Erradicar el hambre y su transversalidad

¿Podemos erradicar el hambre al precio poner en peligro la disponibilidad de agua (objetivo 6)? ¡Más regadíos o mantener la “arrogancia optimista” de la “revolución verde” –mil veces fracasada! ¿Seguimos un modelo de “innovación tecnológica” con consecuencias nefastas para la salud y el medio ambiente? No solo se daña el clima, océanos y ecosistemas (Objetivos 13, 14 y 15); se incumplen objetivos económicos (objetivos 9 y 12).

Tenemos, exagerando, una parte del planeta que pasa hambre por falta de alimentos. Y otra parte del planeta pasa otro tipo de hambre: exceso de alimentos vacíos, comida chatarra. En países desarrollados se manifiesta en aumento de obesidad, diabetes, etc. ¡Incumplimos el 4 objetivo de salud! También el objetivo de consumo irresponsable (objetivo 12). ¿Cómo compramos alimentos chatarra? No sólo es pobreza (objetivo 1), es la ignorancia (objetivo 4). Deberíamos analizar de esos 696 compromisos cuántos ODS se incumplen. ¿Se puede llamar trabajo decente (Objetivo 8) cuando la agroindustria que compra cada vez más “barato”? Obliga a bajar calidad (menor valor nutritivo) y reducir salarios (que conduce a optar por alimentos baratos), en una “autoexplotación” como productores.

¡Más paradojas! En 1984 un estadounidense gastaba el 17% de sus ingresos en comida, en 2011 sólo el 11%. El gasto en medicamentos en 1985 era de 3.788 dólares; en 2014 de 9.403 dólares (se multiplica por 2,5). Países que gastaban 1/3 en comida hace tres décadas, hoy, con el modelo de comida ultraprocesada, menor variedad, alimentos chatarra, etc., gastan el 11%; pero multiplican el gasto en salud por 7,5. El uso indiscriminado de antibióticos en ganado, ahora en granjas de salmones, lleva a que en 2030 la primera causa de moralidad sea la resistencia de bacterias a antibióticos. Podemos pensar que el acceso a antibióticos nos permite cumplir con el objetivo 3: salud.

No hay hambre ni pobreza, hay ignorancia

Pensemos en la economía. Buscamos mayor “productividad” y “eficiencia” (más lo primero que lo segundo) gracias a la “escasez de recursos”. Los economistas nos aseguran que no habrá recursos para satisfacer las necesidades de una creciente población mundial. Aunque los recursos estuvieran ahí no tendríamos dinero para comprarlos. La pobreza, concluyen, “ha venido para quedarse”.

¿La “escasez” es algo real? La “escasez” es tan sólo un “a priori” o un dogma de unos “economistas atrevidos” que justifican la “escasez” en nombre de “mercados eficientes”. Deberíamos ser eficientes en evitar desechar millones de botellas de plásticos por minuto; no en condenar al hambre a una parte de la humanidad en nombre de “mercados eficientes”. Otro dogma: la “ventaja comparativa”. Argentina, con 40 millones de habitante, la llevó a especializarse en la producción estandarizada de carne que permite alimentar a 400 millones de personas. Pero los argentinos no tienen dinero para comprar esa carne, un tercio está en situación de pobreza y hambre.

La industria cárnica Herrmannsdorf, fundada en Alemania en 1902, es un ejemplo de éxito. Transforma cada semana 25.000 cerdos y 5.000 vacas en salchichas (1,5 millones al año). Adoptó tras la Segunda Guerra Mundial el modelo de economía de escala, recortando costes, estandarizando la producción, todo para ser la mayor empresa de su sector en Europa. El mercado empezaba presionar los precios hacia abajo. Karl Ludwig Schweisfurt, empresario de éxito, hizo algo inusual: ¡hizo caso a sus hijos interesados por la agroecología! Hicieron frente a las burlas. El precio de salida de sus productos doblaba, en peso, al de productos comparables de supermercados; pero era infinitamente más barato en términos de nutrición. En términos de peso eran escandalosamente más caros.

Comemos carne de cerdo “barata” que sacrifican a los seis meses, nunca abandonan estos animales una pequeña instalación cerrada. El cerdo que comían nuestros abuelos tenía tanto omega 3 como un salmón. Hoy el salmón de granja tiene un 50% menos de omega 3 que el que comíamos hace una década. Los crían en granjas con antibióticos, plaguicidas, etc., no saben cómo hacer frente a piojos de mar resistentes. La relación equilibrada de 1 a 4 entre omega 6 (inflamatorio) y 3 (antiinflamatorio) se ha desequilibrado a una relación de 1 a más de 100. Tenemos que tomar suplementos de omega 3. Una manzana producida en masa, incluso con fertilizantes orgánicos en lugar de químicos, tiene un 5% de vitamina C. ¡Qué comemos! Si las vacas B12 es por los suplementos que toman.

La agricultura se ha apartado del “ciclo de nutriente naturales” y usa fosfato de minas que, en pocas décadas, se puede agotar. Entre 9 y 14 millones de toneladas de fosfato acaban en el océano. El PNUMA respalda la crítica de informe del IAASTD de los sistemas agrarios convencionales que responsabiliza del 60% de pérdida de biodiversidad y causa el 24% de emisiones que provocan el cambio climático. Apuesta por una agricultura multifuncional, de integración vertical como Herrmannsdorf. La agroindustria se centra en maximizar la producción sin tener en cuenta los servicios ambientales de los que, directa e indirectamente, se beneficia. No hay que recordar que los portavoces de la agroindustria y sus representantes políticos y científicos lo rechazaron con una feroz crítica. E.U. von Weizsäcker alienta implementar esas ideas… “al menos allí donde el lobby agrícola no tenga el control absoluto sobre los gobiernos”.

Alfabetizar el futuro

Desde la filosofía analítica, que se cree la única epistemología válida, los Objetivos de Desarrollo Sostenible son excluyentes entre sí. En cambio mantenemos un divorcio entre teoría, educación y economía; la multiplicidad de disciplinas fragmenta el conocimiento de tal modo que no somos capaces de ver la relación de las partes con el todo. ¿Existen las partes? La embriogénesis nos enseña que en la parte está el todo, son redes de relaciones, mientras que la parte aislada es indeterminada. Aunque existe una nueva epistemología para hacer las cosas de forma diferente, por ejemplo, a los monocultivos estratégicos estandarizados les resultan incómodo los “genes recesivos invisibles”; prefieren una biología de la homogeneidad de los genes. No les importa abrazar conocimientos caducos aunque ello suponga poner en peligro la supervivencia humana.

¿Quién se opone a alfabetizar el futuro? Encima tienen la arrogancia de considerar que nada a favor de la corriente de la innovación tecnológica y la ciencia, pero son incapaces de abandonar modelos epistemológicos mecanicistas, basados en una presuntuosa “precisión” a partir de modelos abstractos matemáticos alejados de la realidad pero convergentes con sus intereses cortoplacistas. Nos llevaría lejos exponer en qué consiste un cambio del modelo educativo cuando las universidades asumen los ODS. Tenemos ¿pobreza o ignorancia?, ¿insostenibilidad o una fe en los dogmas del mercado?

Lo que más nos puede apartar de los ODS son esas impresionantes novedades tecnológicas, esas “mejoras infinitas” de “tecnologías exponenciales” que, en lugar de producir alimentos para toda la humanidad, hacen más transparente la democracia, erradicar las enfermedades al desplazar la medicina terapéutica de la nueva medicina reparadora (mejora genética), etc., nos puede llevar, sin preguntarnos si es ese el mundo en el que queremos vivir, a atroces pesadillas sociales. La novela El Círculo de Dave Eggers, pasada al cine, no profetiza futuras dictaduras digitales sino presentes mucho más cercanas de lo que presuponemos. El diablo, en estos tiempos, se viste de ángel promoviendo unos ODS fragmentados en sus 169 metas.

Afortunadamente en la Caja de Pandora, tras ser abierta, quedó la “esperanza”: el poder tener una visión inclusiva, integrada e indivisible de los ODS.

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